El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
Cuando escribió esos versos, Antonio Machado le otorgaba importancia a la relación con “el otro”, aunque también abría una
puerta respecto a la función como factor que define. Especulando con el tema, para los artistas de cualquier disciplina “el otro” no
es solo el espectador: la obra también representa una existencia debido a su función. La obra que miras no es obra porque la
observas: es obra porque te incorpora a su proceso de intensa comunicación.
Leonardo Da Vinci meditó y escribió bastante sobre el ojo. Entre otras cosas dijo: "El ojo, que es la ventana del alma, es el órgano
principal por el que el entendimiento puede tener la más completa y magnífica visión de las infinitas obras de la naturaleza”.
Pero en definitiva, pocos artistas se han ocupado tanto de la visión como el venezolano Carlos Cruz Diez, nacido en el año 1923,
cuando Caracas era una ciudad más pequeña y digna de ser mirada.
Este venezolano, que desde 1960 vive en Francia, es uno de esos seres humanos cuyo punto de partida universal radica en los
ojos. Su areté es el poderoso acopio visual que lo caracteriza.
El color le interesó porque sabía que no era un tema agotado.
“Me di cuenta de que el color es una situación, una circunstancia, no una verdad absoluta como se pensaba. Y de que esta
circunstancia va cambiando: el paso del día hace cambiar todo y el color es la luz y no la certeza que durante milenios hemos
asimilado que era. Los estudiosos no le daban importancia al color, miraban la perspectiva, el estilo, pero el color no importaba, no
se analizaba a pesar de que todo estaba coloreado. Estamos en una sociedad hiper barroca, no hay reposo visual, no hay reposo
auditivo y el color es fundamental en nuestra vida. Me ha llevado 50 años entender esta evidencia: el color es una situación que se
desarrolla en el tiempo y en el espacio“.
Los grandes museos del arte moderno y contemporáneo tienen obras suyas, pero sus hechuras más importantes forman parte de
espacios públicos en varios continentes. De repente, hay multitudes que pasan a un lado de una pieza de Carlos Cruz Diez,
probablemente sin saber quién es el artista, pero sintiendo la influencia, la presencia de un arte que convierte a los espectadores
en participantes de una propuesta.
En una entrevista que le hizo El País, de España, le comentaron:
-Usted pinta aceras, estadios de béisbol… lugares poco artísticos.
Yél respondió:
- Me molestaba mucho la noción que la gente tenía del arte como un objeto colgado de un clavo en la pared. El arte puede ser
cualquier cosa que la inteligencia y la sensibilidad del hombre puedan convertir en arte. Entonces, ¿por qué no ir a la calle? Es
donde más tiempo pasamos. La calle no nos proporciona nada, llegamos a casa totalmente vacíos. La calle solo genera agresión.
También le preguntaron respecto a su relación con el arte actual.
-Estamos viendo el fin de una civilización y el comienzo de otra. Los últimos años son el ocaso de la academia de Duchamp. En el
arte hay tres etapas: quien lo inventa, quien desarrolla las ideas del inventor y quien las pervierte. Ahora vivimos la perversión,
pero es normal. Toda perversión y decadencia es sinónimo de progreso. Se están preparando cosas maravillosas que ni
sospechamos.
Carlos Cruz-Diez y el color
como realidad circundante
El arte óptico tiene mirada venezolana y su máximo exponente es
Carlos Cruz-Diez, quien nació en Caracas el 17 de agosto de
1923 y ha dedicado su formación artística a la investigación
sobre el color y su valor estético, tangible en la intervención del
espacio urbano y la arquitectura, así como la adición de color,
fisicromías, inducción cromática, cromointerferencia y
cromosaturación.
Radicado en París desde 1960, su trabajo estudia las
condiciones cromáticas con las que concibe al color como
realidad autónoma desprovista de forma y soportes, teorías
expuestas en su libro Reflexión sobre el color (1989).
En 1940 ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Caracas donde
se gradúa como profesor de artes aplicadas, trabaja luego en las
publicaciones La Esfera y Élite, además de ser caricaturista en
varias revistas y periódicos. En 1959 realiza su primera muestra
de Couleur Additive y Physichromie.
Venezuela cuenta con varias de sus obras que intervienen el
espacio urbano, como la Ambientación de color aditivo (1978) en
el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en Maiquetía
(Vargas), Fisicromía en Homenaje a Andrés Bello (1982), en
Plaza Venezuela (Caracas) y recientemente el telón y butacas de
la sala de conciertos del Centro de Acción Social por la Música.
En 2015 el artista recibió la Turner Medal en Londres, Inglaterra,
donde expuso la muestra Carlos Cruz-Diez: Didaktik und
Dialektik der Farbe, en el Das Kleine Museum de Weissenstadt,
Alemania. En 2014 como parte de su línea de integración de
obras con la arquitectura creó la Cromovela, en la Cinta Costera
III, en la ciudad de Panamá. Este mismo año publicó en París sus
memorias con el nombre Vivir en Arte, recuerdos de lo que me
acuerdo.
Fuente: AVN.
El problema de Venezuela no es económico, es cultural,
educativo, la educación ha sido de muy mala calidad, al
venezolano no se le ha enseñado a pensar, es formación al
caletre y por eso no piensa, actúa, no tiene noción de su pasado
ni de su historia porque no se le enseña, no es porque sea
insensible o bruto, simplemente no se le enseña
Venezolano próximo a cumplir 92 años es el máximo exponente
del op art, arte óptico, en el mundo. Nos conocimos hace más de
30 años y presumo sin modestia que fue él quien diseñó la
carátula de mi primer LP “El canto de esperanza” en 1979, razón
por lo que me tomaré la libertad de tutearlo, disfrutar su lucidez,
su inmenso sentido del humor y sus contagiosas carcajadas.
Carlos, tu obra espectacular el piso del Aeropuerto Internacional
de Maiquetía se ha convertido en un símbolo de la Venezuela que
estamos viviendo ¿Cómo lo sientes?
- Nunca me imaginé que esa obra se iba a volver un símbolo, me
conmueve mucho, me pone triste que sea el símbolo de dejar el
país, yo espero que esa misma obra sea el símbolo del retorno a
la patria, es lo que espero, que sea como el poema de Pérez
Bonalde “Vuelta a la Patria”.
¿Qué diferencia hay entre tu ida del país a la de los que se van
ahora?
- El otro día me preguntaron cómo me había sentido yo toda mi
vida de emigrante y les dije que yo no emigré, yo lo que hice fue
buscar un sitio donde pudiera desarrollar mis ideas, fue un
proyecto de vida, un rediseño de mi vida.
Me di cuenta que hay ciertos lugares en el planeta por donde no
pasan las coordenadas de la historia y entre esos sitios estaba mi
país, yo tenía en manos algo importante que podía desarrollar y
me fui a un sitio donde pudiera tener una audiencia y mis ideas
pudieran divulgarse y hacerse conocer, por eso me fui a París y
cuando llegamos a mi esposa Mirtha y a mí nos fascinó la ciudad
y sin ponernos de acuerdo al unísono dijimos: este es el lugar,
este es el sitio. Lo único que tenía era lo que llevaba en el bolsillo
y lo que llevaba en la cabeza.
A todos les sorprende que a tu edad conserves esa alegría
contagiosa, siempre con una sonrisa y una carcajada.
- Es mi dinámica, me produce mucha alegría hacer, cuando no
puedo hacer sí estoy triste, es la dinámica de querer existir, de
disfrutar, cuando trabajo disfruto; me gusta la buena comida, la
buena bebida, la amistad, siempre he sido amiguero.
¿Cómo sientes a Venezuela en estos momentos?
- Los países siempre pasan por situaciones difíciles y la de
Venezuela se esperaba, iba a suceder porque no se habían
resuelto los problemas fundamentales.
El problema de Venezuela no es económico, es cultural,
educativo, la educación ha sido de muy mala calidad, al
venezolano no se le ha enseñado a pensar, es formación al
caletre y por eso no piensa, actúa, no tiene noción de su pasado
ni de su historia porque no se le enseña, no es porque sea
insensible o bruto, simplemente no se le enseña.
Cuando yo era niño viví la muerte de Gómez y la llegada de
López Contreras y de Medina y la educación era de primer nivel
que fue la que yo recibí cuando trajeron profesores de España,
de Chile, de Argentina, pero cuando llegó Acción Democrática
dijo que esa era una educación elitesca, que había que
masificarla y eso era correcto, pero la manera de hacerlo fue
equívoca y se degradó el nivel de la educación.
Carlos, los pintores, los poetas, los artistas tienen fama de ser
seres atormentados ¿Cómo logras tu jovialidad, tu rostro
siempre risueño, tus risotadas?
- Cuando le dije a mi padre que iba a ser pintor que no quería ser
bachiller, que quería ser artista y mis padres se regocijaron con
eso desde ese momento para mí la vida ha sido la alegría, yo no
trabajo, yo me divierto, para mí el arte es un regocijo, un placer
del espíritu, es una plenitud poder realizar la obra.
Tiempo después entendí de qué se trataba esa angustia de los
atormentados que es el deseo y la preocupación de encontrar su
propio discurso, yo tuve la oportunidad de encontrar mi discurso y
lo he podido desarrollar. Hay otros artistas que no lo han
encontrado, por lo tanto, siguen atormentados, es la búsqueda
de la identidad la que produce la angustia.
¿Alguna vez te imaginaste que ibas a ser reconocido
mundialmente y que lo ibas a ver?
Soy privilegiado, otros artistas no han tenido la suerte de ver la
respuesta de la gente, hay artistas que se mueren sin saber qué
ha sucedido con su trabajo.
La familia ha sido muy importante en tu vida y en tu trabajo.
Mi familia es también un proyecto de vida. Cuando yo enamoraba
a Mirtha cantándole rancheras y boleros (risas) le decía que
nuestra vida sería en el taller y así fue, el taller y la casa han sido
una sola cosa.
Mis hijos nacieron y se desarrollaron ahí y me han ayudado toda
la vida a trabajar, si no fuera por ellos no hubiera podido
desarrollar el trabajo al nivel que lo he desarrollado gracias a mis
tres hijos y a mis nietos; aunque mucha gente me decía que no se
me ocurriera meter a mi familia en el trabajo y yo aposté y gané
(risas).
¿Soto te ha hecho falta?
- Hay varios artistas que se han ido y me han hecho mucha falta:
Soto con quien tenía largos debates y conversaciones, además
de cantar; Sergio de Camargo; Alejandro Otero. Narciso Debourg
que es de mi generación cuando le digo que alguien se murió me
dice: nos están disparando cerca (risas).
¿Qué les dices a los jóvenes que se van buscando camino?
- Desde el año 54 se me empezó a abrir el horizonte y comencé a
entender una serie de cosas que antes no había entendido y ese
es el esfuerzo que hay que hacer y siempre se lo digo a mis hijos
que lo más difícil es entender su tiempo porque todo es una
maraña y hay que entenderla para despejarla para ver un
horizonte, una meta, si hay una meta la vida se vuelve un
proyecto y cuando se te acaba el proyecto se te acaba la vida.
Creo que la carrera de los artistas es buscar el camino, es un
esfuerzo muy grande, a veces inútil, encontrar su propia vida, su
propio discurso, aportar algo, conseguir nuevas salidas, nuevas
opciones. El máximo esfuerzo que yo he hecho es encontrarme a
mí mismo.
_________________________________________________________________________________
Nota: Parte del interesante contenido de su Revista Cultural Carohana, en el estreno de su blog. Estén atentos, a todo su contenido, en las próximas horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario