martes, 5 de marzo de 2019

REVISTA CAROHANA DEDICADA A HANNI OSSOTT



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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL (UPEL)
INSTITUTO PEDAGÓGICO LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA
DIRECCIÓN DE EXTENSIÓN
CÁTEDRA LIBRE DE LITERATURA JUAN PÁEZ ÁVILA
Revista Cultural CAROHANA
Director: JUAN PÁEZ ÁVILA
Sub Director: GORQUIN CAMACARO
Jefe de Redacción: REINALDO CHAVIEL
Consejo de Redacción:
JULIO BOLÍVAR
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WILLIAM VILLANUEVA
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FUNDACIÓN JUAN PÁEZ ÁVILA
                                                                                              Barquisimeto Estado Lara.


SUMARIO   

En este número: 




  • Palabras para evocar e invocar a Hanni Ossott  Por PATRICIA GUZMÁN.-
  • Nunca conocerás  A Hanni Ossot   José Pulido.-
  • Para traducir a Hanni Ossott no basta entender su poesía Por: Dulce María Ramos. 
  • ¿Por dónde transita Hanni Ossott en su poesía? Esdras Parra.- 
  • Penúltima carta a Belarmin  La Opinión de Atanasio Alegre. 
  • Coroneles de Carohana. Por Daisy de Rosas.- 
  • José Saramago/Memorial del Convento/Juan Ramón Rivas Pulido.
  • ¿Por qué Borges?/ Carlos Balladares Castillo.
  • “La educación vive el peor tiempo desde la guerra federal”/Entrevista a Tulio Ramírez por Olgalinda Pimentel.- 
  • El economista que fue poeta/ José Pulido. 
  • El Fundador de la literatura Hispanoamerica por Juandemaro Querales. 
  • Gustave Flaubert asombrado en Génova José Pulido.- 
  • Portón de la vida.  Por Salvador Ramos.- 
  • Calendario del ‘Mundo Literario’ para 1927/ Por Walter Benjamín. 
  • Cuando todo se hace contraste. Rosario Anzola.
  • El Nobel de Literatura necesita una revisión” Leonardo Padura/ Fran Tovar, 
  • Estrategias del querer/ ENTREVISTA a Patrick Besson. Autor de la novela Cabo Kalafatis/ JONATHAN REVERÓN
  • Hermosa carta de Simón Bolívar a su prima Fanny Du Villars. 
  • La ausencia heredada de Cristina Gutiérrez Leal Por Nestor Mendoza.
  • “La escritura es una manera más profunda de estar solos” Franklin Hurtado. Texto: José Pulido / Foto: Gabriel Osorio.
  • “La memoria mítica es la que más me interesa” Diego Arroyo Gil. Texto: Alfredo Meza / Fotos: Vasco Szinetar.-                     
  • “La vida misma proporciona el mejor material ficcional” Josefa Zambrano/ Por Carlos Yusti.-  

  • Literatura  Semana Negra de Gijón; radiografía del género 30 años después. 
  • .
  • Mircea Cartarescu Premio Formentor de las Letras 2018. Foto: Antonio Heredia
  • Paseo por el universo de Macondo. Por LEIDYS BECERRA E. /EL TIEMPO/COLOMBIA/GDA.
  • Pérez-Reverte ensalza el enriquecimiento del español con léxico de América. EL UNIVERSAL

  • miércoles 28 de octubre de 2015.
  • Pierre Ducrozet / La vida que queríamos Del viejo y cansado continente. CARLOS EGAÑA.
  • Primera edición de El capital. Atanasio Alegre.
  • República de la reflexión. José Rafael Herrera. 
  • Rafael Cadenas: “Mi país está sufriendo más de lo soportable por el actual régimen” 
  • "Sigo siendo yo" Jojo Moyes una historia de amor fuera de lo común. 
  • "Se prefiere lo tonto a lo triste" Claudio Giunta. IVANNA MÉNDEZ Periodista. 
  • "Todos estamos sobre un cementerio" Aruhdhati Roy.
  • Un documental hecho novela. Menena Cottin. Por HUMBERTO SÁNCHEZ AMAYA | HSANCHEZ@EL-NACIONAL.COM | @HUMBERTOSANCHEZ 
  • Vasili Kandinski. Por ANTONIO GARCÍA PONCE. 
  • Item perspectiva  Rafael Fauquié. 
  • Poesía  Corazón  repartidoYameli Urbina. 
  • Ruinas de la Pastora/ Carora, Cuatro Rosas del Tiempo/ Emerson Corobo Rojas.
  • Ese cuerpo...Por Gorquin Camacaro,-
  • "Valencia" Pedro J. Lozada Sira. 
  • Amarillo y Marrón. Fortunato Hernández Sierralta. 
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Palabras para evocar e invocar a Hanni Ossott


·          
                                                Por Patricia Guzmán 

El ser de Hanni Ossott se extenuó en su propia donación, donación al vivir vivo. Fue la suya averiguación dolorosa y gozosa a un tiempo tras una ráfaga de luz, tras una palabra menos indecisa.
La vida y la obra de Hanni Ossott anularon la atávica contraposición entre razón y pasión, entre espíritu y vida. Los trazos de su biografía y los de su caligrafía poética dan fe de su inclinación al pensamiento como actividad pura, al ejercicio casi ascético de un pensamiento apasionado.
El don poetizador de Hanni Ossott la perfila como una figura tutelar del decir poético del siglo XX. Y lo arriesgó todo desde el primer libro al que diera forma: Espacios para decir lo mismo (1974). Exigentísimo ejercicio literario y vital. Y así como en ese libro asoma su confeso entusiasmo por la literatura experimental y –como acotara en uno de sus ensayos– “la disgregación emocional” que rodeara entonces su vida en familia, lo que la poeta reivindica es el haber sentido que “sabía que el infinito, el misterio del vivir no estaban en la literatura experimental” e intuir que aquello fue lo que se quiso demostrar a sí misma.
Lo que se quiso demostrar a sí misma Hanni Ossott y otros rasgos de su carácter y de su obra he de resaltarlos esta tarde en la que la evocamos a propósito de la reedición de ese primer poemario de Hanni por el sello independiente «Letra Muerta», con traducción al inglés realizada por Luis Miguel Isava.
Para poder hablar de Hanni y pronunciar su nombre en voz alta debo hacer un gran esfuerzo porque aún me duele su partida, aún la extraño. Y es que por Hanni Ossott siento un impresionante mimetismo psíquico. Fíjense que muchas veces me recriminé el no cuidarla en sus momentos de crisis, no ir a visitarla a la Casa de Reposo San José, en San Antonio de Los Altos.
Me aliviaba recodar la oportunidad en la que a petición suya transcribí varios ensayos que ella había escrito para el Papel Literario de El Nacional, especialmente el titulado “El estuche carmesí” que consagra a Katherine Mansfield y a partir de un fragmento del diario de la narradora neozelandesa sobre el fracaso que la pusiera a reflexionar, despliega su dotes de ensayista que deseo perciban y por ello me permito leerles en voz alta unas líneas :
“Tengo la extraña sensación de que nuestra época debería dedicarse un poco más al sufrimiento. A la compasión, a la tristeza. No todo está de fiesta siempre. Sé que no podemos despojarnos de un ingrediente : la ironía. Pero también sé que una buena concentración mental en la pena nos hace más humanos.
¿Pero qué es lo humano?
Lo raro”.
Sin titubeos, mi memoria me advierte que fue con El circo roto que mi vida y la de Hanni comenzaron a entretejerse aquella mañana de noviembre, a la sombra del jardín del fondo de la casa editora Monte Ávila, en Altamira, al cierre de 1996, a la que fui convocada junto con María Fernanda Palacios y Rafael Cadenas, para presentarlo, para descubrir que la poeta había extremado allí la demoledora fuerza de su lenguaje, y su peregrinar huérfano entre lo que pende de la infancia, de la muerte, de la soledad de las hermanas, preguntándose ¿dónde está Dios? y cargando con “la paz apática”.
…Recuerdo con absoluta claridad que su entrada a la casa fue una escena palaciega, porque todos fuimos a recibirla y nos colocamos en dos líneas, una frente a la otra, y cuando ella fue avanzando iba mirándonos, y mientras iba pronunciando, sin apuro alguno, los apellidos de cada uno, extendía su mano para estrechar las nuestras. Hanni sabía que ella era el centro, el motivo de esa reunión.
Yo no solo había leído ese libro, había leído con fervor los anteriores y leería hasta el último con idéntico fervor. Porque como les he confesado por Hanni Ossott siento un mimetismo psíquico impresionante. Une devoción que fue acrecentándose con la proximidad que me permitiera su esposo Manuel Caballero al invitarme, junto con sus hermanas, al menos un par de veces, al desayuno con un mojito larense que preparaba para celebrar el 14 de feberero el cumpleaños de Hanni. O cuando pasé toda una mañana conversando con ella, en su apartamento de Santa Fé, en una comunión asombrosa, extraña al orden de lo real, diría, a propósito de la publicación de su libro Casa de agua y de sombras.
Manuel también me brindó el privilegio, junto con el editor Bernardo Infante, de encargarme la selección de los textos de Hanni, que integrarían el libro Poemas selectos, editado en 2004. Y para mayor privilegio y compromiso me encargaron de organizar y prologar la cuidada edición de las Obras completas de Hanni Ossott (2008).
El destino quiso que también por invitación de Manuel presentase lo que cabe llamar su último libro publicado, Cómo leer la poesía. Ensayos sobre literatura y arte (Comala.com, 2002). Esa mañana del 28 de noviembre de 2002, en el patio de otra casa de Altamira, el del Banco del Libro, se ofició una hermosa ceremonia que era imposible de imaginar se convertiría en una ceremonia del adiós. Bellísima, como esa Flor Entera y Roja a la que canta en sus poema, con un traje de seda rojo, y sostenida por sus ojos azules, que lucían enormes, Hanni imantó el ánimo y la mirada de los que fuimos citados por Manuel. Paula Ossott, su sobrina, cantó como deseara en el poema “Plegaria en tiempos de penuria” no el Magnificat en honor a su abuelo Eugen Jean-Marie Ossott y de sus descendientes, sino el Ave María de Schubert.
Fui testigo de la emoción que le suscitara a Hanni escuchar a Paula y de la de Paula que se sintió abrumada por la petición de su tía la poeta y temblorosa aceptara. Vi correr sobre los rostros de ambas lágrimas de dicha. Ese mañana Hanni se sintió querida y disfrutó como una niña.
Conservo aún uno de los pétalos, éste que les muestro, con los que bautizara el libro.
Otra mañana, menos luminosa, la del primero de enero de 2003, me despertó mi esposo Nicolás para decirme que Manuel había llamado a casa en horas de la madrugada para avisarme que Hanni se había marchado. No hice sino llorar desconsolada. Así llegue a la Funeraria y encontré refugio entre los brazos de sus hermanas Blanca y Magdalena y entre las manos de Ingrid que entrelazó a las mías como lo hiciera la tarde en la que su compañero de vida decidiera esparcir sus cenizas en el pequeño patio de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV. Fue una ceremonia muy sobria en la que Eduardo Gil pronunciara unas palabras para despedir a una colega especial, literalmente una rara avis.
Hanni, han transcurrido 13 años desde que nos dejaste, en ese tiempo he sido más devota de ti y he convertido en un ritual cotidiano aquello que estimabas como lo más importante: “Cuidar a un poeta (…). Rezar por él al paso de las noches. Para que se nos aparezca, no solo como un fantasma, sino con el aliento y la fuerte voz que da el coraje. Y con esto poder decir después que uno ha dormido en paz con él abrazada. En amor”.
Así paso las noches, cuidando tu sueño Hanni, rezando con fervor tus versos.

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 NUNCA CONOCERÁS A HANNI OSSOTT 












Foto de Vasco Szinetar

A veces iba al apartamento de Manuel Caballero, a beber café y conversar con él sobre autores inquietantes y tan distintos como Michel Houellebecq, John le Carre, Virginia Woolf o el poeta John Ashbery. Nos unió mucho un amigo común: Salvador Garmendia. El humor y la conciencia crítica de Manuel y Salvador eran ingredientes poderosos de sus escrituras y de sus personas. 

Salvador Garmendia, Manuel Caballero y Rafael Cadenas, formaron el trío de barquisimetanos que conquistó a Caracas con las armas de la palabra y la autenticidad. Eran amigos que parecían hermanos. Ellos tres, aparte de ser historia de la literatura, del ensayo y de la poesía, son un sentimiento. Un sentimiento clase media. Y eso define la tragedia de quienes no conocen a estos hombres porque hace que Venezuela siga siendo cumbre y barranco o dos orillas que no se miran, (para que no parezca discriminatorio el comentario).

Un día Manuel me contó que nació en Caracas y así, recién nacido, sus padres se lo llevaron a Barquisimeto metido en una ponchera. Eso lo convirtió en un humorista natural. 

En fin. Hubo una temporada apacible en cuyas madrugadas yo caminaba con Salvador y Manuel y otros amigos por el Parque del Este y siempre nos alegrábamos de la misma manera y con los mismos comentarios, a la hora exacta en que los pericos se alborotaban con el sol.

Cuando Manuel dejaba abierta la posibilidad de visitarlo no la desperdiciaba porque era como agarrarlo en su cueva, en su hábitat íntimo. 

De paso, cultivaba la ilusión de poder conversar con su esposa, que no era, por supuesto, una esposa común y corriente. Sí: parecía atrapada en una bata casera. Sí: tenía en el bello y marchito rostro la marca del aburrimiento y la soledad que las esposas perfeccionan. Sí: fumaba como si deambulara dentro del laberinto de su propio ser. A veces parecía fumar solitaria en una infinita estación de trenes sin trenes, donde no se llegaba y no se partía. 

Sí: era una esposa. Pero se llamaba Hanni Ossot y escribía poemas como este:

POR SALIR DEL CHARCO
En algún lugar del mundo
una mujer se sentaba todas las mañanas
a contemplar un viejo edificio.
Y había ventanas, sí
plenas de sombras
hombres, mujeres, monstruos.
Esa casa estaba deshabitada
no había amantes, no.
Sólo aves que a veces cruzaban el horrendo paisaje.
En algún lugar del mundo
había una lámpara rota
que no era de ella.
También un diccionario.
Eso no podía resolver su soledad.
Había tres árboles, cuatro árboles
y ruidos, la calle, los automóviles.
En algún lugar del mundo ella
no pudo hablar con quien podría
ser su amante.
El placer estaba vedado.
Las ambulancias pasaban
El fastidio cundía.
En algún lugar del mundo
ella se detenía
a ver un enchufe
un sofá
una mesa repleta de libros y de centavos
y al marido: mustio, callado, leyendo...
También había pastillas, muchas pastillas
y un avión que pasaba.
Llevando a gente que sí tenía lugar.
En algún lugar del mundo
ella rezaba
por salir
por salir
del charco.
                                                                                                                                                     
                                                                                                                                                      
Cada verso ha sido vertido por un alma sometida a certezas inútiles y a dudas rozagantes; un alma que está harta de perseguir días y decide hibernar a la espera de una primavera nocturna. Un alma que necesita aferrarse a la sacralidad como refugio contra la intemperie. 
Por eso no es de extrañar que sus versos sacudan el alma ajena ¿no es así?. Yo quería comentarle lo que sentía ante sus poemas y confesar toda la obsesión por Rilke que me había originado su traducción de Las elegías de Duino. Una traducción que ni siquiera fue superada por la que hizo Juan Rulfo, de quien esperé una mayor cercanía con la sensibilidad rilkeana.
Sé que tener una conversación con alguien sobre tales temas carecía de importancia para ella, si ese alguien no la conmovía hasta los huesos. A veces intercambiábamos palabras en torno a un autor o a un suceso aislado, pero al terminar su café, se alejaba. Nunca pude decirle con sinceridad cuánto me interesaba lo que escribía y tal vez enterarla de que yo también me enfrascaba en esos torbellinos.
Puedes decirle a alguien “Mira: estoy vendiendo una bicicleta” y algo responderá. Porque no albergará dudas de que vendes una bicicleta. Es más cuesta arriba decir: “Mira: soy poeta. Hablemos de poesía”. O algo así como “mire, señora, usted me ha enviciado con las elegías de Duino” o “mire, señora, usted me ha echado a perder las emociones simples con esos poemas suyos”.
Cualquiera se cree poeta pero eso es algo que solo se comprueba largando los pedazos de años y de sueños en una sucesión de hirientes bellezas. El alma es como una guitarra cuyas cuerdas son las palabras. Es un instrumento que se afina viviendo y muriendo intensamente al mismo tiempo. Si no sabes afinar ese instrumento es probable que tampoco lo sepas ejecutar con propiedad. Y lo más importante es tener conciencia de alegría. Identidad de alegría. Alegrarse porque la vida se deja vivir y revivir aun siendo tan misteriosa.
Quería entablar con ella largas conversaciones y saber más de su interioridad. Una ambición desmedida de parte de cualquier hombre, de cualquier persona. Porque Hanni Ossot vivió cada minuto de su vida macerándose, curtiéndose, destilándose en poesía. Ella se entregó toda al sonido del sentido, a la hondura del conocimiento. El deseo de decir algo que la conmoviera más de lo que estaba conmovida la motivaba y la agotaba ¿cómo podía ser fácil enhebrarla y conocerla? 
Nunca ocurrió el intenso y prolongado diálogo que anhelaba con ella: Hanni bebía unos instantes el café con nosotros, yo notaba angustiado que ponía poco café en su taza. “Va a desaparecer en dos sorbos” pensaba. Y en efecto: demasiado pronto la taza descendía después de haber convertido su boca en una herida. La Poeta se iba a otra parte de la vivienda a continuar con sus soledades y sus lecturas.
Sé que ella leyó Elegías de Duino con más emoción y detenimiento que nadie. Yo, que me he dado cabezazos contra los muros de esa mansión celestial nunca me empeciné tanto con las elegías de Rilke, aunque sé que esa es la altura, la elevación, la poesía que viaja como el humo.
¿Quién, pues, si yo gritara, me oiría entre la jerarquía
de los ángeles?, y si repentinamente uno me llevara
hacia su corazón, yo me desvanecería ante su más fuerte
existencia. Porque lo bello no es más
que el inicio de lo terrible, que todavía apenas
soportamos,
Y lo admiramos tanto porque serenamente
rehúsa destruirnos. Todo ángel es terrible.
Así fluye su traducción en la primera elegía y sé que ese es Rilke, un Rilke completo vertido en perfecto español. En el prólogo de su traducción Hanni escribió:
“El tono de las Elegías es lento así como lo es también aquello que Rilke exige de nosotros. Se trata de una paciencia convertida en transformación. Esta transformación es profundamente religiosa, no al modo de la religión cristiana, sino al modo del hombre desasistido existencialmente que decide desde el morir toda fundación. No hay para nosotros madres que nos amparen ni amores sino una profunda soledad. Rilke entiende la muerte no solo como un desfallecer sino como aquello por cuyo contacto llegamos a ser, como si la vida se reafirmara a partir de la muerte”.
Más adelante completa la idea:
“A esta preparación frente a la muerte Rilke opone la prisa del héroe y de los amantes; ellos son siempre los urgidos y la pena en el desgastarse. Ellos son los que andan como si no hubiese lugar. Para Rilke se trata de hacer lugar, de hacer pertenencia y casa. La modernidad de Rilke radica en esto, en saber que el hombre carece de lugar”
La segunda elegía, en cualquiera de sus versos, muestra cómo la magia de Rilke se llevó en sus garras doradas los restos de una temblorosa y sublime Hanni:
¿Sabe pues a nosotros el espacio del universo
En el que nos disolvemos? ¿Capturan los ángeles,
realmente, solo lo suyo, su propio desbordamiento,
o se encuentra a veces en ello, como por error, un poco
de nuestras naturalezas? ¿Estamos nosotros tan solo
mezclados a sus rasgos como la vaguedad en los rostros
de las mujeres embarazadas? Ellos no lo advierten
durante el remolino del regreso hacia sí mismos. (¿Cómo podrían notarlo?)
ARRÁIZ LUCCA
El poeta Rafael Arráiz Lucca era un gran amigo de Manuel y de Hanni. Él la entrevistó y la escuchó con devoción.
Rafael opinaba: “…uno de los más intensos, trágicos y profundos poemas que se han escrito en Venezuela es “Del país de la pena”, contenido en el libro El reino donde la noche se abre. De él he afirmado: “Es un poema metafísico en la medida en que trasciende a partir de su particularidad, haciendo que la materia nombrada se esfumine ante la preponderancia de ese otro que subyace en su búsqueda. Es un poema de angustia religiosa en tanto que es plegaria del perplejo, del que padece la incertidumbre. Es poema polifónico porque a través de esa única voz, íngrima e implorante, hablan muchas de sus voces interiores, su multitud secreta”.
“En una entrevista que sostuve con Hanni para la revista Imagen en 1986, con motivo de la aparición del libro, señaló: “Ese poema fue escrito una noche de noviembre de 1985 entre las diez de la noche y las cuatro de la madrugada. Aquello fue terrible: escribía, me levantaba, me asomaba por la ventana, me sentaba otra vez. Ha sido el poema más largo, intenso y complicado que he escrito en mi vida”. Y así fue, nunca más fue médium de un poema de tal longitud ni tan estremecedora vivencia. Debo decir, para que no quede ningún género de duda, que su obra no se reduce a ese poema excepcional, pero tampoco puedo dejar de señalar su radical importancia para nuestra historia de la poesía. Ossott alcanza en esta segunda etapa a darle expresión a sus voces interiores, y estas voces se articulan a partir de la experiencia de la exterioridad. Un paisaje, un sonido, un acontecimiento gustativo puede servir de puente para la aparición de esa voz profunda. De modo que esa voz no surge descontextualizada, abstracta, sino interpelada por alguna circunstancia exterior”.
MANUEL TAMBIÉN LO SINTIÓ 


Manuel Caballero, quien la apoyó con amor y nobleza y vivió todo su proceso de elevación y de angustias, escribió para Arquitrave, la revista del poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio, una introducción para una selección de poemas:
“Puedo decir que Hanni no escribía poemas sino que los vivía con una intensidad que rara vez he encontrado en otro artista. Puedo dar un testimonio, pues siempre me había burlado de la idea romántica de que un poema podía surgir completamente armado de la cabeza y el corazón del poeta (estoy consciente de lo ramplón de la vieja comparación jupiterina, pero no se olvide que no soy poeta, y que a la prosa de prisa la visita el lugar común con mayor frecuencia que al resto de la escritura). Nunca me había tragado aquella leyenda de Samuel Taylor Cooleridge visitado por el demonio de la inspiración para escribir su Kublai Khan.
Una noche tuve la prueba de que me equivocaba en mi escepticismo. Habíamos bebido un trago de ron para cenar, pero Hanni apartó su plato, y se encerró a escribir sin interrupción hasta la alta madrugada, cuando se echó a mi lado, todavía temblorosa y sin poder dormir: acababa de escribir El país de la pena, tal vez su texto más emblemático, incluido en El reino donde la noche se abre”.
Ah, Manuel. Estando en Chile con Salvador Garmendia alguien le preguntó “¿Usted es poeta?” y él respondió: “No. Yo soy poeta consorte”.
Ella lo alude en varios poemas y le dedicó uno que tituló así:
MI AMOR YACE EN UN POZO
Déjame escribir
al menos escribir
es lo mínimo que se puede pedir
La noche está fresca
y no hay casi carros por las calles
Las flores están floreciendo a su manera pero es de noche
y las flores también tienen un modo de florecer al anochecer
también
–me imagino
que “hay amores que matan”
pasiones, grandes pasiones.
Mi amor, mi gran amor, yace en un pozo
allí florecen raras flores
flores que no saben cantar ni bailar
todo es mustio allí
Me he entregado a un amor raro
sin nervios
sin locura
sin gritos
ni pasión
puro intelecto
al menos déjame escribir
esta noche
un poema
al menos se trata de una pasión.
Manuel fue afortunado y ella también. Él la conoció leyendo a solas y en voz sincera sus poemas. Rebotando su cuerpo y sus palabras en las paredes de arena y cemento y en las paredes de su casa perdida, el hogar en donde su alma fue infantil y fue adolescente. Manuel Caballero me orientaba respecto a la historia, me clarificaba el país. Su amada Hanni destruía mis clichés:
LA MORDIDA PROFUNDA
Hay una mordida profunda
incisiva
en el centro de mi sexo
por la cual yo me erijo como yo misma
y soy,
y poseo y dono.
Regalo mi cuerpo y mi ansia.
Hay una mordida en mí
que doblega al otro
lo arrodilla, lo inclina
por esa mordida se abre un vasto mar de vacíos
vértigos
precipitaciones
abismos
Me cruza una pendiente
me traza un precipicio
en el amor...
y en todas mis secretas junturas
con cuido, con recelo, tú te avienes a mí
y no me sabes.
AMABA A BORGES
Hanni era una poeta para leer como quien limpia el piso con la frente, buscando la hondura, el tuétano. Era necesario leerla de una manera honesta y amorosa. Ella sabía que la poesía y su sangre eran lo mismo. Repito unas palabras suyas que han sido citadas muchas veces:
“Descender allí, desde las alturas diurnas de la conciencia a esa zona mediana y crepuscular, otorga alegría al poeta. Habrá entonces para él un festín. Los dioses porque no puede ser de otro modo le otorgan el beneficio de probar riquezas. No importa cuán fuerte pueda ser el plato. Horror, dicha, hastío, pasión. Frente a ello debe conservar el pie en la frontera para no sucumbir. Amarrado al mástil debe rezar la Letanía que lo mantiene al barco. Y es que la poesía es también la práctica de un ritual. El mismo sitio, el mismo escritorio, la misma pluma. El mismo miedo que nos invita a separarnos del papel, lo que no queremos hablar con los otros ese día para que no nos disturbe. Lo que no queremos escuchar de la poesía misma... porque hiere”.
Aparte de Rilke, Jorge Luis Borges era otro autor que captaba su interés. Como infinidad de personas ella leía a Borges pero con más pasión. Y lo escribió:
“Durante la larga noche en que murió Borges yo estaba en mi estudio. Revisaba qué libro de poemas podría leer en ese momento. Recorrí toda mi biblioteca y me detuve ante sus Obras completas editadas por Emecé Editores. Las coloqué sobre mi mesa de trabajo y me dirigí a la ventana para ver la Noche. En ese instante sentí que una gran bola de fuego cruzaba el Universo, de manera elíptica, para encontrarse con otra gran bola de fuego, en una suerte de beso de amor.
Me dije: ése es Borges, ha muerto y va a encontrarse con Heráclito. Uní mis manos en actitud de rezo y recité:
“Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado…”
Hanni cuenta que después escogió al azar un poema de Borges y le salió El tango.
“Recé El Tango, con voz ronca y con ritmo. Mi marido se despertó. Me dijo: ¿Qué haces Hanni? Leo a Borges—le contesté. No le dije que Borges había muerto, ni que yo rezaba. Recibí su regaño con pasividad”.
Hanni le puso continuación a esa historia:
“No puedo explicarme este hecho sino por la palabra consustanciación… ¡He amado tanto a Borges! Recuerdo que una vez casada, con mi primer marido, él me manifestaba sus celos de Borges. Y es que leía en la cama una y cien veces Las Ruinas Circulares”.
APROVECHO LO DE BORGES
Creo que una mayoría de lectores admiramos y queremos a Borges. Yo cito a Borges hasta cuando hago la declaración del impuesto sobre la renta. Y pude hablar con él y decirle “soy un lector suyo”. Pero también he admirado y querido a Hanni Ossot y no pude expresarle esto que hoy escribo.
Y aferrado a esa razón, ya que nunca pude hablar con ella lo suficiente, lo necesario para ser un mejor lector de su desgarrado y sublime esfuerzo poético, me pregunto, antes que cualquier procacidad insensible lo haga: ¿ha sido acaso una tontería escribir sobre su poesía en tales términos? ¿Una palabrería inútil?
Y dejo que sea la poeta Hanni Ossot quien responda, aprovechando la posibilidad de tomar sus palabras y colocarlas aquí con la alegría que me proporciona fingir que estoy conversando con ella.
“La poesía es riesgo puesto que es alma. Desde el alma vivimos en el riesgo. Todo en ella es aparentemente inconcluso, provisional, equívoco, sombrío. La moralidad no entra en ella. Por eso la poesía es amoral, carnal, sangrante, doliente. Ni el alma ni la poesía están hechas para los acomodados. Pocos políticos acuden a ella, apenas recitan versos en recepciones y espectáculos. Quienes se entregan al alma y a la poesía trabajan desde la imagen del marinero que lucha en el mar. Adivinando, profiriendo invocaciones, escuchando la caracola”.
¡FUERA EL LEXOTANIL!
CIAO BAMBINO…
Y entonces invento que le comunico, para terminar de una vez con esto:
-Hanni: eres una casa habitada por emociones nuevas y sentimientos antiguos. Hanni: eres un torbellino de emociones y sentimientos atrapados en una casa sagrada. Hanni: tu cuerpo todo es un pensamiento.
Y ella, magnífica señora poeta, responde, usando algunas líneas de un poema suyo:
“Aunque es inevitable que alguien llegue. Por la ventana entra la luz, el viento, el ladrón, el amante, la naturaleza... A veces se ansía compartir, a veces no. No siempre están las puertas o las ventanas abiertas”.
Y murmuro, pensando también en Manuel, quien se hizo merecedor del extraño amor de una flor de cúspide:
-Gracias, Hanni.

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Para traducir a Hanni Ossott no basta entender su poesía

Luis Miguel Isava habla del trabajo de trasladar al inglés el poemario "Espacios para decir lo mismo". La reedición de Letra Muerta será presentada mañana en la Ferial Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo, Filuc.






                DULCE MARÍA RAMOS

Para traducir a Hanni Ossott no basta entender su poesía

¿Qué es ser poeta? /Llorar. /Llorar. Infinitamente. 

Así vivía la poesía Hanni Ossott (1946-2002), una de las grandes voces femeninas de la literatura venezolana y con una notable influencia de Emily Dickinson y Rainer María Rilke. Hoy gracias a la editorial independiente Letra Muerta, el lector podrá sentir nuevamente la contundencia de sus versos y palabras con la reedición de su primer poemario Espacios para decir lo mismo (1974), una edición bilingüe cuya traducción estuvo a cargo del escritor y crítico literario Luis Miguel Isava. El libro además está acompañado de fotografías y detalles de la vida personal de Ossott.

"En el caso de este libro, era preciso trasvasar al inglés un texto inscrito en una tradición de escritura con rasgos vanguardistas que tuvo mucho más presencia en las lenguas romance que en el inglés. En consecuencia, las resonancias con la poesía europea -francesa en particular- y con algunos poetas venezolanos, tuvo que perderse irremediablemente, aunque intenté, no sé si con éxito, poner en ingles algunas de las audacias verbales de esas tradiciones y quizá vincularla con la poesía de ciertos autores de lengua inglesa", explicó Isava.
"Un rasgo distintivo de la poesía contemporánea, al menos de una buena parte de ella, es que el texto poético responde menos a un sentido, a una intencionalidad. Resultaba muy difícil, entonces, guiarse exclusivamente por lo que se 'entiende' en un texto -que a veces es poco, o nada y que adicionalmente combina poesía con reflexión e incluso con narración- y por tanto, había que buscar traducir esas construcciones insumisas a la comprensión, guiados fundamentalmente por las sonoridades e intentando conservar las ambigüedades del sentido", destacó el crítico en relación al complejo ejercicio que implicó la traducción de este poemario.
Hanni Ossott estudió Letras en la UCV, donde también impartió clases por veinte años y sus jardines fueron el último refugio de sus cenizas. A lo largo de su trayectoria literaria publicó varios poemarios y ensayos reflexivos sobre el oficio y el arte poético. También recibió los premios de poesía Lazo Martí, José Antonio Ramos Sucre y el Premio Nacional del Consejo Nacional de la Cultura.
Sobre el primer poemario de Ossott, escribió Igor Barreto: "Hanni hace del discurso una forma de 'escritura infinita', incontenible, que va sumando ideas, imágenes y pensamientos con pasión y entusiasmo. En muchos momentos pareciera que tras la escritura de estas páginas anida una suerte de canto por lo humano, en su sentido más contradictorio pero también feliz".


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¿Por dónde transita Hanni Ossott en su poesía?
La poeta Esdras Parra, en el V Coloquio Latinoamericano de Literatura (Valencia / 2000), calificó al poema "Del país de la pena", perteneciente al libro "El reino donde la noche se abre" (1987), como una una "pequeña obra maestra"



                ESDRAS PARRA
¿Por dónde transita Hanni Ossott en su poesía?

Pocos poetas, en nuestro medio, viven su poesía como una pequeña prolongación de su existencia, como debería ser. Quizá como un hito en la lucha que sostienen dentro del mundo de las cosas y de su lenguaje. Hanni Ossott es uno de ellos. Ella vive su poesía, o la poesía vive en ella, la habita. Estos términos pueden ser intercambiables y significan que no se desprende de sí misma en la hora de escribir sus poemas. No se pone una máscara diferente a la que lleva su rostro. Por lo que cuanto dicen sus poemas debemos, con toda certeza, tomar en consideración con la seguridad de que es su voz y no otra la que habla, como si sus poemas fueran parcelas dolorosas, punzantes, que se desglosan de su vida, que ella entrega con la generosidad que es capaz.
Qué más demostración que traer aquí la visión de esa pequeña obra maestra titulada "Del país de la pena". Poema que se ha convertido en objeto de culto entre sus más asiduos lectores. Pues el desgarramiento interior que le exigió escribir de un tirón, en una noche, estas páginas esclarecedoras, no siempre es fácil encontrar en la historia de nuestra poesía. "Desgarramiento", "esclarecedoras", palabras fuertes que no escapan a los oídos de aquellos que me escuchan. Aunque sucede que yo quiero decir con ellas lo que significan como cualidades del poema de Hanni. No se debiera tener miedo a las palabras. Elaborar conjuntos más o menos discriminados a los que se les prohíbe su uso. Hanni misma es un ejemplo. En su poema, ella da rienda suelta al lenguaje y a la imaginación. Ambos juegan allí, libremente, en su propia aventura. Ella arriesga su verbo, y en ese arriesgarse está su secreto. Sólo está allí para conducir ese torrente de vocablos, reveladores de una batalla interior que no con mucha frecuencia otros han vivido. Si Hanni se pregunta incansablemente: "¿Quién soy?" -pregunta clave a lo largo del poema-, es su voz la que habla. Pero habla también la incertidumbre, la seguridad de saberse mortal, la soledad, la añoranza, la ausencia de identidad, la fragilidad misma de encontrarse en esta tierra, en el "país de la pena", y no tener asideros, la impaciencia honda de no poder reconocerse a sí misma, no saber quién es ni por qué está aquí. "Yo te he buscado para saber quién soy, y no sé quien soy".
Si su poema resulta a veces poco accesible es porque no deja que la atmósfera del mundo exterior lo inunde"
Se pueden leer esas imágenes que pueblan su poema como si se leyera el libro de la mente. Pero no se trata de una representación mental. Hanni se ha visto atrapada por el demonio de la poesía, lanzada en el trance de vivir lo que dicen sus palabras, cada una llena con el peso específico de su significado. La pregunta que se hace constantemente, pregunta que sirve como guía para adentrarse en el poema y apresarlo en su esencia, es una pregunta desesperada, porque la poeta está detrás o dentro de la pregunta misma como otra interrogación y no puede salir de ella. Hay ira, exasperación que solo se mitiga al expresar otras imágenes, pero el sosiego no está de su parte. Hanni se propone asir para siempre esa esfera dolorosa de su propia interrogante. Si su poema resulta a veces poco accesible es porque no deja que la atmósfera del mundo exterior lo inunde, no la deja circular en su interior para que las visiones se aireen y ella al fin quede libre.
Es posible imaginarla mientras lucha sintiéndose prisionera en las redes de la inspiración, inspiración torrentosa y tiránica. Sentirla frágil e indefensa, intentando desarticular su desamparo que es, por lo demás el de una mujer que sólo aspira a ser ella misma y su poema. Las va edificando con certera seguridad, accediendo a que entren en la realidad de su mundo. En efecto, la primera impresión que causa este poema es su fluidez, la espontaneidad con que el poeta urde el tejido de sus imágenes, dejando espacios entre los intersticios para introducir allí su pregunta. Ese rasgo hace que lo podamos sentir en la propia conciencia, quizá como lo sintió la poeta que lo compuso, como si saliera de nuestra propia voz, impregnado con nuestra desnudez y nuestra indeterminación.
 Se exige a sí misma una forma errática en el poema sin descuidar sus grados de intensidad: lo satura de imágenes"
Diálogo consigo misma, interrogación fundamental sobre sí y sobre su sentir: "¿Quién soy? ¿Soy los árboles, las plantas? ¿Acaso el mar?". Hanni busca no una respuesta a estas preguntas sino un espacio donde extender su voz, hacerla visible y audible. Porque la voz es la afirmación de la propia persona, y ella pide esa afirmación para estrechar esos vínculos con el mundo. Está ante el mundo, en el sentido rilkeano de esta expresión, gracias al rumbo y elevación de su conciencia. Aspira a experimentar totalmente lo que dice su poema. Tal aspiración es sólo un camino entre muchos caminos. Es arrastrada por su condición de poeta hacia el abismo de su poesía. En el fondo oscuro y denso donde se mueve con su carga de vivencias, Hanni se vuelve ajena a su lenguaje. Necesita desprenderse de sus significaciones a fin de establecer con firmeza su realidad. De ahí que para ocultar su ansiedad, acaso para anularla se exige a sí misma una forma errática en el poema sin descuidar sus grados de intensidad: lo satura de imágenes. Se aferra a esa imágenes tratando de encontrar un punto de apoyo, una suerte de iluminación que puede estar fuera de su poesía. Incorpora su anhelo a las imágenes para imponerse a ellas y lograr una soberanía absoluta. Su propósito final es hacerse de una de su poema y, a la vez, introducir los signos inequívocos de su mundo: sus inquietudes, sus intuiciones, los misterios para los cuales no tiene respuesta.
Su poema está dirigido hacia una meta que es, por igual, un punto de partida: la revelación de un yo sin identidad. Hanni no se niega a recibir las influencias de las vicisitudes de su camino. Estas constituyen etapas en el proceso de llegar a su límite. El yo de Hanni no es un espejo que se refleja estáticamente a sí mismo. Es, por el contrario, la conciencia activa y vigilante de querer volcarse hacia los otros y entregar a ellos su mensaje, establecer una conexión con las voces semejantes a la suya, los que quieren escucharla y se enfrentan a esa sutil aventura. El diálogo, pues, no se queda detenido en una sola presencia, intenta proyectarse en la claridad de su mundo y recoger su eco. La poeta no solo habla para sí, habla también para los demás. No se cree en posesión de verdad alguna, la única verdad que sostiene es la de la certidumbre. Cuando se pregunta: "¿Quién soy?" es porque esa interrogación anuda bel lazo que la lleva al mundo de los otros. Ellos no son un mero reflejo sino aspectos desconocidos de su propia persona. Necesita interrogarse sin esperar una respuesta, para entregar en su peculiar realidad, en el peligro que significa ser el centro mismo de su poema.
Hanni parece incansable en esta búsqueda angustiosa. Se sobrecarga de confusión, aviva los detalles de sus imágenes para bajar la tiniebla de su noche. Persigue su voz, la acorrala, reflexiona sobre ella. Pretende que esa voz sea la metáfora de todo lo que la rodea. Quizá por eso requiere escuchas, y se dirige a reconstruir el presente que la acerque a quienes la oyen. Su voz tiene la cualidad del grito: "¿Quién soy? ¿Una ruta? ¿Un cambio? ¿Dime quién soy?". Espera que su voz, su grito lo haga reconocerse en su poema. Quiere ver el esplendor, la belleza asumir el amor del mar, la melancolía de la Tierra y apresurarse hacia el "país de la pena": "¿Adónde, adónde?". Se encamina hacia la duda. Primero el abismo. Hanni descansa en la profundidad de la duda. Corre a las bastas distancias que le revelarán, por fin, el misterio de los ausentes, los seres queridos, el misterio como la única verdad que no le ha sido revelada, el lado de la vida que no conocemos. La pena que siente es como una hoja suspendida en el vacío. El aire enrarecido la deja pasar: Da libre curso a su grito. Hay una abertura en ese cielo de su sufrimiento: "padezco", "quiero obviar el dolor, el horror. Olvido. Olvido". Esa hoja debe soportar el peso de tanta luz, de tanta tiniebla, de tanta invalidez y desazón. Porque tiene que mantenerse firme en la carencia y en la humildad y ser ella misma dentro de su poema.
¿Por qué se empeña en tratar de unir su ser con su poesía? ¿Por qué ese anhelo de llegar al dominio de los otros? El mundo se mueve a su alrededor, pero ella borra sus huelllas. No desea permanecer en un solo lugar. Los otros, decididamente, no son su reflejo. Pone en movimiento su deseo de identificarse con los otros, con la Tierra, el viento, el mar. Los otros son una aventura extraña, una fatalidad. Asume que su poema debe encarnar en ella misma. Solo así puede responder a su eterna pregunta y ser, además, las colinas, riberas, agua bañada de luz, el pájaro que enterró en el jardín, y dormir bajo tierra para que todo pase. Olvido, olvido, grita en medio de la resaca. Por fin la fusión se realiza: "Estoy extenuada". Indaga en los otros como si indagara en sí misma. Está frente al mundo. Camina hacia lo abierto, que no es el espacio ni el cielo sino todo lo existente: las imágenes que atrapa en la vigilia e incorpora a su poema. Ve objetos, representaciones. El mar es un suspiro. Sólo trae barcos llenos de invalidez, barcos enfermos, antiguos dolientes, con sus luces, sus banderas, los cañones, las invisibles balas. Significan la llegada, el arribo. "¿Quién oye? ¿Quién está allí? ¿Quién habla?". Habla ella porque su voz se aísla. Se amalgama con la voz de la naturaleza, la voz de la tierra. Es el enigma, lo innombrable, para lo cual no hay palabras, ni voluntad de crearlas, ni imaginación. Ella se ha convertido en un muro. Escucha el silencio que la rodea. Vuelve sobre sus pasos cerrando su círculo: "Es la luz de la Luna lo que hoy me ilumina".
II
No sé cuantas veces he vuelto a este poema y en cada lectura siempre encuentro algo nuevo que me conmueve. Su lenguaje fluye libremente o tropieza, es dúctil, áspero, fuerte. Corre como un torrente sobre piedras lavadas, forma remansos o rápidos en su trayectoria. En mi mente se transforma como si surgiera de la sombra. De la sombra, de las desdichas, de las penas de la autora, que no necesito sino sentarse a su mesa, en su "cuarto propio", una noche escribirlo o dejar que la fuerza ciega de su impulso primigenio y el sonido febril de su voz hicieran el trabajo. Hanni parece inspirarse en la idea del ser; en el sentido que Heidegger, su mentor, su maestro, da a esta palabra: el fundamento de todo lo existente. Sería interesante investigar hasta qué punto el pensador alemán ha influido en su poesía. Ella, que por sus raíces germánicas siempre se ha sentido cercana a los poetas y pensadores de esta cultura: Goethe, Hölderlin, Nietzsche. No debemos olvidar que a Hanni debemos una de las mejores traducciones de las Elegías de Duino de Rilke.
Por su deseo de abarcar la totalidad etimológica de las palabras, creo que el dominio desde el cual la poeta habla tiene cierto principio en esa lengua. Ella dilucida su pensamiento y afirma desde allí su armonía. La estructura de su poema es sencilla y, a la vez, compleja. Se deja arrastrar por la presión y el movimiento de las imágenes sin perder su vigilancia, su control. Su dolor es dosificado. ¿Cómo intentar una interpretación de este poema? No me creo capacitada para hacer un análisis. Yo sólo lo leo, una, muchas veces, intentando en su lectura dejarme llevar por su agitación interior, por su tiempo, su sonido, los principios semánticos que lo unifican. Percibo allí la ansiedad de la poeta, su desamparo, su sentimiento de inutilidad, su resignación, el fracaso de su mundo. Siento que ella va a la deriva dentro de su oscuridad. Tantea las sombras. Ciegamente va hacia la luz, sin encontrarla. Su pregunta es un grito que surge desde espesas tinieblas, las del ser que no podrá alcanzar, contra las que lucha. No busca una identidad, no desea encarnar su propia imagen, a pesar que ese impulso es los que la sostiene. ¿Se identifica con las cosas que nombra? Primero soy una pena, dice, luego el soportar. Sobrelleva el peso de su vacío, este es su única certidumbre. Desde ese vacío toma fuerzas para soltar su grito: "Soy un cuerpo cansado de tanta errancia". Intenta al fin encontrar un descanso, una identidad y encontrar para siempre el dolor, el horror, los abandonos, las distancias, el llanto.
Yo que he pagado un precio muy alto por proteger mi vida, puedo decir que Hanni ha pagado el suyo"
Con tanteos, venciendo dificultades, vacilaciones, pero al mismo tiempo dueño de una absoluta seguridad, un manejo consciente de su lenguaje, Hanni ha avanzado reciamente en su poesía. Este poema podría ser el climax de su obra, por su situación y el vigor de su verbo, situado a medio camino entre sus primeros y sus últimos libros. Libros que son como hitos en su ruta hacia la creación de su mundo. La poeta ha buscado el ascenso, y así como explora la obscuridad de su pasado, esas "sombras", se hunde también en la niebla del presente. Su voluntad está dirigida a alcanzar la plenitud del ser como equilibrio de todo lo que existe. En su poema, quiere abarcar esa plenitud que es, además, la plenitud de la Tierra. Canta desde esa instancia, como canta también desde lo oscuro. Escucha lo oscuro. Oye lo profundo. Al ascender, se siente bañada de luz, la luz de esa revelación que hasta el momento no había sido señalada. Su pregunta nunca obtendrá respuesta. Tal negativa se incorpora a su voz. La recibe como si fuera una dádiva. Una dádiva que viene de la noche. El silencio, el vacío es la única información. ¿Por dónde transita Hanni en su poema? Ella no lo sabe. Se aferra a su imploración y se apresura a llegar al abismo. Va hacia lo invisible. Reconoce en lo invisible, como Rilke, "una jerarquía más elevada de la realidad". Es decir, de su salvación.
¿Se ha enriquecido nuestra poesía con este poema? Ciertamente. Sería absurdo negarlo. Hanni, como poeta ha hecho allí un surco profundo. Creo, sin embargo, que no se ha reconocido en verdad lo que hay en él de fundamental, de revelador, Las visiones agudas que suscita. Las ramificaciones que parten de sus imágenes. El poema permanece como la voz de la poeta que nada desvanecerá, que se escucha entre las líneas del poema. Hanni muestra su rostro. Lo muestra y lo oculta. Se pone una máscara. Pero deja que el poema siga solo su camino. Lo abandona para que se encuentre a sí mismo. Nadie sabe hasta donde puede avanzar en ese camino. La poeta es finita como todo mortal, aun no sabiendo lo que hay en ella de mortal.
Yo que he pagado un precio muy alto por proteger mi vida, puedo decir que Hanni ha pagado el suyo, y quizá su precio se aún más alto. Ahí está su poesía para atestiguarlo. Esos libros lanzados como hojas en el viento, como mensajes cifrados dentro de una botella sin posibilidad de llegar a destino.
Este poema que es una leyenda nos da, justo, la idea del precio que ha pagado por tratar de proteger su vida. Protegerla de las penas, de las desgracias, la incertidumbre, la mirada de los otros, el pensar de la gente. La vida de Hanni ha girado en torno al círculo concéntrico de sus preocupaciones más íntimas, que es el objeto de sus poemas: los sentimientos, los seres queridos, la casa, el amor, la feminidad, el pasado, la muerte. Todo ello está contenido en este poema. Como el anhelo de rescatar su vida, protegerla de la desolación para lanzarla con su pensamiento a la aventura.
La memoria ha poseído a esta poeta desesperada. La memoria y la acción. La ira, el sosiego. La voluntad de llegar a su corazón. Si todo esto ha sido malo... ¿entonces?. Se adelanta en la búsqueda de su poema. ¿Puede ser atrapado aún? Ella es su poesía, la lleva hasta el límite de lo oscuro por el solo deseo de hacerlo transparente. Por la desposesión de su ser. Hay perplejidad y asombro en su lenguaje. El asombro y la perplejidad del niño que hay en ella. Un viento la empuja. Atónita, se mueve en espiral. Acuna en sus brazos ese niño que nunca tuvo. Lo acaricia en su imaginación.
En la tarde, cuando el sol se ha ocultado tras el horizonte, un poco cansado, con el libro abierto en la página leída tiempo atrás, esta mujer menuda, nerviosa e impaciente se acerca a la ventana y contempla las montañas próximas, el perfil abrupto de la ciudad erigida sobre colinas boscosas que le hacen recordar su infancia y le traen el perfume del vestido de su madre muerta en otro siglo. "No tengo cara", dice, y sin embargo no puede detener el asomo de una lágrima.
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Penúltima carta a Belarmino




ATANASIO ALEGRE
      
Cuando le fue otorgado a Marcel Reich-Ranicki el Premio Hölderlin, comenzó su discurso de agradecimiento con las siguientes palabras: “No, yo no le amo, a ese Friedrich Hölderlin”. Reich-Ranicki figura como uno de los críticos más importantes y respetados de la literatura alemana. De modo que estas palabras iniciales, aunque luego las matizaría explicando la diferencia entre amar y apreciar y declarando, en su momento, que nadie había llegado a la altura poética de este poeta suabo, del que ya antes había dicho otro escritor, Stephan  Zweig, que el ritmo de los versos de Hölderlin eran el reflejo del infinito, aquella expresión quedaría como una cifra en rojo en el haber del crítico Reich-Ranicki.
Pero Hölderlin no solo fue poeta, sino uno de los más grandes prosistas en alemán, capaz de elevarse a los cielos de lo sublime o bajar a los infiernos de la bajeza más horrible. En el lenguaje de aquellos días fue un neurasténico de los que describe en su Psicopatología Karl Jaspers. Hoy hablaríamos de una depresión reactiva, una de las que no conducen al suicidio como la depresión endógena de Heinrich von Kleist, otro de los poetas claves del romanticismo alemán que terminó suicidándose.
Pero no divaguemos, hablé antes de la excelencia de la prosa de Hölderlin para desnudar la situación de la Alemania hollada por las tropas de Napoleón y el miedo al terror desatado por la Revolución francesa en París que pudiera trasladarse a Alemania. Aquello de que “dos genios nos acompañan a nosotros, los poetas, la esperanza y la gratitud”, perdía de pronto la razón  de su significado.
La singularidad de la prosa de Hölderlin aparece de manera especial en su única novela titulada Hiperión cuya primera parte, una vez concluida su formación en el seminario protestante de Walterhousen donde fue condiscípulo y amigo entrañable de Hegel, se convirtió en su ocupación fundamental y absorbente. Hiperión es una novela epistolar.
No habrá que olvidar que, cuando aparece en 1797 esa primera parte de Hiperión, dominaban la escena literaria en Alemania Goethe y Schiller y entre los filósofos que contribuyeron a la formación filosófica de Hölderlin pontificaba Johann Gottlieb Fichte desde la ciudad de Jena con absoluto dominio. A juzgar por el resumen de la doctrina de Fichte que hace Hölderlin en una de las cartas a su hermano, es difícil encontrar un análisis tan conciso, y a la vez tan explícito, sobre el pensamiento de ese maestro como el que contiene esa carta de Hölderlin.
Pues bien, ese año de la aparición de la primera parte de Hiperión, Hölderlin se ganaba la vida en Frankfurt como preceptor del hijo de una familia burguesa. Hegel, a quien había ayudado a conseguir también un puesto de preceptor con otra de las familias de la ciudad del Meno, se convierte por aquella época, además del amigo de siempre, en confidente con el cual comparte sus secretos. Y uno de ellos era que estaba profundamente enamorado de la dueña de la casa donde ejercía como preceptor de uno de los hijos.
Esta primera parte del novela Hiperión, por otro camino, apareció con una extraña dedicatoria sin indicar el nombre de la persona a la que estaba dirigida: “A ti. ¿A quién si no?”.
Este “A ti” correspondía a una tal Susette, que era la esposa del señor Jakob Gontard, jefe de familia y empleador del preceptor. Debió de haber desde el comienzo, a una primera inspección, tanto por parte de ella como por la del preceptor, algo más que una cierta inclinación platónica, porque en septiembre del año de la aparición de esa primera parte de Hiperión, una noche el tal Gontard recriminó en un francés aprendido –ya que ese era el idioma de la aristocracia de la ciudad de Frankfurt en aquel tiempo– y en presencia del preceptor, a su esposa de dispensar un trato excesivo al servicio. Hubo una reacción inmediata por parte del preceptor, que si no se llegó a las manos fue porque una mirada a tiempo de Susette fue capaz de calmar la ira del preceptor, que esa misma noche abandonó la casa y el cargo.
Así fueron pasando los días en los que no faltaron episodios depresivos en la vida de Hölderlin que siguió escribiendo poemas, y cartas tanto a su madre como a su hermana y a su hermano, y en secreto a Susette, en las cuales, leídas hoy, se puede seguir la pista de los estragos que poco a poco iba dejando, intermitentemente, la enfermedad en la vida del poeta, a pesar de contar ya con el reconocimiento de Goethe, si bien llegaría a decir este sumo sacerdote de la expresión que no dejaba de ser peligroso tener como vecino a un hombre como aquel, por la competencia, sin duda, que podría representar en el hacer poético de ambos. Cosas de la literatura de todos los tiempos, claro. Llegaría así la publicación de la segunda parte de Hiperión. “Alegre vuelve a casa el navegante”, exclamaría al respecto en un poema en su ya habitual andadura literaria. Esta vez la dedicatoria fue para otra mujer de la nobleza, quien como agradecimiento le regaló un piano. Que no se me olvide decir que Hölderlin fue un músico con talla de concertista, con la flauta solía acompañar a Susette la mujer con la que debía haber llegado a formar pareja –venciendo los obstáculos que ella estaba dispuesta a superar, llegado el trance– de no haber sido por el hecho de que todo el tiempo de que disponía Hölderlin no le daba más que para ocuparse de sí mismo. Del cultivo de su propio yo.
Y es ahí, en esta segunda parte, en una de las cartas dirigidas a Belarmino que componen el argumento y la prosa de Hiperión, la penúltima, por cierto, la que personalmente me ha motivado a escribir la presente nota. Describe, como apreciará el lector ( si el ánimo a ello le lleva) cuál es la situación cuando un país, después de haber sido invadido violenta o en concierto con el poder que regía sus destinos en el momento en el que se produce la invasión, las lacras y las verdaderas razones de esa invasión.
Una invasión engañosa, sustentada en una revolución, para evitar, entre otros eslóganes, que hubiera niños que durmieran en la calle, para que todos los ciudadanos fueran iguales ante la ley y que siendo el país uno de los más ricos del mundo, no había razón para que los beneficios de esa riqueza no repercutieran favorablemente en todos los estratos de la población, etc. etc., fueron las razones tan falsas, como  atrabiliarias para que se produjera, entre nosotros, la invasión cubana, iniciada, como  asunto de Estado, en tiempos de Chávez.
Pues bien, el resultado palmario con el que hoy nos encontramos lo describió ya Hölderlin ante una catástrofe nacional como esa, de una vez por todas, en la penúltima carta a Belarmino. La de Hölderlin fue la época del romanticismo, tan expresamente invocado, al menos en sus efectos, por la revolución llamada bolivariana en sus inicios.
Escuche el lector este fragmento y traslade el contenido al presente, usando ese procedimiento matemático de sustituir las cosas por su igual:
“Duras palabras son estas, pero debo decirlas, ya que son la verdad. No puedo imaginar que exista un pueblo convertido en añicos más de lo que está este...
...No menos lamentable es ver a nuestros poetas, vuestros artistas ya todos los que veneran al genio, aman lo bello y profesan su culto. Estos hombres, los mejores de nosotros, viven en el mundo como extraños en la propia casa, de manera igual al sufrido Ulises cuando, bajo la apariencia de un mendigo, se encontraba sentado ante su propia puerta, mientras los pretendientes insolentes se comportaban como amos en la sala de su casa, y preguntaban que quién había traído a aquel vagabundo”.

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CRITICA: CORONELES DE CAROHANA


                  AUTOR: JUAN PAEZ ÄVILA

                                  Por Daisy de Rosas
                                                           
                                 

                                                    Profesora de Literatura (UPEL). Postgrado en Crítica Literaria (ULA)

              
Al comienzo hermoso y conmovedor retrato del Indio José de los Reyes Vargas. Se resalta la reciedumbre de su personalidad y su fortaleza física.  Su mestizaje, revelado en su aspecto físico: tez de cobre, pómulos salientes, pelo lacio, estatura mediana, contextura fuerte. Revelado también en la espada colgante, el cabello encabritado, la disposición, a oír la voz de la sublevación, en contra de América o en contra de España. ¿Cuál patria amar la de su padre o la propia, América? Por un lado la influencia del Fraile Aguinagalde. Patética es la interrogante que le formula el Indio R.V.: “¿Padre, yo también tengo Patria?” (p.5)  Indefinición muy significativa de las circunstancias históricas. Grato leer esta referencia real o ficcional de aquellos albores de la nacionalidad nuestra. Por otro, está la influencia del padre Torrellas, realista, que lo atraía para la causa de la Corona Española. Terrible incertidumbre para el Indio Reyes Vargas.

Carohana y tierras aledañas constituyen el marco escénico de esta novela. Los colonos españoles, dueños de repartimientos y encomiendas, los indios Ajaguas, la violencia, el despojo, un mestizo que comandaba una tropa indígena, el coronel español Guillermo Vargas, la india Yaguarahá, los cujíes, son elementos fundamentales en esta historia. Transcurrido mucho tiempo Carohana llega a ser una gran ciudad. Satélites anticipadores nos permiten avizorar su futuro: “Una aldea convertida en ciudad y posteriormente en metrópolis, fundada, destruida y vuelta a poblar por los españoles de antes, de cuando eran los principales del mundo.” (p.6). “Las pretensiones de algunos blancos sucumbieron ante el filo de la espada, que uno de sus herederos bastardo aprendió a manejar. Los intentos de los aborígenes por ser los mismos se los tragó la sequía.” (p.9). Hay en estas citas un vaticinio. El Indio R.V. devastará esta comarca y la ciudad con sus huestes de indígenas, morirán muchos blancos y habrá una gran sequía. Acá apreciamos el empleo de la técnica literaria prolepsis (anacronía). Obsérvese que estamos en las páginas 6 y 9,  comenzando la historia.

“Lo que viene después, Dr. Bracho, es el terror de Carohana y una interminable  ola de violencia que no ha cesado de devastar nuestra tierra y no ha podido desarmar nuestros espíritus.” (p.11)¿Quién habla al Dr. Bracho?. Es Juan Manovuelta, quien está contando la historia, lo sabemos en la página siguiente. Pero quién es el narrador que cuenta que “Juan Manovuelta se levantó de la hamaca y se dirigió al grupo de personas que le oía atónito las anécdotas, las leyendas, historias y tradiciones que extraía del Archivo de la ciudad.” (p.12). Acá tenemos la presencia de dos narradores, lo que origina dos niveles narrativos: extradiegético, nivel de relato primario, el narrador es desconocido, aunque externo a la diégesis lo sabe todo de los personajes y más que ellos, sus atribuciones son ilimitadas, es un narrador implicado y subjetivo. Es el narrador primero. Intradiegético, es el nivel que surge dentro del relato primario, es un nivel secundario, a cargo de éste se encuentra Juan Manovuelta, narrador segundo. Posteriormente se manifestarán nuevamente estos dos narradores, cuyas denominaciones según la Narratología son extradiegético e intradiegético, respectivamente.
Señala el narrador intradiegético: “En esa casa de la esquina, Dr. Bracho, se reúnen los amos de Carohana, encabezados por los hermanos Vargas, descendientes directos, según algunos, del Coronel español Guillermo Vargas, y según otros del Indio y Coronel José de los Reyes Vargas. Algunos vinculados a las altas esferas gubernamentales, reciben los más altos créditos agropecuarios, que generalmente no cancelan. Otros reciben los contratos más importantes de las obras públicas que se ejecutan en la ciudad. No participan directamente en la política, pero nunca se han separado de los planes del gobierno. Manejan los hilos de la información política, que les permite tomar algunas decisiones comerciales y monopolizan los grandes negocios de la región…” (p.12). De los descendientes de los coroneles Vargas, el español y el indio, el padre y el hijo, trata esta historia. Juan Manovuelta es también narrador editor. El extraía del Archivo de la ciudad anécdotas, leyendas, historias y tradiciones, elaboraba artículos y los publicaba en la prensa de Carohana. Tales funciones le han sido asignadas por el narrador extradiegético, un ente de ficción también, es un personaje esencial que organiza la historia, la acerca, la comenta, ubica a los personajes en el tiempo y en el espacio, su misión es relatar la acción. Usa el estilo indirecto u oratio oblicua para describir ambientes, sentimientos, etc. y narrar acontecimientos, etc. también puede utilizar el estilo directo en diálogos y monólogos. Esta es una narración enmarcada (Narratología).

Esta novela es de mucha complejidad. Varias historias se entrecruzan. En un primer plano encontramos el empleo de la alternancia (modo del relato, nivel del discurso). La narración es simultánea. Se alternan capítulo por capítulo los episodios de la vida del Indio y los de las historias de los hermanos Vargas, sus descendientes. En un segundo plano encontramos historias intercaladas, otro modo del relato (intercalación). Son historias incluidas unas dentro de otras. La unidad de la novela es esencial. Hay atisbos de esto en algunas partes del relato. Observemos el fragmento citado -p.12. párrafo anterior. Nos presenta elementos y acontecimientos que se combinan en el desarrollo de la novela y dan origen a situaciones y secuencias, así se forman las historias. Constituyen estos personajes un árbol genealógico grande. Se nos da una visión global de sus estilos de vida y comportamientos. Todos tienen el mismo origen, son descendientes de los coroneles: el español y el indio. Fuerte es la ligazón de la sangre y de los caracteres. Esto le da unidad a la novela.
“El Coronel Antonio González, después de asistir a la inauguración de “La Jungla”, decidió fundar una Logia Militar…” (p.130). Esta cita hace referencia a un personaje implicado en la historia de los descendientes del Indio. Este coronel es nieto del Cojo González, también Coronel, de nombre Balbino González. Balbino es contemporáneo del Indio R.V., tiene una participación importantísima en la novela. (Ver Cap.XXXI). Acá apreciamos un vínculo entre la historia del Indio y la de sus descendientes, esto refuerza la unidad de la novela.

Hay dos puntos de giro en la novela. Con un incidente se inicia la historia del coronel Indio J.R.V., ésta consideramos es la historia principal. Convencido por el fraile Aguinagalde se incorpora al Ejército por la independencia. Se le designa como máximo Jefe Militar de la Plaza de Siquisique, en esto ocurre un fuerte movimiento de tierra, se cayeron varias casas y algunos de sus hombres resultaron heridos. Así la situación de se le acercó el Padre Torrellas y le dice que Dios ha enviado un castigo por desobedecer la autoridad de los Reyes de España, que vaya a recibir al capitán de navío el Coronel Monteverde, representante de los Reyes Católicos. El incidente del terremoto y la influencia del padre Torrellas hacen que el Indio cambie su posición. Estas son sus palabras: “Digale a Monteverde, que yo soy un soldado de los Reyes de España.” (p.11). Estas palabras marcan un giro en la acción principal. Tenemos acá un primer punto de giro. “¡Padre, entonces yo estoy con la independencia!”  Estas palabras del Indio son significativas de un nuevo cambio de posición ante la guerra. Surgen en un diálogo con el Padre Aguinagalde, quien le hace ver que debe sumarse a un gran movimiento por la creación de un país independiente. Este cambio constituye un segundo punto de giro. El  Indio se empecina en una lucha en contra de los realistas. La guerra la alternaba con las visitas a sus amantes. Pobló de hijos la sabana y serranías del cantón. Participó en la guerra por la liberación de Sur América, bajo las órdenes del General Pedro León Torres  y luego del General Juan Jacinto Lara. Rodeado siempre de violencia. Incierto es su futuro. Amenazado por sus enemigos, se sumerge en un mundo misterioso, inexpugnable, insólito. Aunque la guerra hubiera terminado su objetivo y preocupación es guerrear, es una necesidad vital. Los sucesos en este sentido constituyen la acción principal de la historia. El núcleo de esta historia es el guerrear. Es la acción que él enaltece, la que lleva su espíritu y le apasiona. “Búsquemele una partera, Padre. Los militares somos hombres para la guerra, no para ver parir a las mujeres.” (p.61), respondió el Coronel R.V. al Fraile Aguinagalde una vez que éste le comunicó los deseos de sus mujeres de que estuviera presente cuando el niño fuera a nacer. En otra ocasión le comunicaron que Alejandra, una de sus amantes temía un mal parto. El Coronel dijo “Lo peor que puede pasar es que el niño o Alejandra se mueran. Dios no lo quiera, Padre, Ud. le echa los Santos Oleos. Ya no puedo vivir sino en guerra.” (p.61). La novela contiene algunos elementos históricos: la presencia de los personajes el Indio y Coronel de los R.V., el Padre Torrellas, el Fraile Aguinagalde; las referencias a los liberales, a los conservadores, las costumbres de la época colonial; la mención de los generales Pedro León Torres, Simón Bolívar, la Guerra Federal (Cap. XIV).
Apreciamos en la novela, el rasgo de la coherencia. La novela presenta un registro y un lenguaje formales. De sintaxis compleja encontramos párrafos como el primero del capítulo XXX (p.252), del cual tomo la idea principal: Luz Marina, sumergida en un universo caótico, con el recurso del silencio, lograba una comunicación no contaminada con su amante el Dr. Bracho y sentía una irrefrenable necesidad de preservarla. “Lo oía tocar y cantar.” El narrador editor ahonda en la interioridad del personaje y crea ese hermoso y elaborado texto en el que se aprecia un uso elevado del lenguaje, es un registro elevado. Predomina, como en toda la obra, el empleo de la lengua culta (niveles de la lengua). En los diálogos se aprecia un registro no formalizado, es la lengua familiar (niveles de la lengua). También la coherencia se aprecia en la interacción racional y adecuada de los elementos que se combinan para construir las situaciones, episodios y acontecimientos. Por ejemplo los personajes interactúan según el nivel social al que pertenecen, según los lazos de amistad, por los asuntos en común. Además, en el comportamiento más o menos estable, continuado de los personajes. Los diálogos son pertinentes a las situaciones y naturaleza de los personajes. La ambientación se presenta apropiada a los acontecimientos. La evolución de la historia ocurre con logicidad aún con la anuencia de las anacronías. El uso del lenguaje se mantiene en la forma de lengua culta y en el registro elevado.

Las técnicas literarias, cuya aplicación hemos destacado en este análisis, constituyen elementos que enaltecen esta novela como obra de arte de las letras. En ello reside su valor estético y su literariedad. Se trata de resaltar la especificidad de la literatura, la cual vale por sí misma, por la creatividad allí manifestada, por el trabajo del lenguaje, entre otros aspectos. Este análisis no muestra la totalidad de los recursos y técnicas empleados por el escritor, es sólo una muestra. Dada la complejidad de esta obra, es mucho y muy interesante el material por investigar.

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José Saramago

 MEMORIAL DEL CONVENTO



Por Juan Ramón Rivas Pulido



La narrativa de ambientación histórica soporta diferentes diseños, estrategias, procedimientos e intenciones, según el talento del autor y la naturaleza de la investigación. Algunas son casi ficción pura, apenas ambientadas en la época, casi novelas de costumbres. Otras aparecen tan rigurosas que se acercan más a la crónica, a la relación sociohistórica. Así, pensamos que la validez de una obra enmarcada en ese subgénero se fundamenta menos en los pormenores, en la prolija descripción de sucesos y lugares, que en la trasmisión del espíritu de la época, su imaginario colectivo, su sistema de creencias y la valoración que de ellas hacían sus coetáneos. Para nosotros, sin desmeritar el formidable ejercicio de imaginación, ese es el gran mérito de esta extraordinaria novela, considerada la ópera magna del Premio Nobel de 1998, el portugués José Saramago. El elenco de la novela permite visualizar los acontecimientos desde ángulos distintos determinados por el grupo social, oficio, intereses particulares o grupales, mayor o menor religiosidad. En el desarrollo JS establece ciertos paralelismos, afines o adversos, para valorar un motivo composicional, como la muerte del hijo menor de la sencilla e inmediata Inés Antonia, y la del príncipe Pedro, ambos niños pequeños; la felicidad y la tragedia de los nobles y los pobladores, hermanados por la única realidad inevitable, la muerte. El tema general se estructura en función de las etapas de dos obras humanas para alcanzar el cielo. La passarola, la máquina de volar, es una invención maravillosa del fraile Bartolomé Laurencio; un fuselaje de hilos metálicos, mimbre y lona, cuyo mecanismo de despegue es una combinación de luz solar, éter, ámbar, imán y metal, pero el éter no es alcanzable mediante alquimia porque se trata de la inasible voluntad que escapa de algunos humanos. La otra construcción es un desmesurado monasterio que el rey Juan V ha prometido construir en Mafra para agradecer la dudosa fertilidad de su esposa, la reina María Ana. Los episodios fundamentales de la historia pueden ser el primer vuelo de la passarola, el cruel reclutamiento de hombres para acelerar los trabajos de construcción, el traslado de la famosa piedra de Mafra, una formación de sesenta y una toneladas; el paso del séquito real desde Lisboa hasta Elvas para el matrimonio de la princesa María Bárbara con el príncipe español que espera en Badajoz, la fiesta de consagración del monasterio, y estelarmente, en uno de los mejores epílogos que hayamos leído, la búsqueda del desaparecido Baltasar durante nueve años por parte de la abnegada Blimunda, porque esta novela es además una espléndida historia de amor. Baltasar Siete Soles es un soldado de regreso de la guerra donde ha perdido la mano izquierda; un día en Lisboa, presenciando las ejecuciones de la inquisición, conoce a Blimunda Siete Lunas, cuya madre ha sido condenada al degredo por reconocer que oye voces y tiene presentimientos. Pero la hija también es visionaria con una singular característica: si se levanta en ayuno es capaz de ver a las personas y los lugares por dentro. Para ella, es una condición natural: “No hay ninguna mujer que no tenga visiones y revelaciones, y que no oiga voces, las oímos todo el día, para eso no es preciso ser hechicera; mi madre no lo era ni yo lo soy” (p.107)

Después, la pareja conoce al padre Laurencio y se comprometen con él en la construcción de la passarola y en la recolección de las indispensables voluntades etéreas que solo Blimunda puede ver y atesorar en frascos. La pareja regresa de Lisboa a Mafra, Baltasar trabaja en la construcción del convento al igual que miles de hombres de toda procedencia, unos voluntariamente, otros obligados a la fuerza en un afán de grandiosidad que compita con las iglesias de Roma. JS muestra así el contraste entre la ostentosa vida de la realeza, la hipócrita sumisión de los hidalgos: “Media corte se reunía a presenciar los juegos de los infantes, sus majestades sentados debajo del dosel, los frailes secreteando satisfacciones conventuales, y los hidalgos componiendo la expresión para que ella muestre al mismo tiempo el respeto debido a los príncipes, el enternecimiento por su poca edad y la devoción por el santo lugar que se representa, todo esto en una sola cara” (p.288), frente a la miserable condición casi esclavizada del pueblo portugués del siglo XVIII, acosado además por las epidemias y reprimido por el miedo ancestral al Santo oficio, el inapelable tribunal de la inquisición. Así que pretender volar valiéndose de un invento casi mágico representaba un desafío a todo establecimiento, conquistar el cielo mediante la inteligencia humana debía permanecer en rigurosa discreción. Finalizado exitosamente ese primer vuelo, el padre Laurencio pierde el juicio y desaparece, aparentemente ido para España, pero Baltasar y Blimunda se dedican secretamente a cuidar y mantener la passarola oculta en el bosque; sus periódicas visitas son una razón de vida. La pareja es expresamente amorosa, se acarician y besan, muestran su incondicional solidaridad y aunque no procrean son sensuales, incluso ya envejeciendo: “Nada existe que conserve tanto la juventud como guardar un secreto”. (p.311)



Otros personajes importantes son: Manuel Milho, una suerte de episódico cuentacuentos que funciona como demarcador dramático; Francisco Marques, quien pierde la vida en el traslado de la piedra, José Pequeño, el boyero contrahecho, conforme con el mundo; Álvaro Diogo el ascendiente y laborioso cuñado; Doménico Scarlatti, músico de la corte fascinado por la passarola; Joao Francisco y María Marta, padres de Baltasar. 



Finalmente, cierta postura de gran desacralizador intelectual y moral, sumada a su orientación ideológica y su modo de vida, concitaron para el autor elogios y denuestos más o menos repartidos. No obstante, es bien sabido que en la creación artística lo único ponderable es la realización, el resultado, y la dignidad o miseria del escritor, su bizarría o su mezquindad, son detalles adventicios, y por lo tanto, prescindibles. 
José Saramago murió en 2010; su obra permanece. 

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¿Por qué Borges? 



Carlos Balladares Castillo   @Profeballa
·
Uno lee a Jorge Luis Borges (1899-1986) y se pregunta con molestia: ¿Cómo es posible que no le hayan otorgado el Nobel? Después uno se entera de que en esos tiempos la Academia Sueca estaba llena de prejuicios izquierdosos, y entiende. ¡Gracias a Dios que los superó porque de lo contrario Mario Vargas Llosa seguiría esperándolo!
La literatura borgiana tiene un sello original. Se puede decir que en ocasiones parece ciencia ficción o narrativa fantástica sin llegar a serlo. No sabemos cómo clasificarla, pero lo cierto es que a las personas que poseen una formación científica y humanista les genera un inmenso placer, sea poesía, ensayo o ficción. Además, posee un estilo impecable al redactar junto a una maestría en construir historias de maravillosas conexiones atendiendo a la especulación filosófica.
Por estas razones hace cuatro años tomé la decisión de leerlo al menos una vez al año, tal como hago con otros maestros de la escritura y la historiografía. Y es así como en el último mes me ha tocado disfrutarlo. Por lo general tiendo a leer lo que me falta de su obra, pero es inevitable caer en la relectura para ver si ¡por fin! entiendo mejor algunos de sus cuentos. Ahora leí los cuentos que contiene Artificios (1944), sus ensayos Historia de la eternidad (1936) y escuché sus conferencias que después fueron transcritas en Siete noches (1980).
¿Cómo conocí a Borges? Me lo presentaron dos personas: en mi niñez el famoso entrevistador español Joaquín Soler Serrano en su programa A fondo, transmitido por Venezolana de Televisión (cuando esta televisora era excelente y no había sido canibalizada por los que creen que un canal del Estado solo debe dedicarse a la mentira); y hace 17 años mi primo-ahijado Raimundo Esteban.
Escuchar a Borges tan humilde y humano poseyendo tanta fama me hizo admirarlo, y despertó en mí una gran simpatía. Lo percibí como un amigo cercano con el cual podría descubrir mil nuevos temas. ¡Tenía que leerlo! Pero no lo hice, fue mi ahijado el que me leyó un primer cuento: “Funes el memorioso” (1944, Artificios). Él quería que conociera el extraño caso de una persona que lo recordaba todo, de manera que se le hacía imposible pensar al tener tal agobio de recuerdos. Olvidar nos permite generalizar y gracias a ello pensamos. Acá tenía el primer ejemplo de ficción filosófica o como la llamó Ricardo Piglia (1941-2017): “ficción especulativa o literatura conceptual”, que es la gran invención de Borges.
Así empecé a leerlo y pude descubrir sus “demonios”; es decir, los temas que le obsesionaban y se repetían en muchos de sus cuentos y ensayos: los laberintos, los ciclos, la confusión entre ficción y realidad, la cábala y el Oriente, los mitos, los libros, la biblioteca y especialmente la posibilidad de conocer un lugar (el Aleph) o algo que lo contenga todo. En pocas palabras, la existencia de una interconexión en el universo que nos hace pensar que la diversidad es una apariencia.
Pero también están los temas que vienen del criollismo (en el caso argentino: la gauchesca) pero que muestran una identidad o esencia iberoamericana (por lo menos para su tiempo): la violencia, el honor, el caudillo, el “compadrito”, el machismo, el guapo y la muerte.
Ambos conjuntos de temas son expresión de lo que él consideró su herencia (Ricardo Piglia): la biblioteca del padre y la tradición de los estancieros. Al final se repite el gran dilema de nuestra civilización iberoamericana: el conflicto entre nuestra alma occidental (racionalista, científica, urbana, legal, institucional, ordenada, ilustrada) y nuestras pasiones y pulsiones (irracional, temeroso, tradicional, supersticiosa, mítica, salvaje y violenta), que paradójicamente nos muestra en su “Poema conjetural”.  Cambiando lo cambiable es el famoso dilema de la barbarie versus la civilización
Así como a Borges no se le puede leer una vez, tampoco se le puede comentar en un solo artículo, pero por ahora tendrá que esperar a una próxima entrega en la que seguiremos intentando conocer su maravillosa literatura.

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Anna Ajmátova 

 Réquiem 

Sin mayores preámbulos, acá dejo mi versión de este conmovedor poema. Al final de esta interpretación del Réquiem de Anna Ajmátova, dejo una apostilla para quien tenga curiosidad por saber cómo y por qué fue que vine a meterme en una camisa de once varas…
Desafortunadamente, las reproducciones que he agregado a la derecha del poema interfieren y modifican la disposición del texto, pero opto por dejarlas como documentos de apoyo. Para ver detalladamente estas reproducciones, haga click sobre ellas... Y al final, vuelvo a incluir la lectura del Réquiem por parte de Ajmátova .

Este intento de interpretación del Réquiem va dedicado a Mery Sananes.

Salud!
lacl

P. S. quiero agregar una nota escrita recientemente:

Anna Ajmátova, vida y poesía – (Rusia, 1889-1966)

La vida y la poesía de Anna Ajmátova representan un caso singular de la modernidad. Ella es ejemplo aislado de quien logra subsistir en medio del torbellino de la historia que, en el caso de su pueblo, se vio signada por la coerción y la persecución del individuo. Fue testigo de la quiebra del intimidante imperio zarista y del advenimiento del gobierno de los soviets, el que nacido para fundar un mundo de esperanzas, se vio convertido en una asfixiante maquinaria que asentaría sus bases en el amordazamiento de la sociedad. Pareciera que un ángel hubiera posado sus alas sobre la poeta, pues es asombroso que no hubiera padecido el mismo destino de escritores como Osip Mandelshtam, Nikolái Gumiliov (su primer marido), Isaak Bábel, “desaparecidos” en medio del fragor del acoso, o el de su propio hijo, varias veces arrestado por la policía política. Como presagia el título, Réquiem es un rezo de difuntos por su pueblo, una mortaja tejida con las pobres palabras que Anna escuchó.

(Octubre, 05 de 2010)


Réquiem

No, no estaba bajo un ajeno firmamento,
ni bajo el amparo de unas ajenas alas,
estaba entonces con mi pueblo,
allí donde mi pueblo, por desgracia, estaba.

[1961]


EN LUGAR DE UN PRÓLOGO








 En los terribles años de Yezhov (1) hice fila durante diecisiete meses delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me "reconoció". Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con el frío azul en sus labios y que, evidentemente, nunca había oído mi nombre, despertó del desasosiego habitual en todas nosotras y me preguntó al oído (allí todas hablábamos entre susurros):
-¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
-Puedo.
Entonces algo similar a una sonrisa se asomó en lo que una vez había sido su rostro.



[1ro de Abril, 1957. Leningrado]


DEDICATORIA
Las montañas se postran ante tanta desgracia
y el impetuoso río ya no fluye.
Pero fuertes son los cerrojos de la prisión,
y tras ellos sólo están las mazmorras de los presos (2)
y una mortal nostalgia.
Para quién sopla la brisa ligera,
para quién es una caricia el ocaso –
Nosotras no sabemos, somos las mismas por doquier,
sólo oímos el odioso repique de las llaves
y el pesado paso del soldado.
Nos levantábamos como para la misa del alba
y caminábamos por la ciudad salvaje,
y allí nos encontrábamos, unas y otras, sin aliento,
con el sol cayendo y el Neva más nublado,
mas la esperanza siempre cantando a lo lejos.
La sentencia… y las lágrimas brotan súbitamente,
ella se aparta de todas,
como si de su corazón le arrancaran dolorosamente la vida,
como si brutalmente la abatieran por la espalda,
pero anda… se tambalea… desolada…
¿Dónde están ahora aquellas amigas impensadas
de mis dos años furiosos?
¿Qué auscultarán en la tormenta de nieve siberiana,
qué imaginarán en el círculo lunar?
A ellas envío mi saludo y mi despedida.




[Marzo, 1940]


INTRODUCCIÓN

Esto pasó cuando apenas sonreía
el difunto, sosegado en su paz,
y como un inútil emblema colgaba
con sus cárceles Leningrado.

Y cuando locos del tormento
caminaban en cuadrillas los condenados,
y los silbidos de las locomotoras
cantaban lacónicas canciones de despida.

Las estrellas de la muerte se alzaban,
y la inocente Rusia se retorcía de dolores
bajo las botas salpicadas de sangre
y las ruedas de negras furgonetas.

1

Al alba te llevaron,
fui tras de ti como en un entierro,
en la cámara oscura lloraban los niños,
y ante el santuario la vela se derretía.

En tus labios el frío del icono.
Sudor de muerte en la frente… ¡no lo olvido!
Como las mujeres de Streltsy (3)
aullaré bajo las torres del Kremlin.


[Noviembre, 1935, Moscú]


2

El Don apacible (4), fluye apacible,
la luna amarilla entra en la casa.

Entra, con gorra ladeada,
la luna amarilla ve una sombra.

Esta mujer está enferma,
esta mujer está sola.

El marido en la tumba, el hijo en la cárcel,
ruega por mí.


[1938]










3

No, no soy yo, es otra la que sufre.
Yo no podría soportarlo. Que un
velo negro cubra lo ocurrido
y que se lleven las farolas…
Noche.


[1939]


4

Si te hubieran dicho a ti, la jovial,
la adorada de todos sus amigos,
la alegre pecadora de Zárskoe Seló, (5)
lo que pasaría con tu vida!
Que con el número trescientos y un presente,
harías la fila ante Las Cruces (6)
y cómo con tus ardientes lágrimas
fundirías el hielo de año nuevo..
El álamo de la prisión se balancea
y nada se oye! Pero cuántas
vidas inocentes allí acaban…


[1938]


5

Diecisiete meses de clamar,
a la casa te convoco,
a los pies del verdugo me he arrojado,
mi hijo y mi horror. 
Todo se ha dañado para siempre
y ahora no puedo discernir
quién es la bestia y quién el hombre,
ni cuanto he de esperar para la ejecución.
Y sólo las bellas flores,
el incienso, las campanas
y las huellas en algún lugar de la nada.
Y una enorme estrella me mira
firmemente a los ojos y con una muerte
inminente me amenaza.


[1939]




6

Las semanas van de vuelo,
lo ocurrido no lo comprendo.
Cómo, hijo mío, te buscaban
las noches blancas en la cárcel.
Y cómo ellas de nuevo te contemplan
con su ardiente ojo de halcón,
y de tu alta cruz
y de la muerte hablan.


[Primavera – 1939]


7. EL VEREDICTO

Y cayó como una piedra la palabra
sobre mi pecho vivo todavía.
No importa, de hecho estaba avisada,
de algún modo, le haría frente.
Muchas cosas he de hacer hoy todavía:
he de matar la memoria,
convertir el alma en piedra,
y debo aprender a vivir de nuevo.
O si no… El caluroso susurro del verano,
celebra su fiesta frente a mi ventana.
Durante mucho tiempo tuve el presentimiento
de este día radiante, y la casa vacía.


[22 de junio, 1939 – Casa Fontanka ] (7)

8 A LA MUERTE

¿Si has de venir, por qué no ahora?
Aguardo por ti – difícil tarea.
He apagado la luz y te abrí la puerta,
a ti, prenda sencilla y maravillosa.
Toma el aspecto que quieras,
penetra como un proyectil envenenado,
o allégate sutilmente, como un experto ladrón,
o con el vaho venenoso del tifus.
O con un cuento de hadas inventado por ti
y tan nauseabundamente familiar –
para que yo vea el ápice de la gorra azul (8)
y al portero, pálido de miedo.
A mí me da lo mismo ya. Se eleva el vapor
del río Yeniséi. Radia la estrella polar.
Y un último horror cubre
el brillo azul de los ojos amados.


[19 de agosto, 1939 - Casa Fontanka]


9

Ya la locura ha cubierto,
con sus alas, la mitad de mi alma,
le da de beber vino de fuego,
y la atrae hacia el negro valle.

He comprendido que a ella
he de ceder la victoria,
dando oídos a mi delirio
como si fuera el ajeno.

Y no me permitirá
llevar nada conmigo
(por mucho que le suplique
y le importune con mi ruego):

ni los terribles ojos de mi hijo,
petrificados por el sufrimiento,
ni el día en que llegó la tormenta,
ni el adiós al concluir la hora de visita.

Ni la amada frescura de sus manos,
ni las sombras agitadas de los tilos,
ni el tenue y remoto sonido…
de la última palabra de consuelo.


[4 de mayo 1940 - Casa Fontanka]

10

CRUCIFIXIÓN

No llores por mí, Madre,
Estoy en el sepulcro. (9)

I
El coro de los ángeles la gran hora ha glorificado,
Y los cielos se han fundido en fuego.
Al padre le ha dicho: «¿Por qué me has abandonado?»
Y a la madre: «No llores por mí.»

[1940, Casa Fontanka]


II

Magdalena se retorcía y lloraba,
el discípulo amado convertido en piedra ,
y allí, donde la madre silenciosa estaba,
nadie se atrevió a dar una mirada.


[1940, Casa Fontanny]


EPÍLOGO
I

Ahora sé cómo caen las personas,
cómo, debajo de los párpados, asoma el miedo,
cómo el sufrimiento pone en las mejillas
duras páginas de escritura cuneiforme.
Cómo los rizos negros o cenicientos
se tornan plateados de repente,
la sonrisa se desvanece en labios obedientes,
y en la risa marchita tiembla el pavor.
Y no ruego por mí sola,
sino por todos los que allí estuvieron conmigo,
en el frío glacial, y en el calor de julio (10)
en los ciegos muros de color rojo.

II

De nuevo se acerca la hora de conmemorar.
Te veo, te oigo, te siento:

Y aquella que apenas pudo llegar a la ventana,
Y quien no pisa su tierra nativa,

Y aquella, que sacudía su hermosa cabeza,
ha dicho: «¡Vuelvo aquí como a mi casa!»

Quisiera llamarlas a todas por sus nombres,
pero se han robado la lista y no hay donde buscar.

Les he tejido un ancho manto
de las pobres palabras que les escuché.

De ellas me acuerdo siempre, en todas partes,
y no las olvidaré en una nueva desgracia,

y si amordazan mi boca atormentada,
por la que cien millones de vidas gritan,

que así ellas por mí rueguen y me rememoren
en la víspera de mis funerales.

Y si alguna vez este país decidiera
erigirme un monumento,

Doy mi venia a este honor,
pero sólo con una condición – que no lo planten

junto a la costa donde nací:
rotos están mis últimos lazos con el mar, (11)

ni en el jardín del Zar, cerca del árbol truncado,
donde una sombra inconsolable me busca,

sino aquí, donde pasé trescientas horas
y no me abrieron los cerrojos.

Porque en la bienaventurada muerte temo
olvidar el mugido de las negras furgonetas,

la odiosa puerta cerrada con estrépito,
y el alarido de la anciana como una bestia herida.

Y ojalá que de mis inertes párpados de bronce
fluyan las lágrimas, como nieve derretida.

Y que la paloma de la prisión arrulle a lo lejos
y en silencio naveguen los barcos por el Neva.

[Marzo – 1940 - Casa Fontanka]


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“La educación vive el peor tiempo
 Desde la guerra federal”

El gobierno ha escogido la implosión como política pública y no le preocupa la calidad educativa en ninguno de sus niveles, afirma el docente. “La Universidad se nos está muriendo en los brazos”


                                          Tulio Ramírez, Profesor de la UCV.


Por OLGALINDA PIMENTEL / R.OPIMENTEL@EL-NACIONAL.COM 

Tulio Ramírez, docente universitario de más de tres décadas y coordinador del vicerrectorado académico de la UCV, asegura sentirse “profundamente desolado” en el Día del Profesor Universitario. Le duele explicarlo, dice, pero es testigo del deterioro de la educación en el país y en la universidad. En la UCV, por ejemplo, ya no ve a los jóvenes estudiando en la Tierra de Nadie ni hay recursos mínimos para reponer los bombillos quemados. “La universidad se nos está muriendo en los brazos”.
Afirma que, como en el resto del país, la educación vive el peor momento de la historia venezolana. “Ni siquiera en la guerrafederal tuvo tantos tropiezos como en los 18 años de este gobierno. Aquí la guerra ha sido contra los sectores y uno de ellos ha sido la educación, víctima escogida por el gobierno que ha establecido políticas públicas explícitas para implosionar el sistema”.
—¿Cómo se han expresado esas políticas?
—En 2001 con el Decreto 1011, a través del cual el gobierno quería controlar a los colegios privados con supervisores itinerantes ad hoc que no aparecían en su estructura ministerial y que tenían el poder de destituir a directores y maestros en caso de no cumplir con las directrices oficiales. Luego, en años posteriores, hubo reiterados intentos por imponer en la educación primaria y la media los diseños curriculares con la intención de ideologizar y adoctrinar a los estudiantes; pero todos han sido infructuosos gracias a la oposición de la sociedad civil; en 2010 aprobaron entre gallos y medianoche, la Ley de Educación con el solo fin de controlar, pero cuyo artículo 36 fue impugnado porque viola la autonomía. En 2015 fue realizada la consulta nacional con la idea de imponer otro modelo curricular en 2016, mas en 2017 el gobierno decidió otro diseño que vuelve a las asignaturas de toda la vida.
—¿Qué indica esto?
—Que existe una política sistemática de adoctrinamiento y de control en todos los niveles de la educación. Desde el primer plan de la patria se ha reafirmado que la misión de la educación es formar valores socialistas y no el talento que necesita el país para progresar como sociedad; se quiere asegurar que las generaciones futuras se cohesionen en un proyecto político cada vez más totalitario. Ese es el mismo que ha caracterizado a otros proyectos socialistas del siglo XXI. Por eso hoy tenemos una educación en franco deterioro en la que la preocupación del gobierno dejó de lado la calidad. Ha construido en estos 18 años un pobre circuito escolar para los pobres y hoy se ha agudizado porque el poco talento que queda en el país está haciendo maletas para irse al exterior a buscar oportunidades, no ya de trabajo sino de vida. No hay migración sino huida.
—¿Cuál es el futuro para las universidades autónomas?
—Desde 2007 el gobierno ha reconducido el presupuesto universitario, por lo que los rectores suplican a la AN créditos adicionales para poder funcionar. Para este 2018 el gobierno ha dado 18% del presupuesto solicitado por todas las universidades. ¿Qué consecuencia trae esto? Que si en la UCV se quema un bombillo no hay cómo remplazarlo. Los bombillos se mudan de salón en salón para poder dar clases. Tampoco hay recursos tecnológicos porque la universidad, además, ha sido objeto de vandalismo y no hay capacidad financiera para reponer los equipos. Si usted va a cualquier universidad autónoma en este momento la conseguirá en ruinas, convertida en ranchón.
—¿Aumenta la diáspora académica?  
—La diáspora está representando una sangría de recursos por años de formación desde 2011. Hace 3 años se señaló que 20.000 profesores de 3 universidades (UCV, USB y LUZ) se fueron del país. Con esa cantidad podemos decir que una universidad desapareció. Hoy, aunque no hay información oficial, la cifra ronda los 4.000 profesores e investigadores de renombre. Son 30 años de formación académica perdida. Eso se traduce en que en la UCV hay 40% de abandono estudiantil y eso es muchísimo. De cada 10 estudiantes, 4 dejaron de inscribirse porque si bien tienen formación no les garantiza empleo. ¿Cuál fue el detonante? Una profesora decidió un plan B cuando sus hijos dejaron de desayunar con Toddy y tomaron solo leche; y dijo que se iba cuando en vez de leche desayunaran con agua, y ya lo están haciendo.
—¿Cuál será el futuro de la sociedad venezolana?
—El gobierno nos está llevando al siglo XIX no solo en el aspecto de Caracas; dentro de poco nos pareceremos a Cuba, si no hay cambio en Venezuela. No hay Mugabe que dure 100 años ni Zimbabue que lo resista. Una recuperación del país nos llevará a niveles de 1998, son dos generaciones en 30 años. Hay que crear las condiciones.


Una carrera que cierra sus puertas
Desde 2007 se ha verificado que los estudiantes de Educación son cada vez menos. “Desde hace 10 años hasta hoy la UCAB ha cerrado menciones enteras, la UPEL graduó apenas 3 profesores de la materia Matemáticas, 10 de Biología y 10 de Física. ¿Cuándo se va a subsanar esto? Nunca. Los estudiantes no quieren ya estudiar Educación porque saben que el techo de trayectoria es muy bajo y que mucho más gana un bachaquero. Así, en vez de estudiar para ser profesores optan por estudiar la carrera de Matemáticas en la Facultad de Ciencias de las universidades. El problema es que los estudiantes tampoco están bien preparados para ingresar en esas áreas de Ciencias Básicas”.
—¿Cuáles son las consecuencias?
—La improvisación, como la Misión Simón Rodríguez que supuestamente forma especialistas, o exonerar a los estudiantes de las materias de ciencias, como lo hizo. Eso aunado con la diáspora trae consecuencias gravísimas para la ciencia y la tecnología y se están viendo ya. En una reciente investigación científica observamos que la publicación de artículos científicos en revistas arbitradas comenzó a decaer: hoy solo se produce menos de 1%. No necesitamos una sociedad titulada, como la cubana, sino una formación de calidad.
—¿Qué podemos temer? ¿Podría plantearse una ayuda humanitaria para la educación?
—Yo temo que los que se fueron no regresen, porque no hay nada que ofrecerles. Si no hacemos algo no van a regresar. Por eso creo que lo primero es plantearnos un programa de feliz retorno, mediante el cual se les garanticen las condiciones de vida y de trabajo para que decidan volver, con financiamiento de la industria petrolera. Eso es sembrar petróleo.     
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EL ECONOMISTA QUE FUE POETA

Domingo Maza Zavala






Para recordar también a una persona que partió cabalgando sobre una callada tristeza: D.F. Maza Zavala
El doctor y profesor Domingo Felipe Maza Zavala era en sí mismo una Divina Comedia, en cuya trama el poeta enamorado de la economía guiaba al economista enamorado de la poesía. Ambos transitaron infierno, purgatorio y paraíso hasta terminar siendo un solo viajero desembocando en un amor único.
Domingo Felipe encarnaba al poeta y sus amigos lo llamaban, desde los años de liceo, DF, “Distrito Federal”. De esos amigos no quedan muchos ya. Pero el recuerdo ha sido registrado y encapsulado en el tiempo. “¿Qué vamos a hacer este fin de semana, Distrito Federal? Y DF respondía, sin levantar la cara del pupitre “leer a Rimbaud y estudiar matemáticas”.
El logotípico tandem: Maza Zavala, que la gente escribía mal casi siempre, servía para identificar al economista. Nadie se percataba de que esos apellidos conformaban una avalancha purificadora de la letra A. Sin embargo, resultaba más conocido en los predios universitarios y bancarios bajo el contundente apelativo de Maza. Pregúntenle a Maza. Que lo diga Maza.
La manera de vivir de los poetas lo convirtió, por supuesto, en un economista hondo y elevado de modo simultáneo. Para él no había mayores diferencias entre su profesión universitaria y su oficio existencial, porque la emoción es lo que determina la intensidad de la lucidez con que se actúa.
No hablo de cualquier emoción, sino de aquella contenida en ese silencio imprevisto que hace brotar la frase “acaba de pasar un ángel”. Un poco más que todo lo dicho: se trata de la emoción que puede sentir y albergar el ser humano cuando alcanza el grado supremo de buen lector.

Jorge Luis Borges decía respecto a ese tema:

“Primero sentimos la emoción y después la explicamos o tratamos de explicarla. Al mismo tiempo, para sentir esa emoción es necesario que uno sienta que corresponde a una emoción. Es decir, si leemos un poema como un juego verbal, la poesía fracasa; lo mismo si pensamos que la poesía es sólo un juego de palabras. Yo diría más bien que la poesía es algo cuyo instrumento son las palabras, pero que las palabras no son la materia de la poesía. La materia de la poesía —si es lícito que usemos esta metáfora— vendría a ser la emoción. Y esa emoción tiene que ser compartida por el lector”.
LOS ECONOMISTAS

Cuando la magia comenzó a desaparecer como deseo de lo imposible porque se volvió realidad, surgió la ciencia de la economía aspirando a ser interventora del destino. Tal circunstancia bastó para que los economistas ocuparan el lugar de los magos, esos seres alucinantes, sospechosamente cuerdos, que siempre llevan una carta o un truco escondidos en la manga.

Un economista siempre es un mago con el público predispuesto, es un poeta frustrado en el morbo estadístico. La gente espera que el economista anticipe el talante del genio encerrado en la botella de la economía.

Los enconomistas están condenados a hacer equilibrios en el lomo de la indomable realidad, en la cima de lo concreto cuyo abismo insondable es el azar y eso, obligatoriamente, va creando una temperatura favorable a la fermentación de la poesía. Porque el azar, que tiene nervios, circuitos y pulsaciones en todos los lugares y en todos los seres, es como un verso escrito cuando los dioses escribían.

Adam Smith se desempeñó en sus inicios como profesor de literatura y ya todos saben que de su cabeza surgió la metáfora de la fulana mano invisible.

El ensayista con más arrastre hipnótico que ha tenido la humanidad fue Carlos Marx, quien se doctoró con una disertación sobre la filosofía de Epicuro.

Epicuro escribió, entre otras cosas, lo siguiente:

“Por ello, cuando decimos que el placer es el objetivo final, no nos referimos a los placeres de los viciosos -como creen algunos que ignoran, no están de acuerdo o interpretan mal nuestra doctrina-, sino a no sufrir dolores en el cuerpo ni estar perturbados en el alma. Porque ni banquetes ni juergas constantes dan la felicidad, sino el sobrio cálculo que investiga las causas de toda elección o rechazo y extirpa las falsas opiniones de las que procede la gran perturbación que se apodera del alma”.

La teoría de Marx predice la evolución socioeconómica del futuro y saca de su prolongada manga una carta del tarot económico, la carta de la plusvalía. Una cosa llamada plusvalía que ya no tiene creyentes, aunque cientos de grandes fábricas se fueron a China porque allá la mano de obra es regalada y los consumidores abundan como la verdolaga.
El y Jesús fueron dos judíos intensamente disidentes. Y diferentes.
El poeta oral con más poder de palabra que ha tenido la humanidad fue Jesús de Nazareth. El no fue economista pero vaticinó que siempre habría pobres. Resultó muy acertado y vigente porque los pobres se han multiplicado al juntarse con los pobres de espíritu.
Jesús contenía el conocimiento de todos los conocimientos y sólo podía transmitirlo en esencialidad poética.
LA POESIA DE DOMINGO FELIPE

"Pero voy hacia el ocaso con mi voz extendida/Y busco en el recuerdo el minuto extraviado".

Ese es uno de los versos escritos por Domingo Felipe y está publicado en el poemario Quinta estación, que editó Monte Avila hace un tiempo y fue una de sus alegrías más íntimas.

El era pura expresión, de ahí se saca que la poesía lo tenía en sus manos.

Domingo Felipe Maza Zavala era un creador estético un tanto solapado porque se lo exigía su cotidianidad. Pero no desistía de ser un hacedor de belleza a través del lenguaje, que al ser liberado retorna a sus orígenes poéticos.

Sus amigos más cercanos y los humoristas, que siempre lo admiraron y lo citaron, decían que Domingo Felipe Maza Zavala era feo por fuera y bonito por dentro. De haber sido al revés, la economía habría estado en manos de un demonio. Siendo feo por fuera y hermoso por dentro pasó la vida a punto de ser besado por esa princesa que es la poesía y que nunca terminó de besarlo para que se convirtiera en el príncipe de las letras que pudo haber sido.
LA ECONOMIA

Cuando era un muchacho que estudiaba economía, Maza Zavala escribió un cuento en el que elogiaba la bondad analfabeta y empobrecedora de la agricultura del conuco frente al poder inmensurable y corruptor del petróleo. En ese cuento mostraba vocación por la búsqueda de las palabras adecuadas y del sentimiento necesario.

Siendo economista, cada vez con más conocimientos en su haber, entendió que era sumamente importante para mejorar la existencia, reconducir el valor de uso y el valor de cambio que contienen el oro y el petróleo. Porque el valor de cambio se ha convertido a través del dinero en la máxima ambición y por ello, todo valor de uso se ha visto menoscabado y no puedes lucir la cadenita de oro porque te la arrancan y te arrancan la vida y ocurre lo mismo con el petróleo: no puedes usarlo para encender la lucidez de una sociedad porque te lo secuestran y te lo arrebatan.

En las entradas y salidas que protagonizaban en los mercados populares el ocumo y los plátanos, el arroz y las caraotas, la mayonesa y la margarina, Maza podía vislumbrar una hibernación colectiva o un principio de inconformidad histórica. Un estallido social podía solaparse en la ausencia de una taza de café y la caída de un banco viajaba en un susurro.

Es la poesía, viejo, es la poesía. Buscar la dimensión justa y enseñarle al hombre que el valor de vivir, pensar y de sentir, se elevan por encima de todos los demás valores. Y que la palabra no es un medio sino un fin. Es la poesía la que usó como guía existencial el maestro Maza Zavala, quien sólo fue llamado por su nombre: Domingo, un día lunes. El lunes de su funeral.

Es la poesía lo que hizo que llegara a la conclusión de que al final de todo hacer y de todo pensar, lo que nadie puede arrebatarte como una prenda de oro o un carro con todo y gasolina, es la dignidad. Es todo lo que podemos llevarnos a la tumba. Hombres útiles como Maza Zavala se la llevan y la dejan también en sus escritos, como para que nadie pueda olvidarlos. Aunque en última instancia sólo la poesía de la memoria produce flores en los terrones del olvido.
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EL FUNDADOR DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA

Dedico este trabajo al doctor José López Rueda, profesor Hispano-venezolano, quien me enseñó a querer al barroco santafereño, autor del Poema Heroico.



Por: Juandemaro Querales

Cuando Gerardo Diego publicó su Antología en Homenaje a Góngora, incluyó a los poetas barrocos de este lado del Atlántico. Hernando Domínguez Camargo: Santa Fe de Bogotá- Tunja (1606-1659), despertó una gran admiración y revuelo entre los intelectuales de habla castellana. Autor del Poema Heroico a San Ignacio; A un Salto por donde se despeña el arroyo de Chillo; Romance a la pasión de Cristo; Invectiva Apologética; Ramillete de varias flores poéticas recogidas y cultivadas en los primeros abriles de sus años. Convertido en una referencia obligatorio al analizar una historiografía de la lengua.


Ex jesuita, inscrito dentro de la corriente barroca cultista. Va a hacer objeto de una investigación del santo oficio, por lo que fue expulsado de la Compañía de Jesús.  Debido a la carencia de vocaciones el autor del poema “Adonis” reingresa al sacerdocio, ya como cura secular. Ira a ocupar diversas parroquias, en calidad de Beneficiado en iglesias perdidas en la cordillera. Paipa, Tibanà, Tocancipà, Guatavita, Tunja.

Por su testamento sabemos de la vida oropelezca que llevaba en aquellos parajes apartados. Vajillas, cubertería, mobiliario de samán y palosanto. Todo un príncipe florentino en la Sabana Cundiboyacense en el siglo XVII, centuria auténticamente colonial, donde el dogma cristiano era el referente cultural en los asuntos terrenales y divinos. El  Emperador y el Papa. Comienzo y fin del Renacimiento español. Proliferación de la “peste gongorina” en los reinos españoles de América.

Aquel clérigo hace gala de una vida suntuosa como si se tratara de un Califa en la España musulmana del Levante. Por lo que su “yo poético” podía estructurar
su universo verbal componiendo según las siete reglas gongorinas su Poema Heroico. Dedicado al fundador de la Compañía de Jesús: San Ignacio de Loyola.

Sus años de novicio, portando órdenes menores, junto con grupos de seminaristas, se internan en la ciudad amurallada de Cartagena de Indias. Recinto pagano, donde se da rienda suelta al morbo y la atracción por la carne.
Allí pululan todo tipo de aventureros que recalan en el principal puerto del imperio español en América. Meretrices, vendedores de esclavos, espías ingleses, piratas y filibusteros,  aguardiente de caña y tabaco para mascar y aspirar, con o sin autorización del Papa. Vida placentera lubrico, sodomía y lesbianismo, todo en un aquelarre que preanuncia el barroco de estas Islas del Paraiso y el descenso a un Infierno de agua y jungla.

Vida placentera y en conjunción con el pecado. Por lo que el Santo Oficio, lo juzga y lo señala culpable. Señalado culpable es expulso de la Compañía de Jesús.  “Adonis” y “Las Alturas de Chillo”; son poemas de corte neo-clásico. Su “yo poético” se extravía en un sin sentido. Todavía con problemas de crisis de fe. Por lo que tiene que enfrentar cargos en el tribunal de la inquisición. Que lo forza a escoger definitivamente la vía metafísica.

A partir del rescate de los gongorinos, señalados como imitadores, por ser fieles al famoso cartabón. El poeta santafereño va a figurar en lugar destacado
al lado de otros barrocos en el nuevo mundo como: la mexicana Sor Juana Ines de la Cruz; la tunjana: Sor Josefa del Castillo y Guevara.

Estamos seguros que hubo una intensa actividad literaria, en los primeros años en los reinos españoles en América. Después de fundad la primera peña literaria en la América, por el todavía seglar: Juan de Castellanos, en la Isla venezolana de Cubagua. Objeto de análisis para los novelistas: Fernando Soto Aparicio y Williams Ospina; y el monumental trabajo critico del médico venezolano: Isaac J Pardo: Prologo a la edición de la Academia Nacional de la Historia de “Varones Ilustres de Indias” (Primera edición). Pasado el percance del maremoto de la Isla perlífera, el futuro beneficiado  y constructor de la Catedral de Tunja, donde pierde su mujer, una india guayquerì y su hijo Juan, quien aparecerá  muchos años después, en la primera capital de Nuevo Reino de Granada. Cuando el naturadelAlanis península española, compone en la tranquilidad de  aquellos años colonia    ales su: “Elegía a Varones Ilustres” el mas largo poema de la lengua castellana.

Fue el ilustre escritor Germán Arciniega, quien se detiene en profundizar en el estudio del poeta y clérigo santafereño. Olvidado por al menos tres centurias. También Meo Zilio, estudioso filólogo italiano, quien en un extenso trabajo, ahonda en la métrica: conceptismo y cultismo de la mano del autor de “Soledades”: Don Luis de Góngora y Argote y Francisco de Quevedo. Tesis publicada por el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá –Colombia.

Su fama y prestigio no se queda ahí. Incluido en la Colección Biblioteca Ayacucho de Caracas- Venezuela. El novelista celebrado José Balza; Introduce el estudio del barroco neo-granadino. Acontecimiento editorial porque ya figura en el catalogo de la Biblioteca: Sor Madre Josefa del Castillo y Guevara, con su Texto “Vida”. También el profesor Pedro Cuartin, catedrático de la Universidad de los Andes, en Mérida- Venezuela. Presenta una tesis sobre el Autor del Poema Heroico, para optar al Título de Magister en Literatura Latinoamericana Contemporánea, en la Universidad Simón Bolívar de Caracas- Venezuela.
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Gustave Flaubert asombrado en Génova
  
   

JOSÉ PULIDO –
El barco se acercaba lentamente hacia el puerto de Génova. Ya ellos notaban el movimiento alucinante de personas en el muelle. Los recién casados, muy juntos y aferrados a la baranda de la nave, susurraban sus impresiones. El joven esposo acercaba su rostro al cuello de la esposa y olía con fruición la piel durante un profundo instante, aprovechando que la mamá, el papá y el hermano de su amada se hallaban juntando el equipaje para descender a la bella ciudad.
Los viajes, que eran tan difíciles de planificar, resultaban menos peligrosos y más plácidos si se realizaban en grupos. Era la primavera del año 1845 cuando la pareja de recién casados llegaba a Génova de luna de miel. Ya habían debatido en secreto la contrariedad de que no disfrutaban demasiado al carecer de la soledad y la privacidad que exige toda luna de miel que se precie.
Estaban acompañados en su aventura amorosa por la madre, el padre y el hermano de la joven esposa. Pero el joven esposo, además de amar a su inquieta dama, apreciaba mucho a su cuñado: era un muchacho muy culto y talentoso que ofrecía magníficas explicaciones de cuanto paisaje, fenómeno o construcción se topaban.
Por su parte, la recién casada sabía que su hermano no la incomodaría porque a él le gustaba irse de modo solitario a recorrer museos y palacios, calles y lugares. Aunque de todas maneras se preocupaba por él a cada rato debido a que era un joven tan apasionado como enfermizo.
Ese apasionado enfermizo tenía 22 años de edad y no había estado de acuerdo con la idea de acompañar a su hermana en la luna de miel, pero no quiso despreciar la posibilidad de conocer Italia. Todo el tiempo andaba observando, anotando y recreando personajes, situaciones, historias.
Se llamaba Gustave Flaubert y ya lo mencionaban en algunas tertulias del ambiente literario francés. Todavía no soñaba con escribir Madame Bovary pero lo hizo después de pasar por Génova. En esta ciudad se motivó para escribir una de sus obras más extraordinarias: Las tentaciones de San Antonio.


Al principio del tour, cuando sus padres imponían paseos por mercados o por diversos comercios, se fastidió un poco y en una carta le reveló a un compañero suyo de la escuela de Rouen, todo lo que le frustraba su situación. Al inicio de la carta le aconsejaba: “Nunca viaje con nadie, querido y dulce Alfredo, con nadie”.


Y a continuación explicaba:
“Quería ver a Aigues-Mortes y no vi Aigues-Mortes, Sainte Baume y la cueva donde lloraba Maddalena, el campo de batalla de Mario, etc. No vi nada de esto porque no estaba solo y no era libre. Porque viajar tiene que ser un trabajo serio: de lo contrario, es una de las cosas más tontas y amargas de la vida”.
En ese entonces el viaje estaba en su peor momento porque la madre y la recién casada temían que a Gustave le asaltara la epilepsia que un año antes le había afectado. Y el padre de Gustave andaba quejándose, enfermo de los ojos.
Sin embargo, en Génova, Gustavo Flaubert encontró una atmósfera que alegró su alma: los palacios, los jardines, las calles de la ciudad lo fascinaron. Escribió en ese entonces: “Es una ciudad bella, una ciudad verdaderamente hermosa. Caminas sobre mármol, todo es mármol, escaleras, balcones, palacios …”
Estuvo en el Palacio del Príncipe, asistió a un concierto en los Jardines della’ Aquasola; fue espectador en el teatro Carlo Felice; alquiló un bote y admiró Génova desde el mar. Y luego vivió una experiencia que borró el impacto de todos los palacios: la presencia de una mujer. Al parecer era tan impresionante que escribió: “Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida: estaba ebrio de contemplarla, mientras bebía un delicioso vino a grandes sorbos”.
Flaubert sintió un gran temor en ese momento fantástico: imaginó que podía ser asaltado por la epilepsia si se acercaba a la dama y le expresaba su admiración. Ese temor impidió que se presentara y hablara con ella. Aquella bella mujer nunca supo que había impresionado ferozmente a Gustave Flaubert.
Un segundo deslumbramiento sería decisivo en su vida como escritor: visitó el Palazzo Balbi Senarega y allí vio el cuadro Las tentaciones de San Antonio, de Pieter Breughel el Joven, a quien llamaron “Infierno Breughel”. Fue tanta la emoción manifestada ante esa obra de arte, que el padre, la madre, la hermana y el cuñado de la fallida luna de miel, lo rodearon asustados pensando que era víctima de una nuevo ataque de epilepsia. Gustave los tranquilizó explicándoles el significado de aquella pieza.
Mucho después escribió sobre San Antonio ayunando, hambriento pero también acosado por deseos carnales; además de la doble hambre pensaba en riquezas: creyó encontrar una copa de oro de la cual salían monedas de oro, diamantes, gemas preciosas de todos los colores. Y las mujeres exuberantes se le ofrecían semidesnudas o medio vestidas.
Así fue: de esa visita al Palazzo Balbi Senarega surgió la obra que denominó Las tentaciones de San Antonio y que los críticos calificaron como “Una deslumbrante fiesta del espíritu”.
Jorge Luis Borges escribió al respecto:
“De los muchos libros de Flaubert, el más raro es Las tentaciones de San Antonio. Una antigua pieza de títeres, un cuadro de Pieter Breughel, el Caín de Byron y el Fausto de Goethe fueron su inspiración. En 1849, al cabo de un año y medio de trabajo tenaz, Flaubert convocó a Bouilhet y Du Camp, sus amigos íntimos, y les leyó con entusiasmo el vasto manuscrito, que constaba de más de quinientas páginas. Cuatro días duró la lectura en voz alta. El dictamen fue inapelable: arrojar el libro a las llamas y tratar de olvidarlo. Le aconsejaron que buscara un tema pedestre, que excluyera el lirismo. Flaubert, resignado, escribió Madame Bovary, que apareció en 1857 En cuanto al manuscrito, la sentencia de muerte no fue acatada. Flaubert lo corrigió y lo abrevió. En 1874, lo dio a la imprenta”.
La obra de Pieter Breughel el Joven, que Flaubert admiró, fue adquirida en los últimos tiempos por un coleccionista cuyo nombre se mantiene en el anonimato, pero este propietario cedió en préstamo el cuadro en el año 2016 a la Galería Nacional del Palazzo Spínola, en Génova, para que el público pudiera conocer la interesante pieza de arte flamenco.
En el año 2002, la Galleria di Palazzo Spinola intentó adquirir la obra, que formaba parte de la colección de la familia Balbi degli Odescalchi, pero la negociación no llegó a concretarse. Posteriormente, el generoso coleccionista que la adquirió, la prestó para que los genoveses y demás visitantes de la ciudad admiraran lo que en una inolvidable ocasión dejó sin palabras a Gustave Flaubert.
José Pulido, poeta y periodista venezolano. Escribe desde Génova, ciudad de Italia.
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PORTÓN DE LA VIDA
  Salvador Ramos

Casi siempre llegaba sin avisar y prefería hacerlo cuando el oeste ya cantaba la tarde y el milagro  del poniente comenzaba a curar el ardor adherido en las calles. Aunque lo circunstancial lo condujese físicamente a otros quehaceres, en su mente buscaba arribar al mismo lugar, un inédito rincón que desde el cerro emblemático permite mirar la trama que se extiende hasta mas allá de San Jacinto y que en su oeste ostenta el cetro de El Obelisco para luego esparcirse en las lejanías donde Guachirongo guarda los vientos y los arreboles. Conoce de memoria detalles y pliegues del nudo vivencial que se esparce desde La Salle hacia La Ruezga y desde allí se enrumba hacia el este para desembocar en la bajada de Santa Rosa. Siempre “pescando recuerdos con el anzuelo del paisaje”, repitiendo nombres y episodios, recomponiendo ilusiones añejas y saboreando los tragos que una vez le sirvieron para trasegar tristezas y canciones. 

Pero hoy una bruma diluye la visión. Muy atrás quedaron las correrías en muchachada: las “excursiones” desde la Morán hasta la 60, siguiendo la huella de los autobuses Comercio-Libertador; el temido paso por los alrededores del Olimpo para llegar al stadium; la búsqueda de lo-que-no-se-había-perdido en los márgenes del Turbio para subir la Cuesta Santa Bárbara y llegar a Caja de Agua. También quedaron allá las matinees y vespertinas en el Altagracia, el Rialto, el Teatro Lara o la maravilla moderna del cine Barquisimeto. Asimismo, el tiempo barre las remembranzas de la Plaza Lara y de las chichas de Don Francisco Heredia. Solo es polvo difuso aquel despertar político en 1958, los helados y el toddy en el kiosco de Sears, la ruta inolvidable de la 16 para llegar al liceo, colearse en las fiestas del club Comercio o el Colegio Médico, los billares Mario, el asombro íntimo de la pubertad, la primera cercanía a unos labios, el flux comprado en Dovilla, las ocultas escapadas a la casona de amores de Doña Mercedes. Se esfumaron las fiestas atiborradas de belleza y música en el vecino Quíbor, las lisas en El Internacional, la línea Morán para saltar distancias; Boca de Aroa y Radio Caracol después de la medianoche. Mas cerca, pero irremediablemente lejana, está la entrañable imagen de la casona del final de la Vargas, esa habitada por la honradez, la decencia y el saber; está el debate ideológico, la siembra profunda de la camaradería, el compromiso de acción, la aparición del profundo amor que hoy pervive, la polémica ardorosa, la adultez plena y las dudas existenciales, la bendición del destino familiar, la maravilla inmensa de la paternidad… 


Hoy no es niebla de canícula lo que obstruye al horizonte.  Es miasma del pantano que habitan los miserables; aliento de la  mugre que hace desfilar su opulencia en lomos del latrocinio; sonido de botas humillando seres y mutilando almas. 

 Prefiere él refugiarse en el vientre generoso del recuerdo y así seguir homenajeándola hasta que la infinitud lo conduzca al lugar donde la lontananza le brindará posada.  Podrá, como siempre lo ha hecho, palpar queda y lentamente todos los polvos adheridos a su ser después de haber soñado en cada plaza y visitar de nuevo las calzadas y recodos donde pudo curar las heridas de sus marchas y contramarchas. Es allí, en la encrucijada de los abrazos, donde el arado de manos y corazones sembró la amistad, donde escuchó el tañido profundo del espíritu, donde inhaló la fragancia de las ilusiones ciegas, donde a la luz de incontables anhelos despejó las penumbras, donde el vibrar de sonoridades le regaló miradas.  Esa planicie doliente es inmenso enhebrado de llantos y vítores, espacio irrepetible de embriaguez, estío de esperanzas y otoño de espejismos; es ágora inolvidable de palabra sabia; es el marco irrepetible de la madre amada; es el aherrojo eterno de la hermandad; es el inmenso regazo del rio turbulento; es la madera enterrada en los desgajamientos; es la huida para no partir nunca.
Hoy le devuelvo el corazón y le regalo mis lágrimas…

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 Calendario del ‘Mundo Literario’ para 1927
Unos versos sorpresivos, cargados de sarcasmo y juegos, cuyo sentido podían disfrutarse en la Alemania de 1927. Fueron escritos para un calendario de pared. El poemilla de cada mes acompañaba unos dibujos satíricos de Rudolf Grossmann. Están incluidos en los “Fragmentos de contenido misceláneo. Escritos autobiográficos” de las Obras de Walter Benjamin
     















Por WALTER BENJAMIN

Enero
Se presenta aquí el año veintisiete
–en Dánzig como estado independiente–
para nuestros lectores alemanes
acuario, que va a serles favorable.
**
Febrero
Y después presentamos, en febrero,
a los peces, allá en el firmamento.
Pero Fisher, que vive aquí, en la tierra,
va a ofrecernos a todos paz (no guerra).
**
Marzo
La Sección Transversal no es nada cara.
Primavera, por más que contrariada,
da alegrías a todo honrado esnob,
y una y otra gobierna Wedderkop.
**
Abril
Es sin duda el de abril el mes de Tauro
–aunque Grossman no quiera dibujarlo,
quizás sufra un complejo…–, y Federicus
Rex de pronto se planta en este sitio.
**
Mayo
Cual laureles, tan verdes de color,
va brotando la idea al escritor.
Mas ya es mayo, así que a los gemelos
una y otro no importan un pimiento.
**
Junio
En el Pen Club adoran al cangrejo,
que es el signo de junio. Ahí podéis verlo.
¿Quién es ese don nadie?, ahora os decís.
Ludwig Fulda, al que ahora veis aquí.
**
Julio
Julius, que en realidad se llama Bab,
el león, tras rugir se va a largar.
De la crítica aún hay otro león
que ha venido de Neustadt, junto al Dosse.
**
Agosto
Praga, que por agosto nada da,
ha horneado, con Kornfeld, un buen pan.
Mas de autores que, en cambio, se hacen blandos,
las doncellas dan signos del Zodiaco.
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Septiembre
Libra en septiembre es signo zodiacal.
Porquería o bobada, eso es central.
Sopesemos con toda precisión,
pues la cosa es Lulú o Geneisenau.
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Octubre
Si el escorpio te pica desde atrás
Jacobson por delante te entrará.
Así octubre te ofrece, para honrarlo,
un estreno astral en cada astro.
**
Noviembre
En noviembre Arno Holz tensa su arco
contra un tal señor Becker, su adversario
–del Empíreo no muy reconocido–.
Como Külz, que ¡en menuda se ha metido!
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Diciembre
Tras sus barbas, rizadas densamente,
del poeta ya la voz ni se siente.
Si como pacifista es deplorable,
como cabrón, en cambio, es aceptable.
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 Cuando todo se hace contraste


ROSARIO ANZOLA


Con los sobresaltos adosados a la piel llegué a un aeropuerto extrañamente solo. Menos aviones, menos vuelos, menos viajeros.  Más limitaciones, más restricciones, más amenazas. Antes de abrocharme el cinturón de seguridad veo los últimos mensajes del teléfono. Abundan las malas noticias, las cansonas cadenas, los petitorios de toda índole,  los chistes sin ingenio y los consejos de autoayuda con penosas faltas de ortografía. Mi dedo índice no descansa sobre la pantalla e insiste con terquedad en que algo bueno debe reflejarse en cualquier instante. Al fin me topo con imágenes y palabras que me hacen sonreír. Cuando me dispongo a apagar el celular una fotografía me da un puño en la nariz: es una composición de cuatro fotos de niños, con aspecto de fetos, el cuarteto está muriendo de desnutrición. Sus ojos hundidos penetran en cada uno de mis poros. Se amarga mi saliva. Todo se hace contraste en dos viajes que se inician: uno hacia afuera, otro hacia adentro.
Un gran ventanal me muestra una ciudad invernal. Afuera reina el frío. Me calienta un sol tropical que no abandona mis pasadizos interiores. Adivino rostros entre bufandas, capuchas y gorras.  Nadie mira a nadie. Algo me dice que por eso debemos guardar las miradas entre los recuerdos y volver a esos ojos cuando irrumpan soledades y silencios.
Salgo a caminar. Me envuelve una sensación de seguridad que había olvidado. Por eso hago del viento gélido un amigo que acompaña mis pasos.  Sólo así puedo sentir la perdida libertad de recorrer calles y avenidas. Todo se hace contraste, que no comparación. En ocasiones, comparar resulta un ejercicio grotesco porque hay juicios de valor que engañan la realidad de lo distinto. Vuelvo y voy, voy y vuelvo… Pienso en la libertad perdida de no poder regresar, un dolor desconocido que ahora padecen muchos compatriotas. Un dolor tan injusto como la negada libertad de quienes solo tienen rejas como paisajes y quizá el olvido como destino.
Por estas calles la gente “se porta bien”. Cada quien lleva su ritmo en el andar: rápido, lento, pesado, liviano...  Los zapatos y las botas exudan blues, merengues caribeños, improvisados jazz, tambores negroides, cuecas, pasodobles, rancheras… Los pies conducen hacia donde saben ir, les tiene sin cuidado la prisa o el desgano de los otros transeúntes. En los trenes del subsuelo, a los ciudadanos no les cruza la idea de empujarse; aún apretados, los cuerpos no se acercan ni se violentan.
Mi cerca está lejos. Mi lejos sigue cerca. Vuelvo y voy, voy y vuelvo… Todo es un contraste. Es apenas un distanciamiento eventual que me permite superponer en los ventanales que dan a las calles nevadas las oscuras y peligrosas calles de las ciudades venezolanas.  Tras los rescoldos de la incertidumbre, con una guitarra como compañía, persigo la paz. La necesidad de encontrar un equilibrio interno se enfrenta a la urgencia de armonizar las intenciones que bregan por reconstruir lo posible a partir de los escombros.
La lista de las calamidades es interminable, pero también lo es la lista de personas cuyo plan B ha sido y es permanecer para permanecer. Todo vuelve al contraste. De igual manera se solapa la lista de venezolanos cuyo plan B ha sido buscar otros horizontes donde vivir. Están en su derecho y sabemos que, desde allí, respiran y recuerdan con nostalgia la tierra a donde algún día podrían retornar. Hay una comunión de sentimientos por un país que se ha ido desdibujando y que día a día se vuelve a dibujar con los trazos de la esperanza. 

Creo firmemente que vamos a recuperar y encauzar los conceptos de ciudadanía. Me constan los esfuerzos gigantescos de una sociedad civil, que consciente de su corresponsabilidad y estando fuera o dentro de las fronteras, se mantiene firme, contra viento y marea, a fin de llevar el barco de la institucionalidad a buen puerto. Lo veremos: en algún momento los dirigentes tendrán que acudir a los “ciudadanos” dignos, libres y “bien portados”. 
¿Qué por qué lo sé?  Porque los cuatro niños desnutridos que me miraron desde cuatro fotos así me lo dijeron. Por ellos, por sus neuronas despedazadas, por los umbrales que tal vez los lleven a otras dimensiones donde encontrarán festines de comida y chucherías; por los otros niños que sin voz ni voto tienen el futuro entre sus manos; por los no nacidos que guardan reclamos y preguntas para nosotros y por estos días, cuando celebramos al Niño que cambió el mundo con su mensaje de solidaridad, dispongámonos a aprender del contraste entre los polos de la paz y la violencia. Es en ese universo de sabiduría esencial donde se encuentra el don más preciado que se nos ha concedido a  las criaturas de Dios: vivir, comprender y compartir la verdad, la justicia y el amor.
@rosarioanzol
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"El Nobel de Literatura necesita una revisión”


Leonardo Padura


Fran Tovar 26-05-2018 El pizarrón Noticias

A Leonardo Padura le preocupa el reguetón. Hasta el barrio de La Habana donde se crió y donde aún vive llegan los ritmos y letras actuales, que no termina de aceptar. “Es una muestra muy reveladora, creo, de cómo se manifiesta la sociedad cubana”. No es que la tenga cogida con el reguetón, no, porque para él el reguetón actual no es una causa, sino una consecuencia de un estado social y ético. “Pasó de ser socialmente agresivo, un poco contestatario, a ser soez; luego pasó a ser pornográfico y ahora, directamente, es algo escatológico”, lamenta.
En esas estamos. El maestro cubano de la novela policiaca está en Madrid, a donde ha llegado desde Asturias y donde se quedará para firmar ejemplares en la Feria del Libro. Lleva desde las siete de la mañana dando vueltas por la ciudad. Llega a Casa de América bajo una gorra verde pistacho y con una riñonera en la cintura, y llega a la carrera, de hacerse junto a su mujer unos análisis de sangre —el médico, un amigo, tomaba vacaciones y solo podía atenderlos ayer a primera hora—. Viene de Oviedo, donde el jueves se falló el premio Princesa de Asturias de las Letras a Fred Vargas, en el que ha participado como jurado y que a él le fue otorgado —“para colmo y exageración”, dice— en 2015.
“Con Asturias tengo una relación muy especial”, recuerda el escritor cubano, nacido en La Habana en 1955. “Fue el primer lugar de España que me recibió, en la primera Semana Negra de Gijón, en 1988”. Se pregunta Padura por la importancia de ese evento, la Semana Negra de Gijón, y se muestra convencido de que en algún momento habrá que hacer una valoración “de lo que ha significado”. En ese 1988 que la visitó por primera vez acudió como periodista, antes de escribir ninguna de las novelas del detective Mario Conde que le darían nombre internacional. Y recuerda que allí conoció a Vázquez Montalbán, a Andreu Martín, a González Ledesma, a Paco Ignacio Taibo… Habla del gremio y sonríe. Hay quien dice que, dentro de los escritores, los que mejor se llevan (¿los únicos?) son los que frecuentan el género negro. “Los escritores policiacos somos muchos pero a la vez somos pocos, y se crean relaciones de amistad”, explica, y cuenta cómo en Gijón tuvo su primer encuentro con Vázquez Montalbán, del que terminaría siendo anfitrión en Cuba cuando el barcelonés escribió Y dios entró en La Habana.
“Pero sí”, dice, “el mundo literario es un mundo absolutamente competitivo. Y es absurdo competir en el mundo literario. Barça y Madrid se entiende que compitan, porque solo gana uno. Pero en literatura cada uno tiene el espacio que merece. Hay, sí, espacios inmerecidos, y ausencias inmerecidas también. Pero cada uno tiene lo que logra alcanzar”. Habla con pasión de novela negra y deja claro que, tras citar a Hammett, a Chandler, a Himes, o a Simenon, para él, “a partir de la mitad de los 80 hasta hoy es el momento más alto del género”.
En los últimos cinco años, tres de los escritores que han ganado el Princesa de Asturias escriben novela negra. El irlandés John Banville, la francesa Fred Vargas y Padura. Esto, para el cubano, “certifica la vitalidad y el respeto del género”. “La novela negra son variaciones sobre cinco o seis temas: muerte, violencia, corrupción, miedo… vistas desde el lado oscuro, de la criminalidad. Sobre esas variaciones se pueden tocar muchos temas”, resume, y señala a Montalbán como el gran cronista de la España de finales del siglo XX, a Mankell como historiador de la decadencia del milagro sueco, o a Márkaris como testigo de la crisis griega.
¿Tiene el premio Princesa de Asturias más peso un año en que no se entregará Nobel de Literatura?
“¡No sé si decirte cosas que se conversaron allí! [ríe] Pero sí, ese tema se mencionó. Yo creo que el Premio Nobel, con independencia de los problemas internos de la Academia Sueca, necesita una revisión. Trataron de romper con los esquemas y creo que fue un intento fallido”, explica. “A Bob Dylan le daría el premio Nobel de Música. Pero murió Philip Roth y no tuvo el Nobel. Va a morir Kundera y no lo tuvo tampoco. Y antes, por mencionar dos ejemplos en lengua castellana indiscutibles, no lo tuvieron ni Borges ni Carpentier”.
A finales de 2017 terminó la novela que publicó a principios de año, La transparencia del tiempo, de la serie de Mario Conde. ¿En qué anda ahora?
“Necesito un tiempo. Y espacio mental”, se justifica. No solo por el agotamiento que supone escribir, sino porque es un firme defensor de la teoría de que si uno escribe una novela justo después de acabar otra, al final sigues escribiendo la misma. Pero sí, hay algo en mente, algo que está “pensando, sin escribir nada aún, solo investigando. Una novela que tiene que ver con la diáspora cubana, una historia de personajes entrelazados”. Se refiere a la diáspora de su generación, no la diáspora histórica de los primeros años de la revolución. “Me interesa por el trauma que fue para los míos. Y porque creo que la novela cubana sobre el emigrante contemporáneo no me ha satisfecho. La visión del cubano de Miami ha sido muy plana. Habría que tratar de entender un poquito más qué ha pasado”.
¿Y qué piensa sobre Cuba, sobre el nombramiento de Miguel Díaz-Canel?
“El hecho de que haya habido un cambio de figuras en la presidencia todavía no ha significado nada en cuanto a estilo o política”, señala. “Me imagino que en unos meses habrá alguna señal, porque hay varias deudas que están pendientes, sobre todo en economía. Hablamos de un país que lleva 28 años en crisis”, dice antes de señalar que la de ahora en Cuba es una generación menos romántica, y más escéptica. “Y hay otro fenómeno del que hablaré en la novela, que es que muchos de los más capaces se han ido. Un desangramiento de talento”. “El Gobierno necesita revisar cambios profundos, y no sé si tendrán una varita mágica para resolver tantas cosas”, termina, y se encoge de hombros. Quién sabe. Quizá el cambio en Cuba empiece por el reguetón.
El País
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Estrategias del querer
ENTREVISTA a Patrick Besson
Autor de la novela Cabo Kalafatis

A través de citas de su novela Cabo Kalafatis, Patrick Besson, ganador del premio de novela de la Academia Francesa en 1985, contesta con el tono de su convicción política y sustancial

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·         JONATHAN REVERÓN

"El hecho es que la  belleza inaudita de muchas mujeres complica nuestras relaciones con ellas." #Verbigracia
"...después de los 70 años un hombre no es responsable del 100% de lo que dice" #Verbigracia
El relato comienza con diálogos sujetos al "Sí" y al "No". Y deja clara la insatisfacción del "viejo" sobre la ambivalencia del "joven".

José (el viejo) tiene una relación muy especial con la juventud: vive, él quincuagenario, con una mujer de veinticinco años. Esto lo halaga (agrada) de un lado y lo acompleja del otro. Vivió en condiciones difíciles y envidia a estos jóvenes que, en aquellos años, tienen la vida fácil. Es un importante comerciante, tiene la costumbre de los conflictos y las negociaciones.
Una página de facebook es un llamado al amor."
¿Considera que con el avance de los años el ser humano limita las oportunidades de enamorarse?
Diría más bien lo contrario: permiten más encuentros, y mientras más hacemos encuentros más tenemos una posibilidad de enamorarnos. Una página de facebook es un llamado al amor. Queremos gustarle a más gente posible con el fin de multiplicar las posibilidades de caer sobre la persona a la que queremos.
¿Cómo han cambiado las revoluciones en la postmodernidad?
No sé lo que es la modernidad, y todavía menos la postmodernidad. "Hay que ser absolutamente moderno", dijo Rimbaud, que volvía de París a Charleville a pie mientras habían ferrocarriles.
"Los estudiantes, siempre haciéndose los tontos"."Los estudiantes hacen windsurf. En el 91, el windsurf". Qué apreciación tiene de la figura estudiantil europea o la francesa de la actualidad.
Los estudiantes son unos hijos de burgueses o hijos de la pequeña burguesía que aspiran a ser unos burgueses. Tuvieron, en los años 60 y 70 del último siglo, un arranque de generosidad hacia los obreros y los campesinos. Luego, la imensa mayoría de ellos regresó a sus facultades y, en el verano, a la playa.
Existe también en Cabo Kalafatis una reflexión en torno a la belleza. "Es la fealdad la que dice estupideces para que la olviden, o amen". La belleza de la joven es un eje del argumento, también su aparente sagacidad. ¿Hemos ponderado adecuadamente nuestra apreciación de lo bello en la mujer?
No sé cual Dios irónico y perverso hizo a las mujeres más bellas que los hombres. Esto no es culpa de ellas y tampoco nuestra. El hecho es que la  belleza inaudita de muchas mujeres complica nuestras relaciones con ellas. Tendemos a tomarlas por divinidades mientras que son unos seres humanos como nosotros.
"Es escritor, esas personas no tienen patria."¿Se identifica con esa afirmación?
Mi divisa es al revés de la del mariscal Pétain, que colaboró con los nazis desde 1940 hasta 1944. Era: "trabajo, familia, patria". El mío es "trabajo, ni familia, ni patria".
 Ser joven es ser en el espacio, ser viejo es ser en el tiempo."
En un capítulo se discute sobre el deber de la juventud en la dirección de una sociedad. "Los jóvenes son más fuertes y deberían ser ellos quienes dirijan. Es por eso que prefiero la monarquía en lugar de la república". ¿Este siglo estará mejor en manos de jóvenes?
A menudo digo que después de los 70 años un hombre no es responsable del 100% de lo que dice, o lo que hace: ¡Y tampoco de lo que escribe!
Su espíritu es demasiado solicitado por el miedo a la muerte. Ser joven es ser en el espacio, ser viejo es ser en el tiempo. El espacio existe mientras que el tiempo no se sabe exactamente lo que es. Es por eso que nos perdemos dentro. 
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Hermosa carta de Simón Bolívar a su prima Fanny Du Villars, días antes de su muerte el 6 de diciembre de 1830.

" Quinta de San Pedro Alejandrino 6 de diciembre de 1830 ( Santa Marta )


Señorita FANNY DU VILARS
Querida prima:

Te extrañará que piense en tí al borde del sepulcro ?Ha llegado loa última aurora, tengo al frente al Mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la Sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta, como nuestros ensueños de 1805; por sobre míe el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.....

Y tú estás conmigo porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida; en las últimas fulguraciones de la conciencia.

Adios Fanny.

Esta carta llena de signos vacilantes, la escribe la misma mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza , de la fé, esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo. esta es la letra escritora del Decreto de Trujillo y del mensaje al Congreso de Angostura...

No la reconoces, verdad ?

Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado, la realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dándole frante al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado, a los lampos de un sol de primavera.

Muero miserable, proscrito, detestado por los mismo que gozaron mis favores; víctima de inmenso dolor, presa de infinitas amarguras. Te dejo en mis recuerdos, mis tristezas y las lágrrimas que no llegaron a verter mis ojos.

No es diga de tu grandeza tal ofrenda ?
Estuviste en mi alma en el peligro; conmigo presidiste los Consejos de Gobierno; tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses; tuyos son tambien mis últimos pensamientos y mi pena postrimera.
En las noches galantes de la Magdalena, ví desfilar mil veces la góndola de Byron por los canales de Venecia; en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú...porque tú has flotado en mi alma mostrada por níveas castidades.
A la hora de los grandes desengaños. a la hora de las ínfimas congojas, aparece ante mis ojos moribundos con los hechizos de la juventud y la fortuna.Me miras y en tus ojos arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas inmortales de Junín y Bomboná.
Recibiste los mensajes que te envíe desde la cima del Chimborazo ?
Adios Fanny...todo ha terminado!
Juventud, ilusiones, sonrisas y alegrías se hunden en la nada...sólo quedas tú como una visión seráfica señoreando el infinito, dominando la eternidad !!
Me tocoó la misión del relámpago, rasgar la niebla un instante...fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderme en el vacío."
SIMON BOLIVAR
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La ausencia heredada
de Cristina Gutiérrez Leal

Un acercamiento a la poesía de Cristina Gutiérrez Leal, que reseña aspectos formales y temáticos de “Sé del mar reventando contra un muro”, poema ganador del II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2017, así como de “Estatua de sal”, poemario ganador de la XX Bienal de Literatura José Antonio Ramos Sucre 2015 
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 Cristina Gutiérrez Leal

Por NÉSTOR MENDOZA

Que mi cuerpo sea más potente que mi estatua de sal
interior y mi fe en la vida mortal más profunda que lo profundo.
Humberto Díaz-Casanueva

Nos conocimos en Sartenejas, en marzo de 2011, en el marco de unas jornadas de literatura venezolana. Su juventud era más evidente que ahora y su lectura no mostraba desconfianzas escénicas. Mientras leía su ponencia intenté precisar el origen geográfico de su acento, mezcla delgada de serranía falconiana y estancias universitarias en otras ciudades del país. Luego de finalizar el evento, no hubo cruce de adioses: quizá solo un tímido respeto a larga distancia, retirado y conforme. Esa inquietud hacia ella quedó detenida, en un estado de congelación que duró casi cinco años. Por este y otros motivos pasé por alto que su primer libro, Estatua de sal, ganó la mención poesía de la XX Bienal de Literatura José Antonio Ramos Sucre 2015.
Cristina Gutiérrez Leal (Coro, 1988) reside en Brasil y estudia un doctorado en Literatura Comparada en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Su presencia se reitera tras resultar ganadora del II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas 2017, con su poema “Sé del mar reventando contra un muro”. Las apariciones de Cristina son prudentes y circunscritas casi exclusivamente a la función creativa. Esto no significa que la poeta habite un territorio insular, apartada del desarraigo, nuestro mayor legado del siglo veintiuno. Parte de estas apreciaciones personales se hacen patentes en aquel poema, retrato de una joven poeta venezolana que asume el país desde una sinécdoque –el mar– plena y sutilmente asociable al territorio en el cual nació. Cristina dice mar y parece decir país (y, gracias a Dios, nunca dice patria: agradecemos que no haya elegido esta última palabra desgastada por el uso despótico). Cristina viaja, observa y el yo del poema es sugestivo y autoreferencial. No se corroe: es marítimo por su amplitud y por su temperatura caribeña.
Recapitulo: Estatua de sal es y no es el primer libro de Cristina. Fue escrito y premiado pero permanece vivo sin editarse. Quien pretenda encontrarlo en los estantes de poesía venezolana no lo hallará. Sin embargo, esto no ha impedido que la autora haya dado a conocer parte de ese trabajo: lo hemos visto, por ejemplo, en la web de la revista Poesía y en la antología Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero, 2016).
El título que Cristina eligió tiene un conocidísimo antecedente, el poemario La estatua de sal (1947) del chileno Humberto Díaz-Casanueva. No parece haber una hebra común –o deudas selectivas– entre el poeta santiaguino y la poeta coriana. Díaz-Casanueva sigue los pasos de la nocturnidad imaginativa con entonación profética y persigue una voz que canta desde oscuras habitaciones. Cristina se enfoca en una personal relectura –adaptación– bíblica de la mujer de Lot, asociada principalmente a la progenitora de la poeta, confrontada y convertida en motivo central de su propuesta. Hay escrúpulos ponderados: sin temor, la figura materna se vuelve elemento flexible. Estas indagaciones familiares no están exentas de un proceso atormentado. La aparición de la madre (dura, cuestionadora a veces) forma parte de una necesaria etapa de “curación” o sanación entre la progenitora y la hija, tal como lo ha trazado Hanni Ossott en el ensayo “De la cura en el arte”, en el cual explica que todo artista ha de pasar por un trance similar para acceder a la tensión lírica (la libertad, la reconciliación, la respiración adecuada). Esta sanación se comprueba con sorprendente atrevimiento en “Arte poética”, primer poema de Estatua de sal: maldecir a la madre como erupción reconciliatoria o lapidación simbólica que hace emerger la emancipación de la hija y la poeta (¿emancipación anímica, psíquica, moral, consanguínea?). Si Cristina “mata” a la mujer de Lot también estaría asesinando a una estirpe femenina y una costumbre cristiana de insistente arraigo (dejar de tener una iglesia en la lengua). Es la corpulencia de la sangre que pesa y pisa a quien habla en el poema. Es un posible tríptico entre la madre, la hija y el reclamo, a tal punto de querer desligarse de algunos lazos definitorios de identidad (“Persigo los espacios donde no me parezco a mi origen”). Pero esas huellas de negación hacia la madre son solo un costado de un gran cuerpo. Otras zonas diseñan firmes y sobrias declaraciones de admiración: “los únicos milagros que he visto / tienen su nombre”.
Cristina transita el verso libre en sus medidas y distribuciones de la hoja en blanco, en poemas de mediana extensión y en algunos casi epigramáticos. También se inclina por el poema en prosa. Su libertad se expresa en la propia indagación íntima y en la selección justa de palabras de uso coloquial. Ella es el tema de Estatua de sal. Gran parte de esta indagación se basa en el improperio, en la ofensa a sí misma, en declaraciones martirizadas, desde un ambiguo sentimiento de culpa (“Somos expertos en caer / pero no en hacernos los ciegos”). Y como una poética de la ausencia, la autora asevera: “La señora Martha Cristina me heredó su segundo nombre, / su adolecer”.
Un elemento pudiera catalogarse de innecesario: la insistencia bíblica a veces se desborda en imprecaciones no tan asimiladas como en el resto del libro. No se trata de recriminación pataca, de acciones morales inadecuadas. Lo que intento mostrar es que la alusión emprendida no es oportuna. Lo percibo como un golpe de más, una patada al cadáver: “Lo vimos agrietar la paz, / masturbarnos el odio”.
Cristina no teme al atrevimiento, al anuncio de episodios sexuales –por ejemplo, una felatio realizada por una feligresa–. Lo más notable de Estatua de sal prevalece cuando no echa mano de la “metapoesía”, cuando Cristina deja de ser Cristina y se convierte en efectivo y casi anónimo anuncio de pérdidas, temores y reclamos, coloreado por leves menciones autobiográficas. 

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“La escritura es una manera más profunda de estar solos”
Franklin Hurtado



Serie “Nuevo país de las letras”. Banesco. Diego Arroyo Gil: “La memoria mítica es la que más me interesa”. Texto: José Pulido / Fotos: Gabriel Osorio
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Gabriel Osorio
 Franklin Hurtado

Por JOSÉ PULIDO
18 DE SEPTIEMBRE DE 2017 12:30 AM
Nacido en Carúpano, en 1985, estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela, donde actualmente ejerce la docencia. Ha sido editor y corrector de diferentes publicaciones y editoriales. En 2012 su poemario Sal ganó el Concurso para autores inéditos, mención Poesía, de Monte Ávila Editores.
Quizás la vida celebre el nacimiento de un poeta de manera extraña, secreta. Quizás incluso nadie se entere. Los códigos se invierten y quizás la celebración sea en silencio, como el nacimiento de un día, o como la irrupción de la noche. En Carúpano, un día de 1985, nace Franklin Hurtado. El susurro del mar se vuelve silencio, el olor de las algas se convierte en mudez, el salitre corroe las palabras. Las palabras, sí, como partículas, como voces, como campanas, alrededor de un niño. ¿Qué es la esencia creadora? ¿Cómo se revela un oficio? ¿Quién enciende la sonoridad?
“Yo era el hijo de los mandados. De tres varones, el del medio. Todos los días iba camino al abasto, repitiendo el recado. Debía repetir para hacerme entender. Si me diera a la tarea de ubicar algo en mi infancia que me reservaba el oficio de poeta, lo encontraría en lo que viví aquellos años. Era como un estado de rareza, la sensación de que no debía hablar de más. El mandato no dicho de callar, el temor de que mi palabra no gustara. Deseaba una relación normal con los otros, pero a la vez me cerraba a ella, porque era incapaz de decir las cosas tal y como se esperaban. Necesitaba una firmeza de mandíbula, una voluntad de voz, pero no sabía cómo alcanzarla”.
Podía pasarse una eternidad pensando en la palabra que necesitaba decir. La hacía girar en el espacio de su mente, la limaba, le sacaba el máximo brillo, la hacía flotar esplendorosa como un colibrí detenido en el aire. Pero cuando iba a pronunciarla, cuando le tocaba dejarla salir, siempre había alguien que lo escuchaba y no entendía, que lo miraba sin comprender, que estallaba en injusto reclamo: “¿Qué quieres decir?”
“Si yo decía algo, no gustaba. Quien me oía, como el dueño del abasto, abría los ojos, me increpaba y me hacía repetir. Una y otra vez. Y yo, en vez de intentar decir adecuadamente cualquier cosa, me obstiné en mi defecto. Me mordía aún más la lengua. Han pasado los años y yo, en el poema, intento decir lo que me provocaron callar. No me refiero a lo dicho, sino a lo que me impide decir”.
Solo él debe haberse dado cuenta de que había estado creciendo a orillas del mar, como si el sol al nacer cada día lo hubiera ido levantando un poco más del piso, como si le hubiera puesto en la cabeza pelos de palmera, movimientos de galeón en tormenta o la serenidad del arrecife en la cara. Hoy es un joven poeta de inusitada fuerza. Una melancolía remota, algo de asustada nostalgia que se desprende de la infancia, se han convertido en poemas. Sin embargo, todo el referente marítimo, que es en sí poderoso, podría considerarse una etapa superada. Hoy le asaltan los deseos de fijarse en los otros, de entender el ritmo del laberinto urbano, de penetrar en elementos que le son ajenos. La alteridad también enriquece. Pero el viaje es también hacia adentro, donde mucho dilucidar. Buscar los recuerdos más lejanos. Apartar la niebla que recubre las imágenes.
Otra mirada
“El primer recuerdo que tengo de mi madre es su pezón de ojo ciego, su neutra amargura. Hablo de un seno que no podemos decir, aunque nos sostenga. De ella, sin embargo, me queda otra mirada. Supongo que a todo hombre le pasa: mi madre fue mi primera esfinge. Esa imposibilidad me ha alimentado siempre. En mi recuerdo más antiguo, quizás a los tres años, me estoy sujetando a un escalón en la casa de mi abuela. Mi madre entra a la sala y me ve con sus ojos casi borrados: trato de entrar allí y no la encuentro, trato de entrar allí y no me hallo. En todo caso, ella no me reconoce. No sé qué ve en mí, pero si me ve percibo que nunca antes me ha observado. ¿Cómo explicar que su mirada me otorgara forma cuando todo era aún un breve caos? En sus ojos me esperaba una fijeza que busco recuperar en el poema”.
La sal se movía en el aire y salaba sus labios. Las olas verdosas se expandían en la orilla y volvían a formarse. En toda esa invocación hay vapor, solidez, pesadez y esqueletos que el mar reúne y despedaza. La sal, no obstante, lo domina todo: es encandilamiento blanco, espíritu respirable, presencia fantasmal. No en balde, su primer poemario se titula Sal, y el vocablo da saltos entre las páginas como un pez irredento. Nunca se había usado con tanto acierto, nunca con tanta verdad.
“Para mí el principio es de sal. Así que no me he alejando mucho de lo que considero esencial. Todos los textos anteriores a ese primer libro fueron experimentos, maneras de decir que ya no frecuento, pruebas y pastiches. Para mí la voz poética siempre debería estar en correspondencia con nuestro cuerpo, con la soledad esencial que exploramos. Pienso que, tal vez, se tiende a confundir escribir con hablar. Si bien, por la naturaleza del lenguaje, otros nos exigen decir o expresarnos, la escritura es una manera más profunda de estar solos. De esta manera concibo yo el poema: no deberíamos ilusionarnos con la idea de que allí se capta algún sentido. Yo apenas aspiraría a captar un rumor, un mandato indistinguible. Cuando pongo en versos lo que siempre he sentido como una experiencia, todo se vuelve sombra. Y aun así, lo que quise captar puede traerme la alegría de una música inesperada. Dos manzanas sobre una silla, como propone Clarice Lispector en Agua viva, establecen un nuevo orden, reorganizan la mirada: la silla empieza a girar, las manzanas se vuelven carne, veo cómo sus nervios laten, tengo el tamaño de un insecto y miro desde el aire, cautivado. Y así me dejo llevar por lo que la escritura genera. Cuando intente preguntarme por mi voz, por ejemplo, la encontraré cubierta de moscas… Sobre este descubrimiento, sobre esa visión de las cosas, reuní un conjunto de poemas”.
La resonancia
Lejos de su paisaje original, de su playa, escasea la forma de las lanchas, las estampas luminosas de los peñeros. Ahora el poeta se somete a la penumbra de un apartamento, tratando de averiguar qué tanto de mar hay en él, qué zumbidos lo habitan aún.
“A ver, pienso en la resonancia del mar. Es el único elemento al que le tengo un verdadero respeto, sin excluir el miedo. Y creo que a todos nos pasa. Una vez conocí a la esposa de un pescador que vivía en la orilla de una ensenada. Esa mujer tenía más de cuarenta años sin darse un baño de agua salada. Todavía me pregunto si le guardaba algún respeto, o si simplemente cualquier asombro murió en ella. Yo debería preservar esa duda, y más bien no inquietarme con las posibles respuestas. El mar aún reclama mi atención, mi adoración. Quisiera decirlo en una dimensión más bien geográfica, de extensión y grandeza, sin marineros ni viajes colonizadores, sin batallas ni barcos pesqueros. Nuestro dilema ante el mar es que siempre queremos historiarlo. Pretendemos dominarlo como a un animal. Puedo entender que ese deseo exista, pero obviamente no lo comparto. Del mar me queda sobre todo su capacidad de acecho. Una gran ola viniendo hacia la casa es uno de mis sueños más recurrentes. Y no importa lo lejos que me encuentre de la costa. A veces me pregunto qué soñaría aquella mujer cuando de madrugada el rumor de las olas inundaba su casa. Me intriga pensar en las causas que la mantenían aparte, me desvela intuir por qué el mar no logró seducirla”.
Con esa mujer marina, aunque despojada de mar, podría escribir un poemario interminable, hondo, lleno de pureza entristecida. Eso es lo que, finalmente, lo satisface y lo atrae: que en su mente se encienda una palabra luminosa, un canto de sangre, “un pez vivo en la red”, según la sentencia de Juan Sánchez Peláez.
“Precisamente, me motiva la idea de encontrar, en pocas palabras, ya sean ajenas o propias, una imagen que me angustie, que me motive, que me alegre. Confieso que me contenta regodearme en esos pequeños placeres, como si de alguna perversión se tratara. Y hablando de perversiones mayores, como estudiante y como profesor, me ahoga la destrucción de la palabra, del entendimiento, del conocimiento, comenzando por nuestras universidades, que padecen una lenta destrucción. También me angustia la pobreza que estamos viviendo, y aún más la que vendrá”.
Los mayores
Antiguamente, la gente peleaba por la sal. Los españoles ahorcaban a los otros europeos que desembarcaban cerca de Araya. Europeos de toda índole se entremataban en la arena porque sin sal no podían conservar el pescado. Estas estampas históricas las comparten los cumaneses, desde niños hasta adultos, desde pescadores hasta grandes hombres de letras. Vienen a la memoria nombres trascendentes de la región salobre, como José Antonio Ramos Sucre, Cruz Salmerón Acosta o Andrés Eloy Blanco. Tragedia y grandeza, gloria y enfermedad, luminosidad e insomnio.
“Lo que más admiro de Ramos Sucre y Cruz Salmerón es la resistencia que tuvieron para desarrollar sus obras en un medio aún más hostil que el nuestro. Aunque el cónsul haya muerto hace más de ochenta años, el estado Sucre sigue siendo un desierto, un animal que respira sal. Hablo de la sal que a mí también se me impuso. Recuerdo una noche en la que me reuní con unos amigos. Estábamos oyendo cuentos y tomándonos unos tragos en un malecón de Paria. Eran como las cuatro de la mañana y esperábamos que amaneciera para regresar a casa. Yo había tomado mucho y estaba muy alegre, una combinación que raramente se me da y que a veces extraño. Caminaba sin zapatos con una amiga montada en mis hombros, quizás más bebida que yo. Ella me llevaba como un caballo, jineteando. Pero de repente, sin advertirlo, se nos vino encima, muy velozmente, una espesa neblina. Yo tenía diecisiete años y esa noche frente al mar la densidad del salitre me encaró. Y otra vez me provocó callar. ¿Por qué la sal? Porque crecí respirándola. Eso me lleva a Lezama Lima, quien definía su poesía como ‘una exploración de mi oscuro’. Extrañamente, a pesar de la alegría, la noche flotaba en la sal”.
Los silencios, el azar, la espontaneidad, la libertad. La vida incesante, el tiempo que late, la voz que irrumpe. La sensación que abre una puerta en su imaginación y se convierte en centro de una historia. He allí los derrelictos de ese río interior que siempre va hacia la mar que nadie conoce.
“Tengo períodos en los que paso mucho tiempo sin escribir un poema. Carezco de disciplina, o más bien me niego a relacionar poesía con disciplina. Creo que cuando hablamos de deber, de órdenes, nos salimos del ámbito de la poesía. Esto resulta contradictorio si tenemos en cuenta que la poesía es precisamente un ejercicio de contención, de poner límites. Pero a mí me remite más bien a un orden que se tambalea, a un orden en el que se puede bailar. En mis últimos garabatos, trato de indagar en torno a momentos que muestran mínimas fisuras en la cotidianidad, ya sean trágicas o absurdas. En síntesis, a la lengua se le pide un motivo que desconoce: algún roce entre rodillas, un tropezón en la escalera, una mirada que trastorna, un gesto que exige explicación, una frase suelta que no puedo cernir… De estos asomos estoy escribiendo ahora”.
Sin usar el cuchillo
La mirada de la madre también engendra, al igual que la del bodeguero desesperado que pregunta: “¿Qué quieres decir?”. Lo bruñó la sal y todo se volvió poesía… Todo lo que conversó consigo mismo mientras se mordía la lengua.
“La poesía es el modo en que encuentro en mí lo que desconozco. Por ese ejercicio algún nervio se altera, pues al escribir se trasluce una nueva realidad. Me gusta pensar que el propio cuerpo ha sido alcanzado. Una vida íntima me reclama y, gracias al poema, apenas puedo entreverla. Y eso más allá de cualquier conocimiento o ambivalencia. La poesía me trae certezas, tal como una fiebre. Es mi forma, como diría Blanca Varela, de ‘convertir lo interior en exterior sin usar el cuchillo’, aunque busque en el verso la fuerza de una puñalada y termine a veces en medio de una exploración dramática”.
“No tengo preferencias entre mis poemas. Podría mencionar alguno sobre una ciénaga, otro sobre una mosca desovando en un mango negro, otro sobre un árbol y un columpio. No soy capaz de diferenciar entre los que considero menos o más logrados. En todo caso, no soy el indicado para separar. Sí podría admitir que los versos están cortados por una música desconocida, cercana al minimalismo, pero sin ningún brillo particular. Ahora bien, la ciénaga, la mosca, el mar, la casa, el árbol, el columpio, o ese pensamiento parado en una esquina, golpeando la cabeza contra un marco de cobre, se mantienen ajenos al poema. Más bien cada verso es el testimonio de una gracia perdida. Me gustaría ser de aquellos que confiesan tener versos dados. ¿Quién se los dicta? ¿Cómo se puede creer aún en esa voz otra? Yo, en cambio, me concentro mucho en decir lo que no, en marcar lo que el mismo poema me arrebata”.
Nunca se olvida de las lecturas que despertaron en su adolescencia emociones jamás experimentadas. Él, que andaba callado buscando sus propias palabras y abría libros donde fuese más pertinente lanzar atarrayas, se zambullía en las páginas con sus ojos salados tras los peces escritos.
“Aún me gustan esos versos que vuelan los sesos. La posibilidad de combinar cuatro palabras de tal manera que produzcan una luz insólita, como las chispas que brotan de dos piedras entrechocadas. Se trata de quemar la lengua. Muchas veces tengo ganas de ver todo arder. Al parecer, el grado de intensidad en la lectura va disminuyendo con los años. No es mi caso. Ramos Sucre, el Neruda de Residencia, Gerbasi, Hanni Ossott, fueron algunos de los primeros poetas que recuerdo haber leído con pasión en mi adolescencia. Luego vendrían Lezama Lima y Piñera, con los Origenistas y sus bastardos atrapados en la órbita paradisíaca. Actualmente, me acompañan muchas damas, entre ellas Blanca Varela, Idea Vilariño, Louise Glück, Elizabeth Bishop, Olga Orozco, Marosa di Giorgio, Margara Russotto, Esdras Parra. No es feminismo, sino que me gusta el modo que tienen de escribir el horror: el del mundo y el propio. También Ida Gramcko y Alfredo Silva Estrada se instalaron en mi biblioteca de tal manera que destierro cualquier opinión que me aleje de ellos. Siempre vuelvo a sus libros. No pretendo alejarme. No se le ha prestado atención ni a la cuarta parte de la obra de Gramcko, y este olvido es imperdonable en el medio cultural venezolano que, por más que se jacte de ser un país de poetas, sigue siendo tremendamente hostil con la poesía, sobre todo con la buena, la que demanda”.
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*La entrevista forma parte del libro Nuevo país de las letras, publicado por Banesco Banco Universal, Caracas, 2016. Compilación: Antonio López Ortega.
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“La memoria mítica es la que más me interesa”
Diego Arroyo Gil


Serie “Nuevo país de las letras”. Banesco. Diego Arroyo Gil:  “La memoria mítica es la que más me interesa”. Texto: Alfredo Meza / Fotos: Vasco Szinetar ©
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Por ALFREDO MEZA

Nacido en Caracas, en 1985, es periodista egresado de la UCV y Magíster en Edición por la Universidad Complutense de Madrid. Fue coordinador editorial de la Biblioteca Biográfica Venezolana y Jefe Editorial de Libros El Nacional. Colaborador de varios medios de comunicación y miembro de la Fundación del Valle de San Francisco, ha publicado las biografías de Luisa Palacios, Miguel Arroyo y Simón Alberto Consalvi. También ha elaborado perfiles de Sofía Ímber y Nelson Bocaranda Sardi.
De Diego Arroyo Gil solo se escuchan buenas nuevas. Baste mencionar la opinión que en su momento expresaron sus maestros Simón Alberto Consalvi y María Fernanda Palacios. Periodista egresado de la UCV, Diego parece haber superado el estigma asociado a la formación de los comunicadores sociales. Aunque afirma que no se lleva bien con la escritura urgente y el análisis al vuelo que supone la elaboración de una pieza noticiosa, al revisar algunos de sus cinco libros se reconoce la metodología de los reportajes y la terca disciplina de limar los prejuicios contra los hechos. En todo caso, ha preferido la investigación histórica y el rescate de personajes cruciales del pasado reciente de Venezuela. Dice necesitar certezas para entender mejor el caótico presente.
Con 31 años recién cumplidos, tiene muchos proyectos por delante. Le sobran ganas de producir, aunque reconozca que toda escritura de largo aliento es un camino incierto, lleno de meandros engañosos y falsos atajos, no siempre grata hasta que llega el alivio del punto final. En la escritura la obsesión por la perfección provoca dolores en el cuerpo. “Cada línea es terrible. Yo merodeo mucho, pero como una vez me dijo Milagros Socorro, el merodeo no está hecho de nada. Yo soy como el perro que busca dónde echarse. Pero a la vez, como la escritura está avasallada por una pasión, hay una felicidad física en cada comienzo. Eso me permite superar el dolor”.
Siendo aun muy joven, se encargó de coordinar la colección biográfica del Banco del Caribe, con una selección que incluyó a los hombres y mujeres más representativos de la venezolanidad. Cuando sus contemporáneos pastan lejos de los libros porque están buscando en la tecnología las respuestas a los problemas de su tiempo, Diego prefiere ir al libro impreso, al que tantas veces le han puesto una fecha de defunción, y a los personajes que lo antecedieron. Allí encuentra ideas más poderosas, que le dan sentido al mundo. Su naciente obra es ya un panteón que recuerda quiénes somos y qué fuimos.
Su más reciente publicación, La señora Imber, genio y figura (2015), es un gran perfil sobre la vida de la mujer más influyente de la cultura venezolana en el siglo XX. Se trata de un trepidante relato narrado en primera persona que se lee con el aliento contenido hasta la última página. Diego es parte de esa escuela de periodistas que entiende que solo la narrativa confiere volumen a los hechos. Las historias le ocurren a alguien y arrastran a ese alguien a un conflicto, que siempre será más memorable que el conjunto de datos enjundiosos que podamos extraer.
“Yo he escrito sobre nuestros intelectuales no solo porque es una forma de traerlos al presente, sino también porque puedo tomar distancia para entender una época que no conocí. Eso me da cierta libertad para escribir. No estoy diciendo con ello que todo pasado sea mejor, sino que el pasado me hace sentir más cómodo para narrarlo porque no lo viví. No tengo la misma sensación cuando se trata de hechos actuales, porque me siento más preso con la verosimilitud. Reconozco en mí la necesidad de restablecer un vínculo para confirmar que soy heredero de una tradición, que no pertenezco a un país enteramente nuevo. Hay una frase de Lezama Lima, uno de mis autores dilectos, escrita en una carta enviada a su hermana exiliada, con la que me identifico: ‘Alguien tenía que guardar las bóvedas del cementerio, donde están nuestros padres y nuestros abuelos, guardar de cerca los recuerdos, las ropas, los cofres y todos los lugares en donde nuestra sangre dejó una sombra’. No me atribuyo el rol de ‘guardador’ de las bóvedas del cementerio, desde luego, pero me convoca el ritual de honrar a nuestros deudos. Porque debajo de la memoria histórica, o a la par de ella, hay otra memoria: la memoria mítica. Esa es la que más me interesa. Yo creo que esa frase de Lezama está secretamente allí, como un llamado, en mis cinco libros”.
“Yo siento que mi primer libro, una biografía sobre Luisa Palacios, no estuvo del todo bien. Fue mi proyecto de tesis de grado, y de algún modo una salida para cumplir con un requisito académico. Me habían rechazado muchos anteproyectos, porque argumentaban que no podría probar mi hipótesis mediante un método científico. Así que vi la oportunidad de hacer una semblanza de ‘La Nena’ Palacios. Lo empecé a escribir a los 22 años y lo publiqué a los 23. Al releerlo, siento que le falta músculo narrativo. Hay partes en las que parece una tesis, pero a la vez le tengo cariño. Escribirlo supuso un esfuerzo que me dejó una gran enseñanza: yo sí era capaz de terminar un libro”.
María Fernanda Palacios, sobrina de Luisa, es una figura tutelar en la vida de Diego. Han forjado una larga amistad que empezó a partir de libro Sabor y saber de la lengua, que él leyó mientras estudiaba en la UCV. “Le pedí a Rafael Cadenas que me la presentara. Después de conocerla, asistí como oyente a sus clases en la Escuela de Letras con el compromiso de cumplir con las evaluaciones del curso. Yo escribí mi trabajo y ella se sorprendió. Pero es que yo era un lector de literatura. Me invitó entonces a matricularme en el curso de Estudios Liberales. Y para poder pagarme los estudios, le propuse encargarme del trabajo administrativo de la Fundación del Valle de San Francisco”.
¿Por qué Diego no estudió Letras si esta carrera luce más afín a sus intereses? “No estudié Letras porque mi madre me dijo que me moriría de hambre. Y a mí me pareció un argumento válido. El periodismo ofrecía más posibilidades de trabajo. Quizás no representaba mi vocación, pero era lo que más se acercaba a mis intereses. En un principio, yo quise estudiar Psicología. Hasta que una tía me dijo: ‘Esas vainas que tú lees no son bien vistas por los psicólogos’”.
La amistad con María Fernanda Palacios no solo le permitió reforzar su definitiva vocación, sino que terminó de apartarlo del ocultismo francés, esas lecturas que ocuparon buena parte de su adolescencia y que lo llevaron a encarnar un personaje opuesto al intelectual de hoy. Con María Fernanda Palacios viajó a Francia por primera vez en 2010. “París es una ciudad esencial para todo el que tenga corazón. Es un milagro de los dioses”. Ya lo dijo Bogart en Casablanca cuando le dio vida a Rick: We’ll always have París. En Diego siempre destaca el esfuerzo por conseguir la frase memorable, que forma parte del mismo intento por conseguir una voz propia. Caminando por las calles de la capital francesa, quizás haya confirmado que su vocación de escritor no era un capricho.
Una pequeña luz
“Mis padres no se empeñaron en convertirme en un ratón de bibliotecas. Él, que es un comunista irredento, y ella, que es una buena lectora, no hicieron de sus creencias un apostolado. Digamos que en mí la literatura despuntó como una vocación adolescente, cuando empecé a interesarme en el ocultismo francés del siglo XVIII. Poco antes me había hecho Rosacruz, a los trece años, cuando empecé a estudiar Astrología Psicológica. Encontré en la biblioteca de esa orden los libros que necesitaba para iniciar mi formación. Más adelante descubrí a Borges y a Lezama Lima, dos figuras tutelares del hecho literario, pero en ese momento no me interesaban. Ahora pienso que, en mi adolescencia, Borges me abrió, sobre todo, al descubrimiento de la forma: la forma como modeladora de la emoción pura e inmediata. Un poco más tarde, Lezama vino a sugerirme la presencia de la imagen. Hay una frase suya muy importante: ‘La ausencia de mi padre me hizo hipersensible a la presencia de la imagen’. Yo entendí entonces que uno escribe para hacer nacer una epifanía en el espacio de una ausencia. Es decir, yo escribo con la aspiración de encender una pequeña luz en habitaciones aparentemente sentenciadas por el tiempo a la muerte, a la inexistencia”.
“Yo he llegado a esas reflexiones después de vivir otra vida. Comencé a estudiar Astrología Psicológica para tratar de entender qué me ocurría cuando yo era un niño de siete u ocho años. Tenía entonces terrores psicológicos. Un neurólogo me mantenía medicado porque pensaba que tenía alguna alteración nerviosa. Sentía terrores nocturnos y aprendí a anticiparme a esas crisis. Cuando las sentía venir, llamaba a mi mamá. A partir de ese momento, perdía la conciencia, entraba en trance y comenzaba a recitar cosas raras: hablaba de la Revolución china y de otros asuntos que, a tan temprana edad, no formaban parte de mis intereses. Cuando volvía en mí, mi mamá estaba llorando y mi familia, que me observaba, no entendía lo que me estaba ocurriendo. Pensaban que estaba loco. Por un tiempo me medicaron con Tegretol, pero las crisis continuaban. Años después, me llevaron donde un brujo y el hombre sentenció: ‘Esas son posesiones’. La decisión de estudiar Astrología Psicológica me apartó del camino que en algún momento quise seguir cuando me hice Rosacruz”.
Mazos de cartas
Tanta obsesión con la Astrología Psicológica convirtió a Diego, a sus quince años, cuando estudiaba bachillerato en el colegio Cristo Rey de Santa Mónica, en un intérprete del Tarot. Se hizo famoso en el colegio y sus amigos lo veían con una mezcla de miedo y respeto. Cuando se supo que leía las cartas, nunca más pudo ser el mismo. Acumuló diez mazos de cartas, organizó su agenda y en las tardes pasaba su consulta. Solo una regla se impuso: no leerle el Tarot a su familia o a sus amigos más cercanos, o incluso a aquellos con quienes fortalecía su afecto. Solo de esa manera guardaba la distancia necesaria para decirle a los interesados lo que las cartas les deparaban.
Fue el tarotista de sus conocidos, de los amigos de sus conocidos, de las amigas de su madre, de las conocidas de las amigas de su madre… y acumuló dinero. Llegó a formar parte del elenco que leía cartas en un festival de esoterismo que se organizaba en la Universidad Metropolitana. Fue una consagración personal que consiguió con una mezcla de insistencia y fortuna. Diego no formaba parte de los participantes, pero se las arreglaba para que la encargada del festival lo admitiera. No lo querían aceptar porque era menor de edad, pero al notar su insistencia lo acomodaron en un cubículo.
Recibió a veintisiete personas en cuatro días. En ese evento se amistó con un miembro de la logia Rosacruz. En su biblioteca trató de leerlo todo sobre el ocultismo francés, llegando a armar una colección de cuatrocientos títulos. Solo tenía interés para esos temas, y el personaje terminó devorándose al autor. Era terrible. Cada vez que llegaba a una fiesta, le tenían preparada una mesa y una silla para que pasara la consulta. Y así pasaba toda la noche. Un día se cansó.
Algo muy íntimo
“Tenía pacientes citados, pero yo había decidido que ya no me interesaba anticipar el destino de los otros a través de mis conocimientos del Tarot. La gente me preguntaba por qué había tomado una decisión tan drástica si me iba bien y ganaba dinero. Yo sabía por qué, pero no se los iba a decir. Era algo muy íntimo, que terminó de aparecer con toda su rotunda expresión a finales de 2005, mientras leía Sabor y saber de la lengua a orillas del mar”.
“Decidí quemar los diez mazos de cartas que había comprado metiéndolos en una parrillera y prendiéndoles fuego. Luego tomé todos los libros de esoterismo, los metí dentro de bolsas negras y me deshice de ellos. Fue un rito que me confrontó conmigo mismo. Yo me estaba escondiendo detrás de esa imagen esotérica para huir de mí mismo. Me había convertido en un ser extraño, que le daba miedo a la gente. Es cierto que tenía muchos amigos, pero nadie se metía conmigo porque me veían como a un brujo. La mente es una cosa seria. Y todavía hoy la gente me llama para que la consulte”.
“Me estaba evadiendo de mi propio cuerpo en busca de un mundo ‘invisible’. Cuando me di cuenta de ello, toda la cuestión del ocultismo dio un giro tremendo. Y allí estaba la literatura. La literatura me hizo volver al cuerpo y, al mismo tiempo, desde allí, mantener la pasión por los misterios de la existencia. En este pase fue crucial el libro de María Fernanda Palacios. Y ella lo dice de mejor manera: ‘Cuando hablo de lengua, me gusta la confusión que se origina en español (en francés y en italiano también) entre el órgano y el conjunto de signos: esa feliz coincidencia me permite considerar la lengua como cuerpo. (…) No me refiero solamente al corpus del lenguaje o de la lengua; tampoco me refiero a sus aspectos meramente sensibles (fonéticos, sonoros); entiendo por cuerpo algo más (o menos) que una Physis. No es el organismo, sino más bien el cuerpo como límite de lo psíquico. No es el cuerpo imaginario sino el cuerpo que se sabe imagen; cuerpo deseante, cuerpo abandonado a su lejanía (la imagen) y devuelto a su presencia’”.
“Esa lectura me permitió reconciliarme con ese yo que negaba. En diciembre de 2005, en vísperas de un viaje a Margarita, tuve mi primera experiencia homosexual, que no me hizo sentir que estaba cometiendo un pecado. Esa experiencia me abrió un camino hasta entonces inédito para relacionarme con el cuerpo y con la lengua. De modo que la lectura inmediatamente posterior del libro de María Fernanda fue como una toma de consciencia de que algo me estaba pasando. Por eso decidí quitarme la máscara del Tarot”.
“¿De qué estaba huyendo? Yo creo que huía del cuerpo. Era gay y no quería aceptarlo. Ese período como etéreo me alejaba del cuerpo. Y cuando lo advertí, supe que estaba huyendo de una certeza definitiva, de una de las cosas más rotundas de las que se puede hablar. Dejé de lado lo anterior y apareció la literatura”.
Literatura o periodismo
Después de aceptarse, de abandonar para siempre al personaje que auscultaba el futuro con el Tarot, de quitarse la máscara para iniciarse en el camino de la literatura, no se entendería que alguien afirmara que Diego es un espiritista. “Hay quienes dicen que cuando voy a escribir sobre una persona es como si los invocara, como si me metiera dentro de los personajes. Siempre he tenido un interés psicológico por los personajes; no por su vida, sino por su manera de ser”.
Hace muchos años, García Márquez y Carlos Fuentes propusieron arrojar todas sus novelas al mar ante la potencia de las historias reales que publicaba la prensa. Diego no cae en la trampa de considerar los textos de no ficción como obras menores. Suele pasarles a los autores de no ficción que todo el tiempo los instan a dar el salto a las grandes ligas de la novela. Es como un certificado que se entrega en los altares del canon literario para dar fe de que, ahora sí, estamos en presencia de un verdadero autor.
“A mí me gustaría escribir ficción, pero siento que no tengo esa capacidad, ese músculo. Yo creo que sí me voy a quedar en el ensayo, en la no ficción. Me siento bien al reconocerlo. Pero en todo caso, no se trata de un apostolado. No creo que la ficción sea mayor que la no ficción. Son registros distintos de la realidad. Pero sí creo que hay una diferencia entre el periodismo y la literatura. Es cierto que uno y otro se nutren de la realidad, pero en la literatura la realidad se transfigura por varios factores: uno es la imaginación; otro es el tiempo. Camus decía que el arte es la distancia que le da el tiempo al sufrimiento. Eso no está en el periodismo. Frente al sufrimiento, el periodista debe reaccionar de inmediato. En cambio, la literatura necesita un tiempo. Eso no quiere decir que no haya vasos comunicantes entre una y otra, como los puede haber entre la pintura y el collage. No me parece que uno sea menor que otro. En la literatura hay algo que el periodismo no tiene y viceversa. Mis libros son investigaciones periodísticas. Yo creo que un texto periodístico bien escrito roza las emociones del lector como una gran novela. Quizás por yo tener en verdaderos altares a Lezama, Dostoievski o Faulkner, me cuesta pensar que mis libros tengan rango literario. En todo caso, cuando escribo no me planteo hacer literatura o periodismo. Yo sencillamente estoy frente a un asunto de forma que me permite un abordaje o que a veces fuerzo a darme materia para abordarlo de la manera que quiero. Allí hay una lucha. El tipo de trabajo que hago me pone en contacto con unas técnicas parecidas a las del escritor que escribe una novela. Tendría que ser escritor de novelas para decirte si esto es del todo cierto. Pero no veo la ficción en mi camino. Prefiero abordar mi realidad inmediata”.
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*La entrevista forma parte del libro Nuevo país de las letras, publicado por Banesco Banco Universal, Caracas, 2016. Compilación: Antonio López Ortega.
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 “La vida misma proporciona el mejor
material ficcional”

Josefa Zambrano


Por Carlos Yusti 

Zambrano: “Sigo creyendo que la palabra nombra y crea, que el escritor vive por y para la palabra”.
Fui en autobús desde Puerto Ordaz (cuarenta minutos y algo) hasta Ciudad Bolívar para conocer a Josefa Zambrano, a quien conocía sólo por sus cuentos. Ella por su lado vino desde Caracas (una hora en avión) para participar en alguna actividad literaria junto con la poeta (y excelente amiga) Teresa Coraspe. Josefa tampoco me conocía, pero había leído algunos de mis ensayos en el suplemento cultural de Últimas Noticias y le causaba algo de intriga mi estilo desencuadernado, mi lirismo de cafetín literario y esa gramática pendenciera de lectura desesperada y apremiante. A mí me gustaban sus cuentos trajeados con un estilo un tanto tradicional, pero que poseían un encanto inusitado y en los que personajes sencillos daban una lírica surrealista, similar a esa niebla que a veces baja desde el páramo y todo lo desdibuja, lo torna todo como un sueño movedizo. Lo cierto es que Josefa Zambrano vino a Ciudad Bolívar a sus cosas y si quedaba algún chance trataría de conocerme. De eso está hecha la música de la literatura; de esa armonía del azar están hechos los encuentros.
Teresa Coraspe hizo lo conveniente para el encuentro. Me impresionó (y me gustó enseguida) esa mujer blanca, de pómulos rosados y una blusa estilo chino de color azul oscuro, con finos estampados de flores y dragones. Al hablar tenía cierto tic de paisana, pero en la conversación enseguida uno descubría a una mujer inteligente que iba a su propio compás tanto en su escritura como en su vida; una mujer que escapó de esa refriega de la cotidiana bostezante y pueblerina para encaminarse por esa vía de lo políticamente incorrecto, quien a fuerza de tenacidad y agudeza fue minando sin ruido, pero con firmeza, todas las convenciones. Desde ese fugaz encuentro, en la calurosa ciudad del Orinoco, nos une una amistad fluida y con sus tempi respectivos.
Josefa Zambrano tiene esa entereza silenciosa de esos seres de la montaña atareados en contar con tranquilidad lo extraordinario.
La visité en Caracas varias veces, pero la primera vez que compartimos en una cena estuve husmeando por su biblioteca. Tenía una edición de Las mil y una noches. La edición era la de Richard Burton. Sí, la tan citada por Borges: “Aventuro la hipérbole: recorrer Las mil y una noches en la traslación de sir Richard no es menos increíble que recorrerlas ‘vertidas literalmente del árabe y comentadas’ por Simbad el Marino. Los problemas que Burton resolvió son innumerables, pero una conveniente ficción puede reducirlos a tres: justificar y dilatar su reputación de arabista; diferir ostensiblemente de la eñe; interesar a caballeros británicos del siglo diecinueve con la versión escrita de cuentos musulmanes y orales del siglo trece”. En su escritorio de trabajo tenía una reproducción a todo color de El jardín de las delicias del Bosco y como música tenue de fondo se dejaba escuchar la Carmina Burana. Además estaba Sandra Dick, con su belleza elegante y sofisticada; poseía una luminosidad ávida y era como una emulsión estimulante de vitalidad y delicadeza, especie de mariposa febril; no era una mujer, sino invitación sana al misterio, sin mencionar su amabilidad ilimitada. Esa fue una inolvidable velada digna de cuento árabe.
Witold Gombrowicz se perpetraba entrevistas a sí mismo como una forma eficaz de darse a conocer y promocionarse cuando era una quimera como escritor. Enrique Vila-Matas ha escrito: “…fui feliz en la época en la que inventaba las entrevistas y hoy en día, como entrevistado, lo paso bien ensayando ideas y teorías…”. Con esto quiero acotar que las entrevistas tienen algo de irreal y pasajero, pero me gusta conversar con mis amigos escritores no para saber más que de los entrevistados en sí, sino de esos laberintos de la creación de la literatura. Quiero conocer más de ese verse con el lenguaje a la hora de escribir. Necesito escudriñar detrás de las palabras, de ese gran instante de iluminación, que atrapa a escritores y a lectores por igual, al leer un texto. Esta entrevista es un encuentro (a la distancia) no con una gran amiga, ni siquiera con una indispensable escritora, sino con un nervio literario, con un estilo de escritura que va a esa filigrana de la vida, que hurga en lo menudo con recursos creativos e imaginativos de gran fuerza poética. Además, Josefa Zambrano tiene esa entereza silenciosa de esos seres de la montaña atareados en contar con tranquilidad lo extraordinario, mientras la niebla lo desdibuja todo hasta descubrir el hueso de una realidad distinta, pero excesivamente narrativa.

—¿Cómo es su proceso de escritura?
—Es de ritual. Esquivo la escritura. Hago una y mil cosas antes de dejarme atrapar por las palabras que se agolpan en mi cabeza esperando que me siente a plasmar con ellas una historia, una reflexión; en fin, un nuevo texto. Mi proceso de escritura sigue siendo de mucha inseguridad, de escribir y reescribir hasta conseguir la palabra, la frase que exprese mis sentimientos, mis pensamientos. Es un proceso lento y silencioso, de soledad y angustia, de alegría y gozo cuando siento que he encontrado la palabra precisa o alcanzado el texto deseado.
—¿Una idea, un recuerdo, una imagen le sirven de acicate para escribir cuentos o los estructura razonadamente?
—Sí, por lo general se trata de una imagen desencadenante, de un recuerdo que actúa como detonante de lo que será un cuento. El cuento va tomando cuerpo por sí mismo, pero nace de un entrecerrar los ojos, de un ensueño. Distinto es el proceso escritural del ensayo, pues amerita mayor reflexión, estudio, investigación, es decir, de esa estructura razonada que mencionas.
—¿La realidad es el mejor material para escribir ficciones?
El primer libro que leí fue una versión depurada de Las mil y una noches. Al mismo tiempo leía los cuentos de hadas, los suplementos de SupermanLa pequeña Lulú, hasta que descubrí a Don Quijote de la Mancha.
—Vivir. Creo que la vida misma es la que te proporciona el mejor material ficcional. La ficción es también una realidad; realidad que nace de la mente creadora, cobra vida a través de la escritura y se echa al mundo mediante la lectura.
—Por lo general, cuando de narradoras mujeres se trata, enseguida se piensa en la Sherezade de Las mil y una noches: una mujer que narra historias para salvarse. ¿Escribe usted también para salvarse?
—La escritura nos salva de los fantasmas que nos acompañan desde que nacemos. La escritura es un don, un gozo, pero al mismo tiempo puede ser, como dice Truman Capote, un látigo que sirve para autoflagelarse. La escritura es una amante muy exigente y posesiva a la que una se entrega, como dice Susan Sontag, “en íntima libertad”. Así que puede salvar o destruir.
—El escritor y novelista estadounidense James Salter decía que es difícil escribir novelas, que se debía tener una idea y con ella los personajes, luego era necesario la historia. Entiendo que en la actualidad escribe una novela. ¿Puede adelantarnos algo de su proceso y elaboración?
—Lo único que puedo decirte es que ya tiene cuerpo, pues he escrito más de lo que considero la mitad, pero por las circunstancias que me ha tocado vivir en estos dos últimos años no he podido retomarla; de ahí que Salter tiene mucha razón al afirmar que es muy difícil escribir novelas. 



Josefa Zambrano Espinosa (Boconó, Trujillo, 1950) reside en Caracas. Cuentista, ensayista, abogada (1973) con posgrado en Criminología (Universidad Complutense de Madrid. Fue profesora de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR) y de la  Universidad Central de Venezuela (UCV). Ha publicado el libro de ensayoTaumaturgias del verbo (1999) y los libros de cuentos Magia de páramo(1984), Al día siguiente todos los caminos amanecen abiertos (1988) y Malaventuras (1995), entre otros títulos. En 1977 se publicó una recopilación de sus escritos bajo el título Cuentos, reflexiones y poemas. Textos suyos han sido traducidos al francés.
—¿Qué autores han marcado su estilo literario?
—Fui una niña que prefirió la compañía de los libros. Desde muy pequeña he gozado del placer de la lectura, así que el primer libro que leí fue una versión depurada de Las mil y una noches. Al mismo tiempo leía los cuentos de hadas, los suplementos de SupermanLa pequeña Lulú, hasta que descubrí a Don Quijote de la Mancha. Es un libro que jamás me cansaré de leer y releer. Jorge Luis Borges y Virginia Woolf son autores que me acompañan siempre, quizás porque también fueron apasionados lectores. Creo con ellos y con Bachelard que el paraíso debe ser una enorme biblioteca, que vale más jactarse de los libros que se han leído que de los que nos ha sido dado escribir, y que el cielo es una lectura infinita, inacabada.
—¿Qué lee en la actualidad?
—Como te dije hace rato, estos dos últimos años han sido muy difíciles y dolorosos para mí, ya que perdí a Sandra Dick —el amor de mi vida—, con quien compartí feliz unión durante treinta y tres años y siempre dije que ella, como Dulce María Loynaz, vivió “un estilo que el mundo va perdiendo”. Y seis meses después de su muerte, falleció José Luis, mi único hermano. Cuando la tristeza es tan inmensa pierdes la capacidad de concentración, así que no era capaz de leer ni siquiera el editorial ni un artículo de opinión en la prensa diaria. Poco a poco fui sobreponiéndome y como quedé sola con cuatro hijitos felinos: Pompeyo Augusto, Pericles, Isis Coromoto y Konstantin Kavafis, y dos caninas, Chilindrina y Palas Atenea, comencé de nuevo a leer. Leí sobre esos sensuales e inteligentes seductores que son los gatos y comencé con El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, los poemas para niños de T. S. Elliot. Después seguí con Gatos sin fronteras, de Antonio Burgos, y Lo que aprendemos de los gatos, de Paloma Díaz-Mas. Además leí esos cuentos maravillosos sobre gatos de Guillermo Cabera Infante, Patricia Highsmith et al. Luego seguí con HerejesEl hombre que amaba a los perros y Aquello estaba deseando ocurrir, de Leonardo Padura. Hace poco me atreví a leer ese libro devastador, espejo en el que no queremos mirarnos pero que el régimen nos obliga a hacerlo, y es ese extenso trabajo realizado sobre Corea del Norte por Barbara Demick: Querido líder. Ayer finalicé un libro que me llenó de satisfacción, que me dio mucho gozo leerlo y que no es otro que el ganador del Premio Internacional de Ensayo de Siglo XXI Editores: Trampantojos: el círculo en la obra de Remedios Varo, de Magnolia Rivera, en cuyas páginas tuve la grata sorpresa de ver varias veces mencionado mi nombre y reproducidos párrafos de mi ensayo Lo mágico, lo enigmático y místico en el arte de Remedios Varo.
—¿Qué es ser escritora en este momento actual donde la cultura y el país están como desmantelados?
—Algo horrendo que jamás imaginé que podría vivir. Es impresionante la capacidad de destrucción del régimen. Comenzaron por convertir el Teresa Carreño en una gallera para sus mítines y actos propagandísticos y proselitistas; siguieron con los museos, acabaron con los ateneos, atentaron contra el Palacio de las Academias. El teatro, las ediciones, las exposiciones y el cine sobreviven gracias al esfuerzo que hacen conjuntamente las instituciones privadas, los creadores y productores y el público ávido de ese cosmos cultural que conocimos y disfrutamos hasta los primeros años de este siglo.
—¿Cómo es su relación con la Internet? ¿Tiene algún blog?
—Muy buenas. Gracias a Internet seguimos en contacto con el resto del mundo. El régimen ha hecho todo lo posible para ralentizarlo, pero aun así no han podido impedir que nos conectemos y nos unamos a las dinámicas redes sociales. Y no tengo ningún blog, pero no niego la posibilidad de crearlo.
—¿Para usted escribir es un trabajo o es una necesidad de expresarse creativamente a través de las palabras?
Tienes que investigar, estudiar y desarrollar un trabajo intelectual arduo para hilar ese fino tejido que es el ensayo.
—Definitivamente, una necesidad de expresarme creativamente a través de las palabras. Sigo creyendo que la palabra nombra y crea, que el escritor vive por y para la palabra.
—¿La literatura puede incidir en los vaivenes sociales o sólo es un saludo insustancial a la bandera?
—Indudablemente incide. Si no fuera así, ¿por qué entonces los escritores, los artistas, los intelectuales, son tan perseguidos en los regímenes autoritarios, dictatoriales, totalitarios como el que está destruyendo a Venezuela?
—¿A qué aspira como escritora?
—A poder seguir escribiendo. A poder seguir leyendo, pues el escribir es un releer.
—Usted ha escrito un libro de ensayos, Taumaturgias del verbo (Predios Ensayo, 1999). ¿Es más sencillo el género a la hora de escribir?
—Es más acucioso. Tienes que investigar, estudiar y desarrollar un trabajo intelectual arduo para hilar ese fino tejido que es el ensayo. Debo a mis ensayos sobre Dulce María Loynaz y Remedios Varo mis mayores satisfacciones, pues ambos han sido reproducidos por múltiples publicaciones. Además, desde el punto de vista económico el de Remedios Varo me ha permitido realizar durante dos años un diplomado de escritura virtual en Mérida, Yucatán, México. Así como verlo publicado por una editorial bostoniana y en unas lujosísimas revistas dedicadas al exclusivo mundo de los clubes de golf. Sí, estoy muy feliz por el nombramiento de mi gran amiga y excelsa poeta Teresa Coraspe como miembro correspondiente por el estado Bolívar de la Academia Venezolana de la Lengua.
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Literatura  Semana Negra de Gijón; radiografía del género 30 años después

 

De izquierda a derecha de pie: Inma Luna, Ignacio del Valle, Leandro Pérez, Lorenzo Silva y Fritz Glockner. Sentados: Juan Madrid, Sophie Henaff y Ángel de la Calle momentos antes de subir al tren Negro hacia Gijón. (Foto: Daniel Mordzinski)



Ciudad Juárez, Chihuahua. 8 de julio de 2017. (RanchoNEWS).– Por las negras tierras asturianas, mineras ayer, obreras, literarias y negrocriminales siempre, por el Gijón que pisaron hace ya 30 años Donald E. Westlake, Jean Patrick Manchette o Manuel Vázquez Montalbán, transitan ahora nuevos valores, algún clásico y la esencia de la novela negra contemporánea. No hay mejor lugar para comprobar cómo está un género que salió del gueto para convertirse en refugio primero y en moda después. «Ha cambiado todo, nosotros, los trenes, la literatura. En 1988 yo no era tan jovenzuelo pero sí más inocente. Entonces era una novedad lo que se llamaba novela policial. Hoy hay como una muerte del lector literario y a la gente le gustan autores que escriben cosas incomprensibles» cuenta a El País Juan Madrid, presente en aquella primera edición, recuperándose ahora de un ictus sobre el que bromea, con novela nueva en sus manos (Los perros que duermen, Alianza), todo un superviviente, como la propia Semana Negra, reporta Juan Carlos Galindo desde Gijón.



Madrid (Málaga, 1947) luce sombrero panameño, tirantes, bastón de caminante de senderos y una gran sabiduría sobre el género. En el tren que lleva a prensa y escritores de Madrid a Gijón da una pequeña lección magistral. «Mi prosa es clara, no me apeo del burro. Quiero escribir con menos palabras, más sencillo, con la realidad ya tenemos suficiente oscuridad», asegura sobre su último libro. «Siempre he dudado mucho sobre eso de la novela negra. Me parece una falacia», sentencia sobre el género.





Si hay alguien que sabe dónde empezó esto y hacia dónde puede ir es Ángel de la Calle, director de la Semana Negra y «optimista histórico», que cree que el futuro del género está asegurado y el del festival también tras los problemas financieros de los últimos tiempos. «Primero fueron Montalbán, Andreu Martín y Juan Madrid. Luego vino la generación intermedia liderada por Lorenzo Silva, que es increíble lo que vende. Antes no había escritores españoles entre los más vendidos y ahora sí, y muchos. Eso es porque se está escribiendo bien. Y aquí tenemos a algunos nuevos valores, como Tomás Bárbulo o Leandro Pérez que lo demuestran».

Los de la Transición

Del género circunscrito o al menos dominado por la novela negra entendida como crítica social queda poco. Juan Madrid o Alexis Ravelo en España o el argentino Marcelo Luján, ganador del Hammett el año pasado, son dos buenos ejemplos, pero el marco se ha abierto enormemente y ha quedado desdibujado. Ravelo, ganador en Gijón en 2015, describe el panorama actual en España: «Aquella generación de hace 30 años fue la de la Transición, nuestros maestros, los pioneros, porque se había hecho muy poco género negro en España y tenían una influencia interesante, la francesa, que nosotros no tenemos tanto. ¿Cosas nuevas? La descentralización desde los lugares en los que trabajamos. La novela negra de provincias se considera como algo normal y en eso ayudó mucho por ejemplo Lorenzo Silva, porque sus Bevilacqua y Chamorro viajan por todas partes. Lo que veo son autores más amables, no digo que sea bueno o malo. Las de aquellos maestros eran obras más duras, descarnadas. Ahora, con contadas excepciones, quienes dominan el mercado son más amables». Cristina Fallarás, única mujer que ha ganado en Gijón, abunda en este enfoque: «El rol del escritor se ha infantilizado a medida que lo hacía la sociedad. No sé, todo ha cambiado muchísimo, todo es un poco idiota».

Mientras el tren se dirige al norte, con un ritmo a ratos fluido, otros denso, como la propia literatura, las bromas, las fotos y las ruedas de prensa en el ruidoso vagón se suceden y una alucinada Sophie Henaff, abre los ojos, mira a su editora y sonríe sorprendida. La creadora de la comisaria Anne Capestan (en España la edita Alfaguara), que apuesta por un tono clásico y alejado de la violencia lo tiene claro. «En estos últimos 30 años, la novela negra ha sido más sombría, más social, pero creo que a través del humor se puede hablar de todos los problemas de la sociedad» analiza la que es considerada como la nueva Fred Vargas, una muestra del poderío y la diversidad del género en Francia.

El diálogo entre las dos orillas del Atlántico es la otra herramienta de legitimidad del festival que puso a la novela negra en el mapa literario en España. «La primera serie policial escrita en castellano es de un argentino, en 1877. Con estos auspiciosos comienzos, no es extraño encontrarse con una continua renovación de escritores que han hecho de Semana Negra su casa. Sobre todo en los últimos 10 años, en los que en nuestro país ha habido un nuevo boom» cuenta la escritora Tatiana Goransky.

El género en el mundo hispanohablante es mucho más complejo de lo que se ve desde acá, donde sólo éxitos como Elmer Mendoza, Luis Sepúlveda o Leonardo Padura llegan al público. Este año optan al Hammett dos escritores americanos, la argentina María Inés Kimer, todo un clásico por aquellas tierras, y el mexicano Emiliano Monge, que con Las tierras arrasadas (Random) ha firmado un fabuloso ejercicio de renovación del lenguaje en la novela negra.

Después de estar al borde de la desaparición, la Semana Negra celebra su trigésimo aniversario con más de 150 autores y con la idea de durar otros 30 años más. Veremos entonces dónde queda el género.

Recitar, comer y beber bien, por Juan Carlos Galindo 

Todo el mundo coincide en el carácter festivo de la Semana. «Me encanta recitar en público. Hacerlo en una carpa llena de gente es impresionante y la respuesta los lectores también», rememora la poeta Inma Luna. «Voy dispuesto a disfrutar de una fiesta literaria, que sé que es lo que es», comenta Leandro Pérez. Otros vivieron su versión punki. «Lo recuerdo como una de las últimas citas adultas literarias que he vivido. Se comía en serio, se bebía en serio y se hablaba de literatura. Ahora en los festivales se come mal, se bebe a escondidas y se habla de dinero. Recuerdo gente titánica, que tenía vidas bestiales. Tengo la sensación de que eso ha terminado», se lamenta Cristina Fallarás. Como dijo una vez Paco Camarasa, librero y eterno comisario de BCNegra, festivales hay muchos y muy buenos, pero Semana Negra solo hay una.

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Mircea Cartarescu
 Premio Formentor de las Letras 2018

El jurado destaca del escritor rumano su "poderosa habilidad narrativa" y "su excepcional conocimiento de la biblioteca universal"
EL CULTURAL | 09/04/2018 


Mircea Cartarescu. Foto: Antonio Heredia

El escritor rumano Mircea Cartarescu (Bucarest, Rumanía, 1956) ha sido galardonado con el Premio Formentor de las Letras 2018. El jurado constituido por Alberto Manguel (Premio Formentor 2017), Aline Schulman, Francisco Ferrer Lerín, Andrés Ibáñez y Basilio Baltasar (presidente del jurado), reunido por primera vez en Argentina, tras las deliberaciones mantenidas en Buenos Aires en la casa de la escritora y editora Victoria Ocampo, ha anunciado el nombre del galardonado en un acto que ha tenido lugar en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.



El acta del jurado destaca la poderosa habilidad narrativa del autor y su excepcional conocimiento de la biblioteca universal, así como su admiración por una obra "destinada a impulsar la transformación radical de la conciencia humana". El jurado subraya también la fuerza narrativa con que el autor ha sabido expandir los límites de la ficción. un relato infatigable. Señala que que su obra constituye "un relato infatigable y seductor, deslumbrante y verosímil" e integra en un único ímpetu narrativo "la evidencia de la realidad, la cartografía de la memoria, la energía creativa del sueño, la libertad de la imaginación y la pulsión de los deseos". Con una cita del propio Cartarescu el jurado concluye el acta mediante la cual se le concede el Premio Formentor de las Letras: “Sólo quiero desenmascarar la realidad, abrir puertas a laberintos imposibles de desentrañar y para ello escribiría aunque no quedase ni un solo lector en el mundo”.



La ceremonia de entrega del premio tendrá lugar el 5 de octubre en Mallorca, dentro del marco de las Conversaciones Literarias de Formentor que este año llegan a su XI edición. Tras conocer la noticia, el escritor rumano ha declarado: "Me siento enormemente honrado por la concesión de este premio, que acepto del modo más humilde y con enorme emoción, puesto que el Formentor es uno de los premios literarios más prestigiosos no solamente del ámbito europeo, sino del mundo entero de las letras. Mi humildad se acentúa cuando me comparo con los brillantes escritores que me antecedieron, a quienes no solamente respeto, sino que han sido mis maestros en múltiples sentidos. Puedo decir que muchas de las figuras reconocidas con este galardón me han inspirado, han hecho de mí el escritor que hoy soy y son objeto de mi más profunda admiración. Nunca pude soñar, desde mis comienzos como escritor, hace ya casi cuatro décadas, que mis obras concitaran esta devoción y consideración por parte de tantos lectores en español, gracias, en gran medida, a la impagable labor de mi traductora, Marian Ochoa de Eribe, y de mi editorial en este idioma, Impedimenta. Prometo hacer todo lo que esté en mi mano para estar a la altura de los autores que ganaron este galardón antes que yo. Nos veremos pronto en la bella isla mediterránea de Mallorca".



Mircea Cartarescu es poeta, novelista, crítico literario y periodista, miembro de la Unión de Escritores Rumanos, del PEN Club rumano y del Parlamento Cultural Europeo. Ha publicado más de 30 libros, traducidos a 23 idiomas. Ha obtenido los más importantes premios literarios rumanos y multitud de galardones internacionales, como el Premio de la Feria de Leipzig al Entendimiento Europeo, el Premio de Literatura de la Casa de las Culturas en Berlín, el Premio del Estado Austriaco a la Literatura Europea, el Premio Gregor von Rezzori y el Premio Thomas Mann de Literatura. Está considerado por la crítica literaria el más importante escritor rumano de la actualidad.


De su temprana obra poética destaca El Levante (1990; Premio de la Unión de Escritores Rumanos), que escribió en plena dictadura de Ceaucescu y que Impedimenta recuperó en 2015 en castellano. Cartarescu dio el salto a la narrativa con Nostalgia (1993), que se abre con «El Ruletista» (publicado de modo independiente por Impedimenta en 2010). Siguió con Lulu (1994) y con su monumental trilogía Cegador (1996-2007), que será recuperada próximamente por Impedimenta en traducción directa del rumano. También en Impedimenta ha publicado el volumen de relatos Las Bellas Extranjeras (2010; Premio Euskadi de Plata), así como El ojo castaño de nuestro amor (2012). Su última novela, Solenoide (2015; Impedimenta, 2017) fue una de las mejores novelas del año pasado según los críticos de El Cultural.

Mircea Cartarescu, que se considera a sí mismo hijo de Mihai Eminescu y Tudor Arghezi en la misma medida que de Ernesto Sabato, Augusto Roa Bastos, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez o Jorge Luis Borges, acostumbra a sentar posiciones políticas en público contra las élites gobernantes rumanas y cualquier tendencia antidemocrática. Muchos consideran que podría ser el primer escritor en lengua rumana en obtener el Premio Nobel de Literatura, y es el autor rumano más apreciado en el extranjero. 
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Paseo por el universo de Macondo

Destinos como Valledupar, Riohacha, Palomino y Aracataca abren las puertas a los relatos de Gabriel García Márquez

Óleo: Macondo/ Simón Castellanos.


Entre las montañas se esconden el mar azul y las fuertes olas, la arena blanca y la inmensidad



Por LEIDYS BECERRA E. /EL TIEMPO/COLOMBIA/GDA


Sopla una fuerte brisa que mueve, a su paso, los árboles frondosos que se ubican a lo largo de la vía. Las mariposas amarillas revolotean en el viento de un lado a otro, y algunas se sitúan sobre los vidrios panorámicos de los carros, que con afán buscan llegar a su destino.
El sol radiante y la Sierra Nevada de Santa Marta posan majestuosamente para las fotografías de los turistas que por primera vez admiran la postal que inspiró las letras de Gabriel García Márquez, y quizá también las de grandes compositores musicales como Rafael Escalona y Leandro Díaz.
Esta es una ruta costera, natural y arquitectónica envuelta en melodías vallenatas, una ruta que se pierde entre los afanes de los viajeros que buscan los destinos que se venden en los folletos turísticos. En ella aparecen ríos, playas concurridas y solitarias, palmeras, muelles, rieles de trenes, música, literatura, edificaciones de distintas épocas y una gastronomía exótica.
Lentes de sol, bloqueador y traje de baño son requisito para la primera parada, el río Guatapurí. El mismo que se desliza desde la Sierra Nevada y baña a la ciudad de Valledupar. Ese que guarda la leyenda de Rosario Arciniegas, una niña que se convirtió en sirena al zambullirse en sus aguas cálidas, un Viernes Santo.
Por la tarde puede escuchar el relato nostálgico de Cecilia Jiménez en su casa de bahareque, de palos entretejidos que se unen con una mezcla de tierra húmeda y paja. La que nos transporta a 1966, año en que fue construida. En ella se conservan los enseres de la época. En su terraza, Poncho Zuleta armaba sus parrandas para celebrar los lanzamientos de sus discos.
Y antes de seguir el recorrido debe ir al centro artesanal Calle Grande, ubicado a dos calles de la plaza Alfonso López, donde podrá comprar las mochilas tejidas hilo a hilo por las manos de las mujeres indígenas de la región.
El Cacique. En La Junta, César, una ventana marrón, de madera, cuya vista se asoma a la quebrada El Salto, recibe a diario a los turistas que van tras el rastro de Diomedes Díaz. Es la misma ventana que el “Cacique de La Junta” mencionaba en las canciones que dedicó a su enamorada Patricia Acosta.
En San Juan del Cesar podrá adentrarse en la gastronomía típica y exótica de la región, de la mano de La Gran Petra Gámez, quien lleva más de 40 años deleitando a los habitantes y visitantes. Chivo, conejo, iguana guisada en leche de coco, arepa con chicharrones, sopa de mondongo, entre otros, forman parte de la oferta de este restaurante. De estos platos han disfrutado artistas como Jorge Celedón e Iván Villazón.
Y después de haberse deleitado con un manjar, lo espera el cielo riohachero. El que se viste de colores amarillos, rojizos y anaranjados al atardecer para engalanar a la capital de La Guajira, esa que se encuentra de frente, a diario, con el mar Caribe. Su malecón, ubicado en la avenida Primera, está rodeado de mochilas y artesanías, palmeras, restaurantes y una iglesia de arquitectura imponente. Este paisaje se disfruta mejor con un coco frío en mano.
Un monumento al realismo mágico se ubica en el centro de su plaza. Y es que Riohacha es la puerta para acceder a otros destinos que llevan a redescubrir la magia de Colombia, como por ejemplo el Cabo de la Vela.
Entre las montañas se esconden el mar azul y las fuertes olas, la arena blanca y la inmensidad. Un paraíso escondido, así es Palomino –otro de los mágicos destinos–, un corregimiento del municipio de Dibulla, en La Guajira. Este es el nuevo refugio, sobre todo de extranjeros que buscan alejarse del turismo masivo y convencional. Se ubica a 75 kilómetros de Riohacha, atravesando la troncal del Caribe. Una vez en la vía principal del pueblo, debe adentrarse unos 500 metros, por una estrecha carretera en tierra. Desde ahí comienza el encanto.
A lo largo de la calle se asoman letreros en español e inglés que anuncian servicios de hostales, restaurantes, piscinas, zona de camping, hamacas, cabañas, hoteles. Platos vegetarianos, yoga, masajes, clases de surf y tours turísticos forman parte de la oferta.
La casa de un pueblo. Después de disfrutar de su estancia en el “paraíso” puede llegar a Aracataca, un municipio ubicado en medio de una gran zona bananera donde podrá visitar “más que la casa de Gabo, la casa de un pueblo”, como reza el museo de Gabriel García, y así conocer en vivo lo descrito por el Nobel en Cien Años de Soledad.
En medio del pueblo, un tren de carbón se moviliza a lo largo de la carrilera. Justo a su lado se ubica la antigua estación del tren, desde donde puede evocar aquellos vagones en los que se embarcaban los pasajeros con sus camisas blancas y sus vestidos de flores.
Mientras recorre esta fascinante ruta, le recomendamos detenerse en los ríos que se encuentran en el camino, disfrutar de la oferta de pescados y mariscos, del chivo, la yuca y el suero. No se olvide de escuchar vallenato y bajar el vidrio del carro, a ratos, mientras disfruta de los aires de la Sierra, del mar, de las quebradas, de las letras y composiciones literarias y vallenatas que viajan en cada soplo.

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Pérez-Reverte ensalza el enriquecimiento del español con léxico de América

El escritor dijo que a pesar de la incorporación de neologismos la unidad del español no corre peligro alguno, como queda demostrado cuando al editarse un libro no se diferencia entre versiones, lo que si ocurre, por ejemplo, con el portugués, del que suele haber una para Portugal y otra para Brasil.

Pérez-Reverte insta a terminar con el hispanocentrismo (Cortesía)
EL UNIVERSAL
miércoles 28 de octubre de 2015  03:05 PM

San Juan.- El escritor Arturo Pérez-Reverte ensalzó hoy el "enriquecimiento" del español con el léxico que llega desde los países hispanohablantes de América, lo que, según dijo, contribuye a hacer más viva una lengua que hablan cerca de 500 millones de personas en el mundo.



"Lo que algunos llaman contaminación yo lo defino como enriquecimiento", señaló hoy en una entrevista con Efe Pérez-Reverte, que visita Puerto Rico para participar en el VI Congreso Santillana de Educación.



El novelista español subrayó que, incluso, palabras que vienen del inglés son después transformadas y adaptadas al español convirtiéndose en útiles para el idioma.



Pérez-Reverte se refirió, por ejemplo, a la palabra "ponchar", que no está registrada en el diccionario de la Real Academia de la Lengua española pero que con distintos significados, según el país, se ha convertido en un término útil en América.


"Hay que terminar con el 'hispanocentrismo' -en referencia a la creencia de que el castellano de España es el modelo-, ya que hoy en día tenemos una lengua global", dijo el novelista.

El también académico de la Lengua resaltó que "España no puede vivir encerrada en el purismo -lingüístico-", ya que de otra forma hoy, en el siglo XXI, se hablaría como hace cientos de años.

El escritor dijo que a pesar de la incorporación de neologismos la unidad del español no corre peligro alguno, como queda demostrado cuando al editarse un libro no se diferencia entre versiones, lo que si ocurre, por ejemplo, con el portugués, del que suele haber una para Portugal y otra para Brasil.

"A esa unidad ha contribuido la labor de las 22 academias de la lengua española", destacó Pérez-Reverte, para quien la Real Academia Española hace tiempo que supo entender que el país ibérico ya no puede imponer un modelo al resto de naciones en las que se habla la lengua de Cervantes.

Pérez-Reverte subrayó que el que tantos países compartan un idioma favorece la unidad cultural, ya que como dijo que cuando viaja a Puerto Rico o México u otros países de habla española no se siente en el extranjero, todo gracias a compartir el mismo idioma.

El escritor auguró un gran futuro para el español dada la pujanza de los países latinoamericanos y la población hispana en Estados Unidos.

Pérez-Reverte dictará hoy la conferencia "Literatura, educación y vida" durante el VI Congreso Santillana de Educación, mientras que mañana está previsto que participe en una charla con estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.

El escritor (Cartagena, 1951) ha vendido más de quince millones de ejemplares de sus novelas en todo el mundo, varias de las cuales han sido llevadas al cine y la televisión, como "La reina del sur", "El club Dumas" o "El capitán Alatriste", entre otras.

Actualmente, publica en el diario El País y sus diversos suplementos, además de haber ganado tres premios Award of Excellence de la Societyfor News Design.


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Pierre Ducrozet / La vida que queríamos




Del viejo y cansado continente

"Si hubiese una total adecuación en el mundo, no existiría la necesidad de escribir", afirma el ganador del prix de Flore 2017, cuya traducción en Venezuela de su novela La Vie qu’on voulait por parte de Monte Ávila Editores constituye la primera versión de su obra en español

    
         
      Carlos Egaña. 

"...no veo cómo se pueda ser héroe en un país totalitario." #Verbigracia
"Me encanta con locura ver a gente debatiendo de Game of Thrones como si fuese real. Es real: es lo más real que tenemos." #Verbigracia
Como sugiere el título del libro, La vida que queríamos, pareciera que estamos ante el autor de fantasías inconclusas y oscuridades. No obstante, sus respuestas cargadas de entusiasmo y compromiso nos muestran a un hombre para nada sombrío.

Hasta ahora, hemos tenido causas y cosas, pero no grandes ideales."
Pareciera que por el mapa de Europa que trazas con los viajes de Manel en La Vie qu’on voulait, hicieras un panorama del descontento de Europa: cada personaje visitado por Manel, también perturbado, tiene unos lamentos muy contemporáneos. ¿Pretendes en esta novela señalar ciertas carencias o falsedades de una identidad europea?
Sí, de un cansancio europeo. No es por nada, pero creo que lo llamamos el Viejo Continente porque a veces notamos un tipo de cansancio, de apagón. Eso se nota a nivel político, a nivel social, y en esos personajes que tienen treinta años. Hay un poco de falta de ideales en Europa, es un pueblo viejo. Los personajes tienen ganas de cambiar mil cosas pero se enfrentan a ese cansancio. Cada uno intenta enfrentarse a un muro.
Yo nací siete años después de la caída del Muro de Berlín. No fue el fin de la Historia, como dijeron, pero seguro fue el fin de los ideales del siglo XX. Hasta ahora, hemos tenido causas y cosas, pero no grandes ideales. Estamos esperando todavía.
También la novela corresponde con un momento de mi vida: tenía treinta años. Ahora no escribiría la misma novela. La gente la leyó como algo triste, un poco melancólico sobre esa época, esa edad, ese continente. Yo quería hacer algo más alegre, pero en ese momento salió así.
Otra cosa interesante sobre la Europa de tu novela, lugar de acciones y lamentos, es cierto silencio sobre el contexto político. ¿Crees que si hubieses escrito la novela este año en vez de en 2013, habría sido más difícil la ausencia de aquel mundo?
Sí. De hecho, es un poco de lo que te decía. La novela corresponde a un momento preciso, desde entonces han cambiado un poco las cosas. No es que sean mejores, pero ha habido un movimiento. De seguro si hubiese hecho el mapa de Europa ahora, habría tenido que añadir esos últimos eventos.
No hay política porque mi idea era intentar coger el aire de Europa y no otra cosa. Además, en ese momento no había esto, había desencanto, más que nada. Pero bueno, seguramente era un desencanto mío. Ahora me he lanzado a otro tipo de novelas y no tienen ese lado.
A la sociedad le encanta que haya unos Sex Pistols para que se destrocen y así no lo tenga que hacer ella, y ahí está el mito."
En Eroica, desarrollas una biografía de Jean-Michel Basquiat que subvierte la idea de heroísmo al marginalizarla. Si el héroe puede conseguirse en el arte del hijo gay de dos inmigrantes caribeños en Nueva York, ¿dónde puede encontrarse en un país totalitario?
Basquiat tiene un montón de obstáculos, pero vive en la sociedad perfecta para poder superarlos. Estados Unidos, con todos los defectos que conocemos, está basado en esta idea –que también es falsa, pero bueno– de que un individuo se puede levantar contra equis. Y además lo valoran. La historia de Basquiat, una vez superados esos obstáculos, se vuelve un mito increíble. Pero esto también es hipocresía de su parte, porque mientras estaba vivo y sufría de racismo y clasismo, no había nadie para ayudarle. De hecho, le decían que se drogara y se destrozara, y que luego podría cumplir el mito. A la sociedad le encanta que haya unos Sex Pistols para que se destrocen y así no lo tenga que hacer ella, y ahí está el mito.
Ahora, no veo cómo se pueda ser héroe en un país totalitario. Por ejemplo, si vives en Corea del Norte, no hay ninguna posibilidad de nada. A menos que salgas del país. Basquiat pudo sobreponerse porque tuvo súper poderes, era un tipo de Superman. Y porque su sociedad valora esos tipos de recorridos. En el totalitarismo no se puede hacer nada. O bueno, sí, un héroe sería quien derrumbe ese tipo de sistema.
Varias escenas de La Vie qu’on voulait van acompañadas de referencias musicales (Animal Collective, Television) que apuntan a una escena musical indie. ¿Son estas menciones un guiño, un homenaje, o un intento de promover la música en cuestión?
La intención era hacer un recorrido, un panorama de esa gente, de esa generación. Que hubiera una banda sonora que fuese la suya. Me gusta que se escuchen los temas, que se escriban.
Es un homenaje también, porque es mi música, obviamente. Si trazo ahí un esbozo de cómo es mi generación, también tengo que mantener lo que escuchan. Es muy importante, ha sido importante para mí venir de toda la historia del rock y ahora tener esos grupos. Vivimos en el mundo de Google así que puedes buscarlos. De hecho, he pensado en colocar al final una lista para ir escuchando mientras lees. 
No hay que salir del todo de la infancia. Hay que ir hacia ella, como si cada vez que caminas te acercaces a ella." 

Hemos cerrado todos estos ciclos de entrevistas preguntando sobre la resiliencia y las heridas de la infancia, cómo se vinculan al quehacer literario. ¿Crees que tu escritura nazca de una herida infantil? ¿Consideras haberte recuperado de tu infancia?
No me he recuperado, pero está bien, me gusta. Si me recupero, es que me voy a volver un adulto, y eso es lo último que quiero. Por suerte, no he tenido una herida de la infancia; solo las pequeñas experiencias que te van formando. Suerte que queda algo de infancia en mí para seguir viviendo, todos esos años son el tesoro de un escritor y un artista.
Yo no me la pondría en esos términos: ¿qué es recuperar? No hay que salir del todo de la infancia. Hay que ir hacia ella, como si cada vez que caminas te acercaces a ella. Y al final, si lo piensas así, cuando llegas a viejo eres un niño otra vez. No te puedes mover, no eres independiente. Lo bueno es cada vez intentar acercarse más a la infancia. La gente que se separa, falla, creo.
De hecho, la escritura es esto: es viajar a la infancia. Porque, ¿qué hacemos en la infancia? Escuchamos historias. Desde niño y hasta ahora, no podemos vivir sin ficción. En la noche, no podemos dormir sin ver una serie o leer un libro. Lo veo como algo maravilloso, que te ayuda a vivir. Me encanta con locura ver a gente debatiendo de Game of Thrones como si fuese real. Es real: es lo más real que tenemos.
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27 DE NOVIEMBRE DE 2017 12:05 AM
El vapor John Bull zarpó de Londres el 9 de abril de 1867. Hacía esa travesía dos veces por semana que de acuerdo con el estado en que se encontrara el mar del Norte solía durar dos días con sus noches. Eso fue lo que informó el capitán del vapor a uno de los pasajeros que se identificó como Carlos Marx, cuando este comenzó a experimentar los primeros síntomas de mareo. A la pregunta del capitán de si el pasajero viajaba a Hamburgo por razón de negocios, el hombre dudó un poco y al capitán le sorprendió la respuesta por la que se le informaba que iba a publicar un libro en la ciudad de Hamburgo. El capitán del John Bull dio fin a la conversación recomendando al pasajero que bajara al camarote porque las condiciones del mar podían ir a peor y era peligroso entonces, incluso, permanecer en cubierta. 
Primera edición de El capital

Atanasio Alegre

Dos días después, el John Bull atracó en el llamado puente de desembarco cerca de la Torre Pegel, en la zona de St. Pauli. Carlos Marx, tan pronto puso pie en tierra, abordó uno de los carruajes destinados en el puerto para el traslado de los pasajeros y le dio orden para que le condujera la Bergstrasse 26, en las inmediaciones del edificio del Ayuntamiento. El cochero subió al pescante, no sin antes advertir que allí lo que había era una editorial. Cuando le extendió un billete para el pasaje, el hombre recordó que ese dinero formaba parte de las 35 libras que su amigo Federico Engels le había regalado para que iniciara los preparativos de la publicación de la obra más importante que había escrito hasta el momento, la entrega a la editorial del manuscrito en el que ambos, Marx y Engels, estaban implicados.
Marx acababa de cumplir 49 años de edad y recordó, no sin sonrojo, que el traje que llevaba puesto y el reloj liberado por su amigo Engels de la casa de empeños y la ropa de recambio constituían un aporte y una nueva manifestación de la amistad con la cual le honraba el hijo del empresario de Manchester, amistad que se había afianzado durante los años de su destierro en Inglaterra. Lo que Marx hacía en ese momento para sacar su vida adelante y la de su familia no era suficiente, como acontecía con otros periodistas, para un buen pasar. Él funcionaba sobre la base de los artículos que escribía para uno de los periódicos de Colonia, otro de Bruselas y, sobre todo, para el New York Daily Tribune que venía a ser el más prestigioso de los Estados Unidos de América.
El lugar donde pensaba alojarse, concluido el encuentro con el editor Otto Meissner, era el hotel Zingg cerca del edificio de la Bolsa.
Un sol primaveral iluminaba ese mediodía a la ciudad hanseática de Hamburgo, una de las más industriosas de Europa, en la que no solía preguntarse a nadie por el origen del dinero con tal de que no fuera falso, elegida por Marx para la publicación de su obra porque el ritmo febril del comercio que allí se llevaba a cabo le había inspirado la primera frase con la que arranca esa obra.
Cuando el editor Otto Meissner leyó el título del manuscrito que el visitante se apresuró a sacar del bolsón donde lo llevaba, esbozó una sonrisa: El capital. Crítica de la economía política. Tomo I. El proceso de la producción del capital. Y si bien el autor le apremiaba para buscar un lugar dónde tomar una cerveza y poder llevar algo a su desfallecido estómago, el editor Otto Meissner se caló unos lentes y leyó completo el prólogo de la obra. Cuando concluyó, se acercaron a la taberna más cercana, a unos 50 pasos de la editorial, y el editor Meissner explicó entonces al cauteloso autor que la imprenta que se encargaría de las labores de impresión de la obra iba a ser, en razón del volumen del texto que bien podía dar unas 800 páginas, la de Alejandro Wigand en Leipzig. Las medidas más razonables, atendiendo al volumen de la obra, serían de 13 x 21, con letras inglesas de 9 puntos de 3Œ milímetros, con 75 caracteres por línea, en papel llamado biblia viernes.
Cuando en septiembre del 1867 apareció impreso el primer tomo de El capital en su primera edición, Carlos Marx se enteraría de que los cajistas habrían tenido que emplear 1.900.000 letras de plomo que pasaban de la mano derecha del cajista que tomaba cada una de las letras de la caja para formar el renglón que sostenía con la izquierda. Nada estaba automatizado todavía en esta industria. Al autor tampoco le preocupó que Otto Meissner durante el arreglo del texto, al organizarlo en capítulos y estos en párrafos, hubiera dicho que el primer capítulo no lo iba a entender nadie, pero que el libro iba a dividir el mundo del trabajo. Y tal vez fue esa una de las veces que Marx no reaccionó de la forma como solía hacerlo con sus críticos haciendo gala de un inusual estoicismo. Ese primer día hablaron también de la persona que iba a encargarse de las correcciones. La persona elegida por Meissner era extrañamente una médico de mujeres, como entonces se decía.
Las cosas fueron más rápidamente de lo previsto porque El capital apareció en septiembre de 1867. En la página de portada podía leerse lo siguiente en traducción castellana:
El capital
Crítica de la economía política
Por Karl Marx
Primer tomo
Libro I. El proceso de la producción del capital
Hamburgo
Editorial de Otto Meissner
1867
Nueva York L. W. Schmidt, 24 Barclays Street
La impresión había comenzado el viernes 26 de abril de 1867 con la frase que tantas veces se repetiría en el futuro: “La riqueza de las sociedades en las cuales impera una forma de producción capitalista, no es más que ‘un espantoso conglomerado de mercancías”.
Este primer tomo constaba de 800 páginas, con un promedio de 42 líneas y 75 letras por línea; hoy serían 1.935.214 caracteres. Pero entonces emplearon 3,2 toneladas de plomo. Se necesitaron 2.000 horas de trabajo o lo que es lo mismo 40 semanas laborables. La producción de cada día era enviada a la correctora, que constituía un verdadero oficio para la época. Todo ello acicateado por la impaciencia de Marx para que el texto apareciera lo más pronto posible. (Cfr. Jürgen Bönig: Marx in Hamburg. VSA. 2017).
En el prólogo de este primer tomo Marx anunciaba la aparición de otros dos más bajo el mismo título, y explicaba que el segundo trataría sobre “el proceso de la circulación del capital” y el tercero, “sobre el proceso total de la producción capitalista”. Estos dos tomos fueron publicados después de la muerte Marx y estuvieron a cargo de Federico Engels. En 1873 hubo una segunda edición del primer tomo.
De la publicación de ese primer tomo se cumplen ahora 150 años.
Marx murió a los 65 años de edad y llegó a conocer la segunda edición del primer tomo que fue traducida al ruso y bajo severos cambios y modificaciones, al francés. Engels se encargaría de la publicación de los otros dos tomos que aparecerían 18 después, tras una labor ingente para la interpretación y ordenación de los manuscritos dejados por su amigo y correligionario.
De todas maneras, viendo el sesgo y la inusual manera que se comenzaba a dar a la interpretación de las doctrinas de ese primer tomo y la pronta aparición del adjetivo marxista para bien o para mal, según quien lo pronunciara en referencia a la obra, a Marx no le faltó tiempo antes de morir para aseverar que él nunca había sido marxista.
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República de la reflexión

José Rafael Herrera     @jrherreraucv
         

 “Un montón de gente no es una república”
                          Aristóteles
Lo que define en sentido clásico a una República es, según Aristóteles, la realización de la libertad, la justicia y el bien común, sustentados en la cada vez mayor profundización del desarrollo de las más variadas capacidades cognoscitivas de la ciudadanía, cabe decir, de su Ethos o su civilidad. Es la educación, la formación cultural, lo que hace posible la identificación de la bondad, la belleza y la verdad como la savia vital, única e idéntica, que alimenta y nutre toda la estructura orgánica, todo el cuerpo, de la sociedad entera. Omne trinum perfectum est. El éxito de una república depende, en gran medida, de la calidad de su formación educativa. Y hasta se podría llegar a afirmar que toda auténtica república es, en el fondo, una sociedad del y para el conocimiento. Como dice Aristóteles, el bien se identifica con la verdad, mientras que el mal se identifica con la ignorancia: “la maldad en la elección –dice el estagirita– no es causa de lo involuntario sino de la ignorancia”. Solo de este modo se puede concretar la efectiva división de los poderes públicos y su recíproco control; la conformación, así como la consecuente participación, activa de la auténtica ciudadanía, lo mismo que la representación de todos los sectores de la sociedad, con iguales atribuciones y derechos.
“Derecho Natural y Ciencia del Estado” es el subtítulo de la obra más importante del pensamiento político escrita por Hegel: sus Lineamientos de la Filosofía del Derecho. Los términos presentes en el mencionado subtítulo, designan dos disciplinas que son constitutivas de la filosofía jurídico-política pre-hegeliana, precisamente: “derecho natural” y “ciencia del Estado”. La primera tiene sus orígenes entre el siglo XVII y XVIII. La segunda pertenece a la tradición de la filosofía política clásica. Lo sustancial del propósito de Hegel consiste en sorprender la abstracción que se genera a partir de la fractura, del desgarramiento, puesta entre ambos términos. Para la filosofía política clásica, una visión de los hombres aislada de lo político significa el acercamiento a lo meramente natural y barbárico, la salida de la civilización. Solo con la irrupción de la subjetividad, propia del espíritu moderno, la llamada ciencia del Estado se independiza de la antigua consideración del ámbito de lo público como comunitas civilis sive politica. Pero el resultado fue la separación radical de la vida política y de la vida civil, del derecho y la moralidad. Desde entonces, o el individuo privado o el Estado son puestos, indistintamente, como premisas del quehacer de la sociedad.
De “individualismo” contra “organicismo”, habla Bobbio. De un lado, el emprendimiento privado. Del otro, el estatismo proteccionista. Dos polos antagónicos que, inducidos por la lógica del entendimiento reflexivo, se enfrentan recíprocamente. O lo uno o lo otro. El Aut-Aut: o el totalitarismo estatista o el individualismo privatista. La trama se ha roto y el tejido social cobra sus inevitables víctimas. Sin fuentes de produccción, sin alimentos, sin medicinas, con una inflación que se desborda con el pasar de las horas, con una inusitada violencia, que amenaza la propia existencia del ser social, del todo y de las partes. Es la república de la conciencia desgarrada y del no-reconocimiento. La república del dolor, en la que no cabe el Ethos o, como lo llama Ortega y Gasset, la civilidad. La reflexión ha actuado, para cumplir su labor de disección: el “socialismo” se asume como el aplastamiento absoluto de la iniciativa privada. El “liberalismo” como la hostil confrontación contra “el Estado”. Estatolatría contra privatización. Privatización contra estatolatría. Y, dependiendo del punto de vista desde el cual se represente el correspondiente antagonismo, se asumirá el consecuente “logos” maniqueo: este es “el bueno”; el “otro” es “el malo”. Prisioneros de sus correspondientes teologías particulares, en realidad, de sus “pasiones tristes” –como las llama Spinoza–, de sus irracionales prejuicios e inclinaciones instintivas –mientras, nel mezzo del cammin, le van sacando el mayor provecho personal al asunto–, ambos lados terminan por depauperar y destruir la sociedad y, con ella, a los individuos, es decir, tanto a la sociedad política como a la sociedad civil, ese complejo orgánico y necesariamente contradictorio, correlativo en sí mismo, que es el Estado.
¿Cómo se puede asumir el “si no me quitas las sanciones no habrá elecciones”: como estatismo o como supremo individualismo; como comunitarismo o como privatización del Estado? ¿Cómo conviene asumir la fórmula “no participaremos en las elecciones para las alcaldías”, como una expresión de la privatización de la vida pública o como una manifestación de estatismo privatizador? En síntesis: la “lógica”, la más absoluta de las incoherencias e inconsecuencias, desde la cual pretenden llevar adelante sus respectivos puntos de vista e intereses, terminan por invertirse, poniendo de relieve las miserias de sus inconsistencias. Al final, tirios y troyanos terminan asumiendo el silogismo del “todo lo contrario”, “el lado oscuro de la luna”. Quizá sea eso lo que permita explicar que cierto candidato llegase a afirmar, con todas sus letras, que las islas están, efectivamente, “rodeadas de agua”.
Necesario insistir en la formación cultural, en la schilleriana educación estética, como fundamento de la vida pública y privada, para la creación, como dice Hegel, de una “segunda naturaleza”, como, de hecho, lo es la vida civil. El Ethos no es, como cree la tradición jurídico político moderna, una “teoría de la moral”, sino, en sentido estricto, la indisoluble unidad del individuo y de la sociedad. Para tener costumbres robustas, capaces de promover bondad y prosperidad, es prioritario conquistar una adecuada reforma moral e intelectual. El Estado no es la simple supresión del derecho y la moralidad sino, justamente, su correspondiente superación y conservación. Lo uno no es nada sin lo otro. Solo se supera lo que se conserva. Y es en esto que consiste el objetivo de una educación integral, capaz de trascender los límites de lo meramente técnico o instrumental. El futuro está en la sociedad del conocimiento porque el conocimiento es la garantía de la libertad republicana. La libertad debe enfrentarse y superar los límites que ella misma se ha trazado. No hacerlo significa permanecer en la pura pretensión de ser lo que no se es. Las repúblicas de la reflexión, con sus montones y sus multitudes ignorantes, están condenadas a padecer las plagas generadas por su propia barbarie.
 “Un montón de gente no es una república”
                          Aristóteles
Lo que define en sentido clásico a una República es, según Aristóteles, la realización de la libertad, la justicia y el bien común, sustentados en la cada vez mayor profundización del desarrollo de las más variadas capacidades cognoscitivas de la ciudadanía, cabe decir, de su Ethos o su civilidad. Es la educación, la formación cultural, lo que hace posible la identificación de la bondad, la belleza y la verdad como la savia vital, única e idéntica, que alimenta y nutre toda la estructura orgánica, todo el cuerpo, de la sociedad entera. Omne trinum perfectum est. El éxito de una república depende, en gran medida, de la calidad de su formación educativa. Y hasta se podría llegar a afirmar que toda auténtica república es, en el fondo, una sociedad del y para el conocimiento. Como dice Aristóteles, el bien se identifica con la verdad, mientras que el mal se identifica con la ignorancia: “la maldad en la elección –dice el estagirita– no es causa de lo involuntario sino de la ignorancia”. Solo de este modo se puede concretar la efectiva división de los poderes públicos y su recíproco control; la conformación, así como la consecuente participación, activa de la auténtica ciudadanía, lo mismo que la representación de todos los sectores de la sociedad, con iguales atribuciones y derechos.
“Derecho Natural y Ciencia del Estado” es el subtítulo de la obra más importante del pensamiento político escrita por Hegel: sus Lineamientos de la Filosofía del Derecho. Los términos presentes en el mencionado subtítulo, designan dos disciplinas que son constitutivas de la filosofía jurídico-política pre-hegeliana, precisamente: “derecho natural” y “ciencia del Estado”. La primera tiene sus orígenes entre el siglo XVII y XVIII. La segunda pertenece a la tradición de la filosofía política clásica. Lo sustancial del propósito de Hegel consiste en sorprender la abstracción que se genera a partir de la fractura, del desgarramiento, puesta entre ambos términos. Para la filosofía política clásica, una visión de los hombres aislada de lo político significa el acercamiento a lo meramente natural y barbárico, la salida de la civilización. Solo con la irrupción de la subjetividad, propia del espíritu moderno, la llamada ciencia del Estado se independiza de la antigua consideración del ámbito de lo público como comunitas civilis sive politica. Pero el resultado fue la separación radical de la vida política y de la vida civil, del derecho y la moralidad. Desde entonces, o el individuo privado o el Estado son puestos, indistintamente, como premisas del quehacer de la sociedad.
De “individualismo” contra “organicismo”, habla Bobbio. De un lado, el emprendimiento privado. Del otro, el estatismo proteccionista. Dos polos antagónicos que, inducidos por la lógica del entendimiento reflexivo, se enfrentan recíprocamente. O lo uno o lo otro. El Aut-Aut: o el totalitarismo estatista o el individualismo privatista. La trama se ha roto y el tejido social cobra sus inevitables víctimas. Sin fuentes de produccción, sin alimentos, sin medicinas, con una inflación que se desborda con el pasar de las horas, con una inusitada violencia, que amenaza la propia existencia del ser social, del todo y de las partes. Es la república de la conciencia desgarrada y del no-reconocimiento. La república del dolor, en la que no cabe el Ethos o, como lo llama Ortega y Gasset, la civilidad. La reflexión ha actuado, para cumplir su labor de disección: el “socialismo” se asume como el aplastamiento absoluto de la iniciativa privada. El “liberalismo” como la hostil confrontación contra “el Estado”. Estatolatría contra privatización. Privatización contra estatolatría. Y, dependiendo del punto de vista desde el cual se represente el correspondiente antagonismo, se asumirá el consecuente “logos” maniqueo: este es “el bueno”; el “otro” es “el malo”. Prisioneros de sus correspondientes teologías particulares, en realidad, de sus “pasiones tristes” –como las llama Spinoza–, de sus irracionales prejuicios e inclinaciones instintivas –mientras, nel mezzo del cammin, le van sacando el mayor provecho personal al asunto–, ambos lados terminan por depauperar y destruir la sociedad y, con ella, a los individuos, es decir, tanto a la sociedad política como a la sociedad civil, ese complejo orgánico y necesariamente contradictorio, correlativo en sí mismo, que es el Estado.
¿Cómo se puede asumir el “si no me quitas las sanciones no habrá elecciones”: como estatismo o como supremo individualismo; como comunitarismo o como privatización del Estado? ¿Cómo conviene asumir la fórmula “no participaremos en las elecciones para las alcaldías”, como una expresión de la privatización de la vida pública o como una manifestación de estatismo privatizador? En síntesis: la “lógica”, la más absoluta de las incoherencias e inconsecuencias, desde la cual pretenden llevar adelante sus respectivos puntos de vista e intereses, terminan por invertirse, poniendo de relieve las miserias de sus inconsistencias. Al final, tirios y troyanos terminan asumiendo el silogismo del “todo lo contrario”, “el lado oscuro de la luna”. Quizá sea eso lo que permita explicar que cierto candidato llegase a afirmar, con todas sus letras, que las islas están, efectivamente, “rodeadas de agua”.
Necesario insistir en la formación cultural, en la schilleriana educación estética, como fundamento de la vida pública y privada, para la creación, como dice Hegel, de una “segunda naturaleza”, como, de hecho, lo es la vida civil. El Ethos no es, como cree la tradición jurídico político moderna, una “teoría de la moral”, sino, en sentido estricto, la indisoluble unidad del individuo y de la sociedad. Para tener costumbres robustas, capaces de promover bondad y prosperidad, es prioritario conquistar una adecuada reforma moral e intelectual. El Estado no es la simple supresión del derecho y la moralidad sino, justamente, su correspondiente superación y conservación. Lo uno no es nada sin lo otro. Solo se supera lo que se conserva. Y es en esto que consiste el objetivo de una educación integral, capaz de trascender los límites de lo meramente técnico o instrumental. El futuro está en la sociedad del conocimiento porque el conocimiento es la garantía de la libertad republicana. La libertad debe enfrentarse y superar los límites que ella misma se ha trazado. No hacerlo significa permanecer en la pura pretensión de ser lo que no se es. Las repúblicas de la reflexión, con sus montones y sus multitudes ignorantes, están condenadas a padecer las plagas generadas por su propia barbarie.
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Rafael Cadenas: “Mi país está sufriendo más de lo soportable por el actual régimen”


Entre los aspirantes al premio que recibió Cadenas figuraban Nicanor Parra, Renée Ferrer y Piedad Bonnett, entre otros |
43 candidatos de Hispanoamérica y España aspiraban al reconocimiento obtenido por el poeta barquisimetano

El escritor Rafael Cadenas recibió en Granada el XII Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, dotado con 30.000 euros y al que optaban un total de 43 candidatos de Hispanoamérica y España.

Los aspirantes de esta edición, de 18 nacionalidades, fueron propuestos por un total de 78 instituciones, academias, universidades, museos, fundaciones y otras entidades, que en la presente edición han presentado a poetas de la talla de Claribel Alegría, Edgar Morisoli, Ida Vitale, Nicanor Parra, Renée Ferrer y Piedad Bonnett.
El acto celebrado en el Centro Federico García Lorca fue presidido por el alcalde de Granada, Francisco Cuenca, y supuso, además, la clausura del Festival Internacional de Poesía de Granada.
El jurado del premio, que hizo pública su decisión el 13 de octubre, definió a Cadenas como "uno de los grandes creadores de poesía en español de los últimos 60 años, período en el que se ha caracterizado por su obra lúcida, deliberadamente marginal y por su vocación de ir al margen, inaugurando tendencias”.
Destacó también el jurado la personalidad callada y tranquila del poeta venezolano, propia de un hombre al que le gusta “pensar bien lo que dice, lo que ha dado lugar a una obra intelectualmente muy arriesgada y muy incómoda con cualquier manifestación totalitaria con el poder”.
El representante de la Fundación Federico García Lorca, Carlos Pardo, señaló que al escritor nacido en la ciudad de Barquisimeto en abril de 1930 se le deben “algunos de los momentos más importantes de la antipoesía” de los años cincuenta, con su ya mítico poema "Derrota", publicado en 1963, el cual “se pasaba de copia en copia por toda América Latina como una de las grandes claves de ese momento”.
Pese a su trascendencia, la obra de Cadenas no acabó sino que empezó ahí, con otros libros como Falsas maniobras (1966) y Amante(1983), en el que el autor despliega una poesía muy directa, casi minimalista, que puede entenderse pero que a la vez es exigente con el idioma y con la lucidez del lector. En 1985 ganó el Premio Nacional de Literatura de Venezuela y en 2009 el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de Guadalajara.
“Este premio significa mucho para mí, para los poetas venezolanos y para mi país que está sufriendo más de lo soportable a causa de una crisis total de la que es responsable el actual régimen”, dijo Rafael Cadenas al diario El País.
El autor despidió el acto celebrado anoche con un relato que le trae buenos recuerdos. “Las piquetas de los gallos/cavan buscando la aurora [de Lorca]. Otro es: ‘Me voy, me voy, pero me quedo” [de Miguel Hernández]. Hay tantos”, reseñó el periódico español.
“A Rafael Cadenas le gusta pensar bien lo que dice, lo que ha dado lugar a una obra intelectualmente muy arriesgada y muy incómoda con cualquier manifestación totalitaria con el poder”.
Jurado del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca.

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"Sigo siendo yo"
Jojo Moyes
una historia de amor fuera de lo común
La escritora explicó, que su último trabajo cuenta una historia de amor que "no es un cuento de hadas". 



Londres.-(EFE) Amor, miedo, inseguridades, relaciones a distancia y Nueva York son los ingredientes que Jojo Moyes, la autora del superventas Yo antes de ti, junta en la novela que cierra la trilogía de la joven Louisa Clark, Sigo siendo yo.
Moyes (Londres, 1969) explicó, en una entrevista con Efe en Londres, que su último trabajo cuenta una historia de amor que "no es un cuento de hadas".
"Cuando escribes un libro de amor, tienes que encontrar un balance entre lo reales que son las cosas que muestras para que la gente se pueda sentir identificada, haciendo que sea placentero de leer, pero sin que te haga sentir triste y pensar que las relaciones son siempre un desastre", apuntó la autora.
La novela llega tras los exitosos Yo antes de ti (2012) y Después de ti (2015), que dieron comienzo a la trilogía de Lou.
La historia de esta tercera parte discurre con la llegada de la protagonista a Nueva York, tras la muerte de Will, su antiguo amor, y después de conocer a Sam, su nuevo novio en el segundo libro.
Lou ha abandonado su puesto en una tienda del aeropuerto de Londres para seguir el último deseo de Will, quien la animó a que viviera la vida al máximo.
La protagonista se embarca en la aventura americana y acepta un trabajo para cuidar a una mujer millonaria en la lujosa zona de la Quinta Avenida.
La vida en la nueva urbe, la adaptación a un trabajo casi de sirvienta, sus perspectivas de futuro, las relaciones personales y el permanente recuerdo de Will son algunos de los problemas a los que Lou hará frente durante su estancia en la 'Gran Manzana'.
"Quería que estuviera en un escenario que ella no entendiera. Estados Unidos es similar a Inglaterra, por lo que puedes pensar que te va a resultar familiar. Durante la llegada, vive un periodo de 'luna de miel' en el que todo va bien. Hasta que se da cuenta de que las cosas no son así. Me gusta excavar en lo que hay debajo de la superficie", pormenorizó  Moyes.
Todo ello, a miles de kilómetros de su nuevo amor, el técnico de ambulancias Sam, quien la espera en Londres y cuya relación se verá expuesta a los problemas de la distancia y los celos.
"Me preocupa que a alguna gente no le guste la historia de amor, porque no es un cuento de hadas, pero creo que es suficientemente optimista", expresó Moyes, quien vendió más de cinco millones de copias con la primera entrega de la trilogía.
La escritora señaló que es  "complicado" escribir una historia de amor como la de Lou y Sam, en la que la atención "no se diluya".
"Por eso a veces es necesario crear formas de separar a las personas envueltas en la historia de amor. Una de las formas es de forma geográfica, es decir, poner distancia entre ellos. Otra es ahondar en lo que esas personas tienen en la cabeza. Ahondar en el nuevo compañero de trabajo de ella o de él. Los celos que tiene cada uno y lo que se imaginan", comentó.
Antes de ti, primera entrega de la serie, fue un gran éxito que propició la adaptación al cine en 2016 con Emilia Clarke y Sam Claffin como protagonistas; y su final, con la muerte de Will, tras no encontrar razones suficientes para seguir viviendo, siempre fue un punto crucial en la narrativa de Moyes.
"Ya tenía pensado el final desde el principio. Pero cuando llegué a escribir esa parte, pensé 'oh dios, no puedo hacer esto'. Quiero que acaben juntos, pero no era lo suficientemente impactante. Escribí a mi agente y le pregunté si podíamos hacer dos finales y que fuera el lector el que decidiera cuál escoger", recordó.
"Hubo un silencio largo y respondió que no (risas). Seguí con el primer final, aunque sabía que mucha gente quedaría decepcionada. Pero si no hubiera acabado el libro de la manera en la que lo hice, no hubiera vendido ni una décima parte de lo que vendí", relató.
Sigo siendo yo acaba con la trilogía al "99%", según Moyes, aunque no descarta escribir alguna historia corta relacionada con la trama principal en el futuro.
Moyes no quiere que sus libros se relacionen únicamente con las mujeres y cree que el personaje de Lou podría haber sido un chico o una chica y no hubiera cambiado nada, ya que el peso argumental lo llevan sus decisiones, sus dudas al decidir o su capacidad de amar.
"Creo que muchos hombres se pueden poner en su posición, porque muestra a una chica que no es capaz de controlarse a sí misma, que no tiene claro qué es lo que quiere, un problema que afecta tanto a hombres como a mujeres", manifestó.

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"Se prefiere lo tonto a lo triste"Claudio Giunta



El escritor presenta su libro "Un domingo inagotable" en el que describe la cultura pop italiana en 12 ensayos

     IVANNA MÉNDEZ Periodista de Planta

"Un domingo inagotable", con este verso de Vittorio Sereni, el escritor italiano Claudio Giunta describe una Italia a la que dedica un libro de ensayos que retratan, de forma jocosa, la cultura contemporánea, desde Radio Deejay hasta Fantozzi.
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No solo es un experto en literatura medieval sino también un estudioso de lo pop,  interés que heredó su afición por la televisión. Descubrió que podría ser una llave para interpretar la cultura popular. "Hay que estudiar mucho para comprenderla. Si no, uno dice lo que la gente ya sabe", sostiene.  
"El orgullo y la vergüenza nacional son sentimientos que todo el mundo tiene"
De su experiencia en Venezuela cree que posiblemente escriba. "La locura por las misses es un objeto interesante de describir", pone como ejemplo. "Es un asunto un poco tonto, pero es serio en verdad, porque hay un montón de dinero, ilusiones, de gente alrededor del concurso", agrega.  
"Quien nació en los años cincuenta tiene una sola lengua, la de los libros serios. En cambio, a partir de los sesenta tienen dos lenguas, la seria y también una cultura hecha para películas buenas y malas, canciones, televisión, cómics...", explica Giunta con respecto a los "nuevos intelectuales" que disfrutan de las dos culturas.

-¿Podría decirse, entonces, que estas generaciones son menos pretenciosas?

-Sí, el riesgo es que se olvide la cultura seria, la verdadera.  El peligro ahora es que la televisión sea el único medio cultural. En mi generación considero que había un balance entre la televisión y la biblioteca. Ahora veo a mis estudiantes que han casi olvidado la biblioteca, y eso no es bueno.

-¿Qué podría encontrar un extranjero en este libro con lo que pueda relacionarse?

-Sobre los objetos, la gente, las cantantes, los chistes, las películas... nada. Para aprender la cultura seria de un pueblo, hacen falta cinco años. Para comprender, por ejemplo, la cultura popular de Venezuela, hace falta pasar aquí toda tu vida. Es mucho más difícil la cultura popular de una nación porque es algo que pasa por la sangre y no por el cerebro. El contenido del libro no llamaría la atención a alguien que no esté un poco interesado en la cultura italiana; en cambio, el método sí. Lo que yo he hecho con la cultura italiana es estudiarla desde un punto de vista serio, de filólogo, de estudioso. Puede hacerse eso con todas las culturas del mundo, incluyendo Venezuela. 

-En el libro se refiere a la tendencia de los italianos a expresar el amor de forma crítica. Pero, eso también sucede en otras culturas. 

-Es también una retórica.  Yo amo mi país pero también tengo vergüenza.  La gente siempre se queja de Italia, de que nada funciona, de que estamos en una crisis perpetua. Pero también hay un orgullo por la historia nacional, porque somos hijos de los romanos, de la Iglesia, de Dante, de Michelangelo... lo que es una tontería porque tener la herencia de una cultura no quiere decir nada. Es gente que ha muerto hace años y con la que no se tiene ninguna relación. No tiene sentido sentirse hijo de una gran tradición, pero eso pasa en todos los países. El orgullo y la vergüenza nacional son sentimientos que todo el mundo tiene.

-Dice que no hay nada como el pop para esquivar la consternación, ¿cuál es su encanto?

-En general, el espectáculo popular, televisión,  canciones, el cine, es eufórico. La gente no quiere escuchar una canción triste. Se prefiere lo tonto a lo triste. Si ves la televisión en cualquier país, la gente no llora, la gente ríe. Pero también es algo que te da placer que te gusta. La cultura popular no pertenece a la verdadera realidad pertenece a la realidad hecha espectáculo para los medios, y es una trampa, una mentira, pero es una mentira que nos gusta. 
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"Todos estamos sobre un cementerio"

Aruhdhati Roy

La autora de "El ministerio de la máxima felicidad" tiene una mirada ácidamente crítica de su país, la India. 

Aruhdhati Roy: "Todos estamos sobre un cementerio"
Nueva Delhi.- Veinte años después de debutar con El dios de las pequeñas cosas, que ganó el Premio Booker, la escritora india Arundhati Roy regresa con su segunda novela, El ministerio de la máxima felicidad

El libro, que es candidato al Booker 2017, trata de personas que se sienten distintas y excluidas, en un escenario amplio que refleja las dos últimas décadas de Roy como activista.  
Son musulmanes, miembros de la casta más baja y rebeldes que luchan por la independencia en Cachemira.  Encuentran refugio en la casa de huéspedes Jannat (Paraíso), construida por una mujer transgénero sobre las tumbas de un cementerio musulmán en Vieja Delhi, la parte antigua de la capital.
La escritora habló con DPA sobre la novela. 
–¿Siente una afinidad con los marginales y las personas que son discriminadas? 
–No se trata de discriminación. Especialmente en el mundo occidental, India suele ser descrita como esta adorable democracia, un poco salvaje y anárquica, con Bollywood y todo eso, pero en verdad es justo lo opuesto a eso. Todos viven en su fina red de la casta. No hay ni cinco por ciento de personas que se casen fuera de ella.   
–¿Piensa que existen muchos lugares para personas que no encajan en la India? 
–Si me está preguntando si hay muchas casas de huéspedes Jannat, no, no hay. ¿Y es una coincidencia que esté en un cementerio? No, no lo es. De alguna forma siento que todos, la humanidad entera, estamos sobre un cementerio, si piensas en el cambio climático y todo lo que está pasando. 
"Especialmente en el mundo occidental, India suele ser descrita como esta adorable democracia, un poco salvaje y anárquica, con Bollywood y todo eso, pero en verdad es justo lo opuesto a eso"
–Usted llegó a Nueva Delhi cuando tenía 16 años y nunca más se marchó. ¿Qué es lo que le gusta de la ciudad? 
–Nueva Delhi es como este río con un montón de cosas tóxicas flotando en la superficie. Obviamente, es una ciudad que todo el mundo ama u odia. La contaminación del aire es terrible. Y después tienes el lío de los diplomáticos, los partidos, el Gobierno y el poder y todo eso. Pero por debajo, tienes esta otra parte, Vieja Delhi, y tienes esta historia antigua. 
–Tienes una ciudadanía bastante desafiante. Adoro a mucha de la gente que vive aquí. Somos un grupo de extrañas criaturas. Me doy cuenta de que disfruto de este “underground”. Es el lugar, como en la novela, por donde pasan maoístas y cachemires, todo.  
–¿Se imagina alguna circunstancia en la que la situación política de la India se volviera tan mala que prefiriera irse? 
–Claro que las cosas van muy mal. Esta pregunta no es teórica. Pero me siento como un árbol: sería trasplantada a otro sitio pero no sería feliz. Se me caerían las hojas. No porque sea una patriota ni nada por el estilo, sino porque soy la complicada escritora que soy.
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Un documental hecho novela


Menena Cottin
El final de la película es un libro de ficción sobre las relaciones familiares, en el que la autora reflexiona sobre la felicidad y la comprensión entre distintas generaciones


         
FOTO ALEXANDRA BLANCO | EL NACIONAL


 Menena Cottin es autora de El libro negro de los colores, que obtuvo el premio principal en la Feria del Libro Infantil de Bologna 2007

Por HUMBERTO SÁNCHEZ AMAYA | HSANCHEZ@EL-NACIONAL.COM | @HUMBERTOSANCHEZ

Lucas es un niño de la diáspora. Vive en Nueva York con sus padres y tiene la fortuna de tener vivos a sus bisabuelos; pero no los conoce, pues ellos permanecen en Venezuela.
Como una forma de establecer vínculos e impulsar el arraigo, sus progenitores deciden filmar un documental para el muchacho. Viajan al país para entrevistar a sus padres y abuelos: les piden que hablen de sus vidas, detallen esas anécdotas que formaron a la familia, los pormenores de la génesis de esas relaciones en una Caracas en la que comenzaba un vertiginoso crecimiento arquitectónico.
Se recrean entonces los amores, desengaños, ensueños y pasiones en la viva voz de sus protagonistas, vivencias acompañadas con certeras alusiones a clásicos del cine como Lo que el viento se llevó. Los antepasados son el elenco de una trama familiar que el pequeño descubre y también cuestiona para finalmente dar una lección a todos.
Por eso, la novela El final de la película (Editorial Dahbar) de Menena Cottin está escrita como un guión, un experimento que encantó tanto al crítico de cine Rodolfo Izaguirre que lo llevó a aceptar con gusto escribir el prólogo de una obra que considera que alcanza su mayor gloria cuando “al concluir comienza nuestra propia película”.
A través de 175 páginas se disfruta de una historia de la que surgen inmediatamente las proximidades, pormenorizadas de una forma en la que se puede sentir cada suspiro de quien relata; se tiene empatía con las decisiones tomadas y se cuestionan aquellas que, como en toda familia, han hecho daño a alguno de sus integrantes. El lector entonces se convierte en un confidente más de esas personas.
“Surgió cuando me tocó convivir con unos padres muy longevos e intelectuales, una pareja que tenía muchos intereses, una vida interior impresionante. Personas de más de 90 años de edad que vivieron una cantidad de cambios en un país. Entonces, yo me convertí en madre y abuela. Me llamó la atención cómo la nueva generación convivía con la anterior. Hablo de cuatro generaciones y de cómo un niño influye en su bisabuelo y viceversa. Eso antes no sucedía porque las personas no vivían tanto. Por eso quise tratar el tema”, comenta la autora.
Esas experiencias de los padres de Cottin no permanecieron en la memoria de quienes las escucharon. Ella se encargó de hacerlas trascender y de que perduraran a través de estos personajes ficticios.
“Hay otro tema que siempre me interesó: el cine. No es que sea muy culta en esta materia, pero me llaman la atención los procesos creativos. En este caso, cómo se llega a una película. Además, cuando estaba pequeña, el cine siempre fue una cosa mágica y decidí que fuera el hilo conductor en este caso. Así se fraguó este libro tan extraño”.
En cada pareja de bisabuelos hay contextos disímiles. Los que tienen vínculos por parte de madre están divorciados, una separación que nadie preveía cuando todos pensaban que era la pareja más feliz alrededor. Los otros, en cambio, se mantienen unidos, se aman y respetan, pero hay una herida que no ha cerrado y que ambos obvian para mantener la convivencia.
En cada entrevista hay preguntas sobre qué es la felicidad y la tristeza, esos sentimientos tan comunes sobre los que el niño reflexiona para luego iniciar un diálogo con sus bisabuelos, sorprendidos por la elocuencia y profundidad del pensamiento del pequeño.
Podría pensarse que Lucas es una proyección de Cottin, quien escribe desde su posición de testigo, de simple observadora de situaciones cotidianas, pero perennes en la memoria, para que al final del relato sea ese niño quien tome posición ante dilemas que los adultos durante años prefirieron no tratar. “Pudiera ser, porque fui una niña así, que siempre se cuestionó las cosas. Son preguntas que me he hecho durante distintas etapas de mi vida. Con los años, te das cuenta de que uno no termina de aprender. Lo lindo, en este caso, es que un niño diáfano, fresco y sin prejuicios, empieza a realizarse estas preguntas sobre la vida, lo que se convierte en una enseñanza para los mayores, que necesitaban esta otra visión para entender tantas cosas”.
Una reflexión para todas las edades
Buena parte de los libros de Menena Cottin tienen una amplia conexión con el público infantil. Ella, sin embargo, asegura que en la mayoría de los casos no piensa en quién será el lector final de su obra.
Para la escritora e ilustradora, El final de la película plantea otra reflexión en la relación entre jóvenes y viejos. “En mi caso, porque estaba muy centrada en mis padres. Recuerda que es muy dura la soledad que enfrentan, las incomprensiones. Mi papá (el ingeniero Alfredo Rodríguez Amengual), por ejemplo, sufrió mucho el deterioro del país. Esas frustraciones las viví muy cerca”.
Cottin, que estudió en el Instituto de Diseño Neumann, también es autora de otros libros como La nube (2012), Cierra los ojos que vamos a ver (2013) y El libro negro de los colores (2006), Primer Premio de la categoría Nuevos Horizonte en la Feria del Libro Infantil de Bologna, en 2007.

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Vasili Kandinski

El padre del abstraccionismo, olvidado por la burocracia en su país natal. Serie “Hechos y personajes de la revolución rusa en su centenario (7 de noviembre de 1917 - 2017)”. Parte XX



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Por ANTONIO GARCÍA PONCE

10 DE JUNIO DE 2017 02:00 AM | ACTUALIZADO EL 11 DE JUNIO DE 2017 05:47 AM
Nació en Moscú en diciembre de 1866 en el seno de una familia rica. Estudió Leyes en la Universidad de Moscú y fue profesor en la Facultad de Derecho. Pero, bullía en su mente la vocación por la pintura. Una exposición en Moscú en 1895, de los pintores impresionistas franceses, le causó enorme impresión, sobre todo un cuadro de Claude Monet. Recordando el episodio, escribió:
“Y de pronto, por primera vez, vi un cuadro, leí en el catálogo que se trataba de un montón de heno, pero no podía reconocerlo (…). Me di cuenta de que faltaba el objeto del cuadro (…). Lo que tenía perfectamente presente era la insospechada y hasta entonces oculta fuerza de la paleta”.
En lo adelante, tomó el rumbo de las artes plásticas. No había terminado el siglo XIX cuando viaja a Alemania, Suiza, Francia y adquiere fama. Sus cuadros inauguran una nueva etapa en el arte, el abstraccionismo, y él mismo echa los fundamentos de la nueva escuela en su libro De lo espiritual en el arte.
Estalla la Gran Guerra en 1914, y Kandinski quiere volver a su patria. Cumple su deseo a fines de noviembre, y viaja desde el lago Constanza donde vivía siguiendo la ruta de los Balcanes, se detiene en Odessa y pernocta durante una semana en la casa de su madre. Sigue rumbo a Moscú. En 1915 participa en una exposición junto con Vladimir Tatlin, Kazimir Malevich, Mijaíl Larionov, Natalia Goncharova y otros. En su casa en Moscú aloja durante un tiempo a sus colegas de arte Alexander Rodchenko y Varvara Stepanova. Viaja por corto tiempo a Copenhague, y monta, en 1916, una exposición individual en la galería Gummerson de Estocolmo. En febrero de 1917, ya en Moscú, contrae matrimonio con su tercera mujer, la joven Nina Andreevskaya, hija, según algunos, de un oficial zarista, y en septiembre tienen un hijo, Volodia, que muere en 1920. En 1918 es creada la Sección de Artes Visuales del Comisariado del Pueblo para la Educación, y Kandinski es llamado a participar. Lo hace con entusiasmo, y llega a ser director de la sección de teatro y cine, y es uno de los directores de los Estudios de Arte Libre (Svomas). Establece buenos contactos con artistas alemanes y con el arquitecto Walter Gropius (1883-1969), fundador de la Escuela de la Bauhaus. Le publican, traducido al ruso, su libro de memorias Mirando hacia atrás (Looking Back). Pero, sus propiedades en Moscú son embargadas por el Estado. En 1919 es creado el Museo de Cultura Pictórica, y Kandinski y Rodchenko serán los encargados de las compras y distribución de las obras de arte contemporáneo en 22 museos provinciales de toda Rusia.
En mayo de 1920, Kandinski asume la jefatura del Nuevo Instituto de Cultura Artística (Injuk), que llega a ser el centro de la investigación y enseñanza del nuevo arte, y como sede de los suprematistas y constructivistas. En el Primer Congreso de toda Rusia de los dirigentes de los Colegios de Arte del Comisariado del Pueblo para la Educación, el programa de enseñanza redactado por Kandinski es muy criticado por los delegados jóvenes que están a favor de un arte orientado hacia la producción. A fines de ese año, Kandinski deja el Injuk. En la 19ª exposición del Comité Central de Exposiciones de Rusia, Kandinski participa con 54 obras. Las obras más características de este período suyo son “Amazona”, “Amazona en las montañas”, “Crepúsculo”, “El peine azul”, y “La Plaza Roja”. Esta última es el símbolo de la ciudad que está al borde de una nueva época.
En 1921 es uno de los fundadores y vicepresidente de la Academia Rusa de las Ciencias del Arte (RAJN). Pero, en diciembre, vapuleado por las críticas provenientes del Gobierno y de muchos de sus colegas, acepta una invitación de Walter Gropius para ser profesor en la Bauhaus, y deja Rusia para no volver jamás. En la Bauhaus, sienta cátedra magistral y su nombre adquiere mayor resonancia universal. De todos modos, hay quienes no lo entienden. Iliá Ehrenburg, en sus memorias, relata que en la casa del pintor Kandinski, en Dessau, sede de la Bauhaus, había “varias concesiones” al arte: iconos de Novgorov, paisajes del aduanero Rouseeau, un volumen de Lérmontov, y agrega que uno de los alumnos le dijo: “Kandinski es una mente confusa y medio conservador”. Y en 1937, en la Alemania Nazi se exhibieron unas obras de Kandinski como muestra de “arte degenerado”.
Tuvo que llegar el tiempo de la Perestroika para que en 1989, ya agonizando el Estado Soviético, fueran exhibidas en Moscú las obras de Kandinski. Fueron casi 70 años de censura.
La muestra, un conjunto de más de 200 obras (pintura, gráfica y artes aplicadas) pertenecientes a colecciones soviéticas y occidentales, fue inaugurada el 28 de abril en los locales provisionales de la galería Tetriakov, de Moscú, y estuvo abierta al público hasta el 11 de junio para continuar después su gira por el Museo Ruso de Leningrado y la República Federal de Alemania.
El olvido de Kandinski en la URSS era posible por la ausencia total de publicaciones monográficas sobre él. Especialistas en arte soviético contemporáneo aseguraron que el catálogo de la exposición, que tuvo una tirada de 10.000 ejemplares, fue la primera obra soviética dedicada a Kandinski.
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Fuentes consultadas
Kandinski, Rusopedia, Internet.
El País, 7/5/1989.
Gente, años, vida (Memorias 1891-1967). Iliá Ehrenburg. Barcelona: Editorial Acantilado, 2014.

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ITEM  PERSPECTIVA






Rafael Fauquié



“Cuando las mitologías se desmoronan, lo divino encuentra en la poesía su refugio.” Saint-John Perse

“Soy menos hacedor de libros que de ninguna otra tarea.  Mi oficio y mi arte es vivir.” Miguel de Montaigne

“Mi vida de hombre es una imperdonable serie de mezquindades; yo quiero que mi vida de escritor sea un poco más digna”. Jorge Luis Borges


Item perspectiva: voz latina que significaba “mirar a través”: noción relacionada con la natural abstracción de la mirada; pero, sobre todo, con la manera que todos tenemos de ver las cosas: desde eso que es y ha sido nuestra historia. En ésta, lo imprevisible y lo contradictorio suelen ser sus signos más frecuentes. Nuestra vida está marcada, a la vez, por lo impredecible y lo rutinario, por lo coherente y lo confuso. A lo largo de nuestros días podemos ser diferentes y semejantes. Somos permanencia y somos cambio; tan genuinas son nuestras evoluciones como ciertas inalterables esencias que nunca nos abandonan. Rara vez totalmente seguros de nosotros mismos, no cesamos de buscar verdades a las cuales apostar.
Toda noción de apuesta apela a la de juego. En este caso, al juego de vivir, donde, al igual que en cualquier otro, hay normas que nos imponemos nosotros mismos; y, también, resultados que se nos van revelando poco a poco o repentinamente.
Acaso sea el juego una de las más naturales expresiones de nuestra supervivencia, una de las formas más auténticas de nuestra humanidad. Jugamos para vivir, para ayudarnos a vivir. Jugamos porque sentimos la necesidad de hacerlo, porque nos sabemos libres o porque queremos ser libres. El juego nos fortalece. Nos apoya. Nos afirma junto a pasos y propósitos. Nos ayuda a expresarnos; a comunicar nuestra sabiduría o nuestras dudas, nuestras certezas o nuestros temores. Jugamos porque nos conocemos o jugamos para llegar a conocernos. En nuestro juego somos; a nuestro juego nos entregamos, nosotros jugadores, de cuerpo entero.
Una de las expresiones más naturales y trascendentes del juego es el arte. Desde siempre el ser humano ha creado arte, se ha apoyado en el arte. Sintió la necesidad de rodearse de expresiones estéticas surgidas de su alma, de su historia personal y de la historia de todos los hombres anteriores a él.
La era moderna contempló el debilitamiento paulatino y la desaparición de viejos dioses. Una ausencia que nos dejó a los hombres más a solas con nosotros mismos, forzados a descubrir nuevas devociones y afirmarnos en otras creencias. A comienzos del siglo XIX, Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint Simon, dijo que como ya el cristianismo había comenzado a desgastarse, y puesto que los hombres siempre necesitarían alguna forma de devoción, el arte era el llamado a ocupar ese espacio que la religión dejaba vacío. Era una declaración de fe en el poder del arte, en el sentido ético de la creación estética; en la facultad de ésta para transmitir verdades que, individual y colectivamente, siempre será necesario a los seres humanos conocer. Era, también, el reconocimiento de que el arte nos acerca a nuestra humanidad porque él hace más visibles las sensaciones, los sentimientos, las experiencias; y porque abre la posibilidad a nuevos descubrimientos o a la revelación de imprevistas correspondencias entre las cosas
Hoy la idea del arte como una religión acaso luzca una idealización algo exagerada, pero, sin duda, permanece en el imaginario colectivo la visión de la creación artística como expresión de una extrema honestidad individual; un esfuerzo capaz de llegar a asignar un sentido a todo: incluso, a la vida misma. Persiste, también, la imagen del artista como encarnación de algunos de los más dignos comportamientos humanos: libertad, autonomía, honestidad, compromiso, pasión… Aceptamos que todo creador, para merecer ese nombre, necesita permanecer libre y honestamente comprometido con su labor; y que solo, en la absoluta autenticidad de ésta, podremos reconocer, en ese resultado final que es su obra, válidas respuestas a las interminables incertidumbres de la existencia.
Recuerdo una anécdota que leí hace un tiempo: había en Auschwitz una pequeña biblioteca de apenas un puñado de libros que iban pasando de mano en mano y con los que algunos de los condenados dentro de ese campo de muerte tenían contacto algunas horas a la semana. Y la relación con esas páginas que, imagino, amarillentas y descosidas, acaso haya servido de ayuda a muchos de aquellos infelices. También he comentado alguna vez el caso de Paul Celan quien fue capaz de escribir poesía en el campo de concentración donde estuvo internado y en el que perdieron la vida sus padres.
Es difícil el arte en medio de la muerte de la misma manera que es difícil la belleza en medio de la podredumbre. Y, sin embargo, siempre serán posibles el arte y la belleza: formas de lo atemporalmente verdadero en cuya búsqueda reside la dignidad de artistas que no se resignan a perder su libertad y, desde ella, preguntan, responden, crean...
En nuestra relación con el arte podemos proponernos legitimar esa particular temporalidad que somos; por ejemplo, comprometiéndonos con una escritura en la que  transmitir verdades que incorporamos a nuestra vida, o en la voluntad por describirnos o reinventarnos en nuestro mundo interior, o en el afán por traducir un anhelo de armonía que nos legitime, o en convertir nuestras convicciones en morada donde guarecernos. También pudiera tratarse -¿por qué no?- de legitimarnos junto a esos diálogos que fuimos sosteniendo con obras de arte que nos ayudaban a entendernos.
El ejercicio de nuestra creatividad, acaso más allá de cualquier otro esfuerzo, nos sostiene en nuestro camino a la vez que nos incita a ser mejores dentro de él. En medio de la adversidad, del tedio o del error, nuestra obra por crear se hace reto o meta; permitiéndonos resistir, residir, continuar, avanzar…  Me remito a la frase de Borges que utilizo como epígrafe de este trabajo: como individuos acaso no seamos sino una más o menos larga cadena de mezquindades, pero siempre nos resultará necesariamente alentadora y edificante esa obra que nos sentimos llamados a realizar.
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POESÍA 

CORAZÓN REPARTIDO

Yameli Urbina


Yo no entiendo este mapa
estoy pérdida
con el corazón repartido
en tantas partes

Me sumerjo en los recuerdos
después de cada despedida
resumiendo mi existencia
en tantos breves instantes

El mundo es un diagrama
desconocido
dónde corre el río
entero de mi sangre
en otras tierras repartido
navegando en las aguas
de otros mares

El amor no olvida lo vivido
los juegos, el pensamiento
y los sueños
el tiempo en el que
crecimos
y las calles que juntos
caminamos

Nos vemos desde lo que
somos aún en la distancia
un amor, un canto
un soplido de luz
que ilumina otros aires

Una historia escrita
más allá de los libros
una lágrima, una sonrisa
un estallido
un sol que se niega a
apagarse
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                        Emerson Corobo Rojas                

Ruinas de la Pastora 

Oigo campanadas, resuenan en la tranquilidad del silencio
traen a mi imaginario el tiempo viajado, lo que no existe
el anuncio de un desencuentro, con nadie
solamente el ruido de la callada gente y las ruinas,
origen del barrio que sueña en su resurgir y, la locura,
 lo caliente del espacio que te acobija, el agua que te cubre
cuando el río de las ahuyamas crece y siempre erguida, no caes
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Carora, Cuatro Rosas del Tiempo


Carora, ciudad sumisa al sol implacable
que la otra banda pelea, y aguanta,
chicharras que cantan entre ramas secas
de cujíes muertos y yabos caídos, del río
calmoso que rezagado en su indolente curso
da vida y asola cuando es su regazo
le nutren riachuelos irascibles y coléricos
dejando las cicatrices en el barro
de las retostadas tierras y la bendición
de las aguas que sirvieron a los alfareros
y alarifes para su creación.
Carora, la seca superficie de tierra
no desespera cuando está verde la rama
ni se impacienta cuando el viento no sopla,
gloriosa cuando el viento corre sin pausa,
porque tiene en sus hombres y mujeres
un broquel, una fortaleza y una esperanza,
como Cayatagua y Unibe allá, muy allá
en su bohío en el rio de las auyamas
donde el blanco quebró sus sueños,
no valieron los muchos ajaguas que le
acompañaban y defendían del guerrero blanco
Carora, Nuestra Señora Madre de Dios de Carora
bautizada por Juan del Tejo y confirmada por
Salamanca como San Juan del Portillo de Carora
Símbolo fiel de la historia a través de los tiempos
enclavada en sus diferentes pueblos, con sangre azul,
amarilla y roja, con muchos cujíes, yabos y tunas
en su extensa y seca llanura.
Carora, Dios te bendiga desde la aurora del noreste
hasta la tarde profunda en el manso morere
desde las curiosas celosías ojeadoras de secretos
desde el rincón de una amiga cultivadora de ensueños
hasta el despertar del revoloteo de mujeres enamoradas
desde los encomenderos que fundaron la ciudad
hasta los blancos criollos y el mestizo pardo y negro
Cuatro siglos posesionando este extenso terreno
con fecundo sentimiento religioso, juntándose lo humano
y lo divino, cuatro siglos como cuatro rosas del tiempo.
_____________________________________________________________________ 

Ese cuerpo...
Por Gorquin Camacaro










Tu cuerpo es una interrogante donde los ecos se los lleva el viento/ donde viven los duendes de la ausencia y  los canales se aproximan a las respuestas que da el tiempo.
Tu cuerpo es un arroyo que baña la noche tibia. Y la lluvia toca las rendijas de tus humedales.
Tu cuerpo canta los sortilegios de la aurora y el sonido de mi fertilidad
Tu cuerpo es un destello de placer que alumbran dos lámparas azules.
Tu cuerpo es un relámpago fugaz que se perdió en el atardecer
Tu cuerpo es un toque de campanas donde el yin hace el amor con el yang
_________________________________________________________________________________

Pedro J. Lozada Sira








"Valencia"

a"Jesús Armando Villalón" dedico
Recuérdate
en tus cuitas de Amigos
en tus sabanas y riberas
Bárbula
nombre relampagueante
de mis Luces
por la Vida
Carabobo
símbolo imperecedero
de mi Alma Mater
Ciudad recogida en la quietud
del Cabriales en extinción
tus parques y jardines
sobrecogen mi espíritu
Cantando tu nombre
en el verso de Juan Vicente Torrealba
mi corazón se encabrita
de emociones ciertas
en volutas de eternidad
En ti mi musa inspiró
mis más bellos Sueños e Ideales
por un mejor porvenir
Venezolano
Siempre estaré agradecido
de haber pisado tu tierra sagrada
en mis mejores años
de conocimiento y recuerdos
que marcaron mi sino
Valencia
capital corazón centro vital
de la Nacionalidad
... a tus pies rindo tributo


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Fortunato Hernández Sierralta 












Amarillo y Marrón



Diluídos amarillo y marrón

sobre la tierra.
El agua los regó.
Y jugando a ser vida
se amalgaman, se juntan,
se comprimen, se esparcen,
se separan, se riegan.
Diluídos el diluvio
ancestral se los trajo.
Amarillo y marrón
que se arcillan
bajo un sol calcinante.
Amarillo y marrón
de la tierra,
amarillo y marrón
que reciben
expandiendo sus átomos
la raiz del cardón
elevado a los cielos.
Que se muelen
al paso del harado,
y en los surcos
de marrón y amarillo
recibir la semilla,
acariciar el agua,
y desprender la vida
hoja a hoja...


Mis manos
Se hundieron
en la tierra
y al palparlos...
presentí
que también mi mañana
tiene color
de amarillo y marrón...
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Para sus comentarios y sugerencias escriban a: revistacarohana@gmail.com
En este enlace puedes encontrar y descargar otros números de la revista:
http://www.jpaezavila.com/434737205
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